Para el alpinista y fotógrafo Javier Camacho Jimeno, nacido en Zaragoza hace 39 años y residente en Navarra desde hace más de doce, será su segundo ochomil; para los pamploneses Ignacio Barrio Fernández (34 años) y Uxue Murolas (39), el primero. Los tres, junto al madrileño Arturo Aparicio, saldrán hacia el Karakorum el próximo 22 de junio con la intención de regresar el 6 de agosto si todo marcha según lo previsto.
No son tan afortunados como otros y para afrontar una expedición de estas características, con una duración aproximada de 43 días, han tenido que rascarse a fondo el bolsillo para permitirse hacer realidad el sueño de subir una de las 14 montañas más altas del planeta. Van buscando la cumbre del Broad Peak, cuya magnitud queda un tanto mitigada por la imponente presencia a su lado del K 2, pero su objetivo, sobre todo en el caso de Javier Camacho, es traerse un buen trabajo fotográfico que pueda servirle para sufragar parte de sus gastos.
La inestabilidad política y social de Pakistán es un factor que han debido tener en cuenta a la hora de planificar la expedición y los viajes previstos para conocer las poblaciones locales. Y es que a Camacho, además de su devoción por la montaña, lo que apasiona, y muchas veces le sirve de carburante interior, es su afición a la fotografía. "Con eso trato de sacar algo que abarate el viaje, pero en esta expedición me he visto obligado a reducir mucho el tema fotográfico por la situación que se vive allí. Eliminaremos tanto a la ida como a la vuelta, la aproximación de varios días en todo terreno por la Karakorum Highway y las escapadas por los mercados y mezquitas de la capital, Islamabad, ya que nos han aconsejado que volemos directamente a Skardu. Será un reportaje de menor envergadura, pero trataré de acercarme a la gente de allí de otra forma".
Sueña con el momento de colocarse en la montaña con su cámara y su objetivo, apostado en la oscuridad, esperando al primer rayo que el sol lance contra el K2. Allí, al cobijo del techo del mundo, aguardará al instante mágico. "No solo es la montaña, porque además te permite conocer culturas distintas y suelo hacer reportajes sociales en los lugares a los que voy. Cuando estuvimos en el Cho Oyu hice uno sobre la religión tibetana, su forma de vida y trabajo, luego hice sobre los sherpas y para este viaje tenía previsto hacer algo especial sobre la religión y cultura musulmana".
logistica
Unidos por un proyecto
No conocía al que va ser su compañero de escalada, el pamplonés Ignacio Barrio, hasta hace unas pocas semanas. Son una de esas expediciones unidas por el azar que deciden aunar esfuerzos en un proyecto concreto con el objetivo prioritario de economizar gastos. La infraestructura y logística son comunes, las fuerzas no. Cada uno con su historia, con su preparación, experiencia e instinto se las tendrán que apañar allí arriba lo mejor que pueda, aunque con la seguridad que siempre da tener una mano cerca en caso de peligro.
"Fue una casualidad porque nos pusimos en contacto con la misma agencia y nos comentaron que había otros españoles interesados en la misma expedición. No nos conocíamos de antes, pero intentaremos subir juntos a la cima", aseguraba Ignacio Barrio.
Camacho sigue subiendo montañas porque no lo puede evitar, ya que su forma física no es la más idónea por culpa de una tendinitis crónica que le impide seguir un mínimo de entrenamiento, pero confía en su fortaleza mental, la misma que en 2007, cuando se encontraba a 500 metros de la cima de Cho Oyu, le obligó a volverse. "Me habían dicho en el campo I por teléfono satélite que había tenido un hijo y cuando me encontraba cerca de la cima me bajé. Iba solo, hacía mucho frío y mucho viento y comencé a tener congelaciones en los pies y la noticia de que iba a tener un hijo supuso una carga en la mochila que me echó para atrás sin intentar la cima. Eso se nota cuando estás allí arriba".
No va a ser muy diferente ahora, ya que espera su segundo hijo para diciembre, lo que sin duda puede constituir una garantía a la hora de evitar riesgos innecesarios. "Llevo haciendo montaña desde los ocho años y aunque reconozco que tengo muchas ganas de ir a Pakistán, al Karakorum, no se trata de hacer locuras en una zona que deseaba tener bajo el objetivo de mi cámara".
Para él resulta tan importante hacer cumbre como traerse un buen trabajo fotográfico, pero es consciente de la dificultad añadida que los más de doce kilogramos de peso de su material le supondrán en la ascensión. "No es fácil conseguir un equilibrio. Corres más riesgos, por muchos cuidados que adopte, y en mi caso seguro que cojo algún catarro. Exige mayor desgaste por el peso que acarreas y hay menos descanso, lo que a esas alturas se paga. Las dos actividades exigen mucho, pero trato de poner en valor lo que hago. He puesto exposiciones por varios sitios, por eso es tan importante, pero yo con esta tarea me traigo muchas cosas más de allí gracias a mis objetivos. En ese mundo, si no hay cumbre es como si el trabajo realizado no valiera lo mismo. Me voy a poner delante del K2 y seguro que querré hacerle fotografías a la hora que sea".
ascensión
Mentalidad y preparación
Barrio, aunque con menos experiencia en la alta montaña, confía más que Camacho en su fortaleza física y en su preparación atlética para alcanzar lo que sería su primer ochomil. Aunque él también piensa llevarse un equipo fotográfico a las cuestas del Broad Peak, tiene claro que no llegará al extremo de estar despierto a las cuatro de la mañana a la espera de los primeros focos naturales sobre la mole del K2. "Voy más con la intención de hacer cumbre. Empecé a los 16 años en la Cuenca de Pamplona y de la mano de Iñaki Ochoa de Olza se me presentó la oportunidad de ir al Himalaya, en el 2004 al Cho Oyu. No conseguí cima, creo que por inexperiencia, y volví con Iñaki en 2007 al Dhaulagiri, en una expedición con varios accidentes, y tampoco. A ver si a la tercera va la vencida".
Se le ve fuerte y vigoroso. Un atleta que lleva varias meses de aquí para allá buscando encontrar la mejor forma física antes de abordar la fase de aclimatación. "Llevo unos tres meses de entrenamiento, con carreras de montaña, maratones, etc. Pienso que toda la energía y entrenamiento que me pueda llevar allí seguro que viene bien porque creo que el entrenamiento físico permite mejorar psicológicamente a esas altitudes".
Camacho no lo tiene tan fácil. "Tengo una lesión en las piernas y estoy en rehabilitación porque se me duerme el brazo y los dedos de la mano derecha. No puedo entrenar ni correr, hace 10 años lo pasé mal y tuve que dejar la montaña. No podía casi ni andar. Particularmente entiendo que hace falta una preparación media, pero lo importante es la cabeza, la capacidad de sufrimiento la que te permite subir".
Con todo listo para salir hacia la duodécima montaña más alta de la tierra, dispuestos a asaltar la cima sin ayudas adicionales, saben que pese a las dificultades que presenta Pakistán, la zona estará saturada de expediciones. "Vamos a coincidir en el campo base de la montaña con varios alpinistas españoles más. Hay nueve expediciones confirmadas de grupos más pequeños compartiendo permiso. No sé si Oiarzabal irá al final, pero allí estarán los Xavis catalanes (Arias y Aymar) y los argentinos Heber Orona y Miguel Ángel Sánchez, aunque parece ser que los Xavis van a intentar ir al Broad Peak, como Carlos Pauner que tiene permiso para el G-II".
Para Camacho y Barrio todo eso les queda muy lejos. "Me hace gracia cuando dicen que la presión de un alpinista con esponsor es mayor. Pero yo me gasto todo en esta expedición y si no la consigo, me tengo que volver a casa", comentó Camacho. Las imágenes que ilustran esa información son una buena muestra de lo que es capaz de aportar el arte de la fotografía al montañismo. No es extraño, por tanto, que sientan tanta emoción con la sola idea de despertarse una mañana y contemplar a su lado la estampa del K2, en un marco de incomparable belleza, y para muchos, la zona más impresionante del Himalaya. Y con una cámara fotográfica, seguro que su objetivo tendrá un brillo bien distinto.