en el Himalaya, nadie certifica las cumbres; ni las autoridades ni ningún organismo deportivo. Vale la palabra dada, la imagen ofrecida o los testimonios de terceros. Desde hace muchos años, una estadounidense ya casi nonagenaria -Miss Elisabeth Hawlley- hace la labor de policía y entrevista antes y después de las expediciones a todos los himalayistas, pero nadie está obligado a ser entrevistado ni a aportar nada. Sin embargo, hay un acuerdo tácito y no hablado por el cual pasar por las legendarias entrevistas de Miss Hawlley es como pasar por un organismo oficial.

Muchos -la gran mayoría- lo hacen. Otros, los que no están interesados en acumular cumbres ni en tener que demostrárselas a nadie, o sí en acumular cimas pero no en obtener rendimiento de ninguna clase por sus ascensos -Jorge Egocheaga, por ejemplo, se esconde de Miss Hawlley cada vez que sabe que anda cerca- pasan de este asunto.

A raíz de la aparente denuncia de varios sherpas de Oh Eun Sun al equipo de Edurne Pasaban, a la que en principio habrían dicho que Miss Oh no coronó el Kangchenjunga en mayo de 2009 y que al regreso del Annapurna lo iban a poner en conocimiento de las autoridades nepalíes, se ha desatado la polémica: ¿Quién o quiénes van a dar o no por válida la cima de Miss Oh si esas denuncias son efectivamente como asegura Edurne Pasaban y si, como todo hace indicar, los sherpas de la coreana dan el paso de rebatir a su propia jefa?

Habrá que esperar que parte de esta madeja se vaya desenredando -es cierto que no hay una foto clara de cumbre de Miss Oh en el Kangchen y varias fuentes hablan de alguna otra cima dudosa o cuando menos con imágenes muy poco convincentes-; pero no es menos cierto que decenas de himalayistas afirman que han oído a sherpas de otros coreanos como Um o Park hablar de falsas cumbres, y ahí siguen ambos, en las listas de los que tienen los 14. Pero, mientras el nudo gordiano se aclara, hay un tema en primer plano: Miss Oh asegura que sólo le falta el Annapurna para subir a los 14 y a Pasaban le resta el Shisha Pangma -hay imágenes claras de Edurne en las 13 cimas-. Y va a ser cosa de pocos días. Un sprint.

en estilo alpino La situación es ésta: Pasaban está a unos 4 ó 5 días de llegar al base del Shisha, mientras que Oh lleva varias semanas en el base del Annapurna, ya ha subido a los campos de altura y cuenta con un potente equipo de sherpas -no olvidemos que Pasaban utilizó tres en el Annapurna- y las cuerdas fijas instaladas por Edurne y los suyos hasta el campo 4. En teoría, la coreana lleva ventaja. Si esto fuese una carrera que se celebrase en un rocódromo en condiciones estables, se podría decir que Pasaban tenía muchas menos opciones. Como no es así y la naturaleza lo mismo da que quita y los cielos se ponen imposibles en el Annapurna y propicios en el Shisha o al revés, cualquier cosa puede pasar.

Una por una, la tolosarra y sus escuderos -Ferrán Latorre, que debía estar allí con ella, pero que se lesionó, escribía el otro día: "A Gerlinde Kaltenbrunner de momento la dejo al margen, está en otra liga". Sube sólo con su esposo- se dirigen a la cara norte del Shisha Pangma (8.027 metros). Su plan es sencillo y por tanto difícil: subir en estilo alpino. Esto es, sin montar campos de altura a los que subir y bajar para aclimatar. Coger los trastos, llegar lo más alto posible, montar las tiendas, dormir, levantarse, desmontar y hacia arriba otra vez hasta llegar al punto más cercano a la cumbre desde el que intentar pisarla el día de cima. La aclimatación obtenida en el Annapurna les permite hacerlo -amén de su capacidad, tanto de Edurne como de Txikon, Orviz, Eizaguirre y los tres sherpas- y, si encuentran una ventana de buen tiempo de tres días, lo pueden llevar a cabo sin problemas -escrito entre comillas-.

Su ruta será la clásica de la cara norte, pero con una variante: al llegar a los 7.400 metros, en lugar de seguir rectos por la arista que conduce a la cima central (8.008 metros), girar a la izquierda y descender la pared norte hasta unos 7.200 metros. Un movimiento ilógico que tiene toda la lógica.

El motivo es el siguiente: si sigues por la ruta normal de la arista y llegas a la cumbre central, queda una travesía hasta la cima principal que el 90% de los días es un suicidio casi seguro a causa las condiciones de la nieve y la forma de la pared, un avalanchero de primera. Si finalmente deciden tomar esa alternativa, la de atravesar a la izquierda hasta 7.200 metros y desde ahí tirar rectos hacia arriba hasta la arista cimera y de ahí ir por la arista hacia la derecha, harían buena la variante que se sacó de los crampones en octubre de 2006 Iñaki Ochoa de Olza. Una variante que ya en 2009 utilizaron el australiano Andrew Lock y el galés Neil Ward para acceder a la cumbre. Tiene además otra ventaja: hay menos viento que en la arista. Tiene una gran desventaja: es más larga, más dura y mucho más exigente.

la resolución, en breve Por tanto, a la espera de que lleguen al campo base, los ojos de la comunidad montañera mundial están puestos en el Annapurna, donde se anuncia una ventana de buen tiempo para finales de esta semana. Hombres experimentados en el Himalaya como Jorge Egocheaga, Martín Ramos, Carlos Pauner, Juanito Oiarzabal o el propio Horia Colibasanu tal vez quieran aprovecharla para ir hacia lo más alto. Dado el secretismo total que rodea a la coreana y sus movimientos, no se sabe qué estrategia seguirá. Pero, haga cima o no antes de que lo haga la guipuzcoana Edurne Pasban en el Shisha Pangma -no olvidemos que, si ninguna lo logra, Kaltenbrunner está en el Everest, aunque por el corredor Hornbein, y si lo sube empata con las otras dos y tiene junio y julio para cerrar el círculo en el K2-, quizá la expedición más complicada que le resta a la coreana Oh Eun Sun tenga que ver con demostrar fehacientemente al mundo globalizado y ávido de imágenes y pruebas que sí, que subió antes que al Annapurna a las otras 13 cimas que afirma haber hollado.