Martín Monreal: "Es importante echarle a la vida unas gotitas de ilusión"
PAMPLONA. Enrique Martín Monreal (9-3-1956) ha regresado al final de esta campaña al banquillo del Promesas después de una larga temporada alejado de ellos, dedicándose a labores de ojeador y coaching deportivo. Una disciplina que asegura que le ha aportado mucho.
¿Qué es eso del coaching? Hay muchas definiciones. A mí la que me gusta es el arte de soplar las brasas. Cada persona tiene un montón de posibilidades, y a veces por miedo o por diversas circunstancias no somos capaces de sacar todo lo que llevamos dentro. De ahí lo de soplar las brasas. El coaching, o coach, te ayuda a que tú mismo vayas soplando y salga lo que llevas dentro, toda esa llama. Te ayuda a caminar y a encontrar diferentes posibilidades para tu mejora personal y profesional. Te ayuda a explorar, pero el que decide es el propio individuo. Y toda esta historia ha acabado o está en el camino de una empresa que creamos con Víctor Larreta e Ignacio Ventura: VeisCoaching.
¿Por qué le dio por esta técnica? Con Ignacio ya había trabajado técnicas de sociología, visualización... y es algo que siempre me ha despertado mucha inquietud. Y sentí mayor curiosidad cuando dejé de ser entrenador de Osasuna Promesas. Vi que, de alguna manera, las formas para comunicarme con la gente se habían diluido. Con estas formas ya no había futuro, no terminaban de cuajar. Y ahí empezó a generarse una búsqueda para encontrar técnicas que me facilitaran la comunicación. A partir de ahí hubo una charla en el colegio navarro de entrenadores en la que proponían un tema de coaching de- portivo. Despertó mi curiosidad, y la verdad es que me ha servido y me está sirviendo mucho para mi vida personal y profesional, para comunicarme con todo el mundo. Fue un descubrimiento terrible, y ha sido algo importante en mi vida.
¿Usted siente que ha progresado? Hay gente con la que tengo relación desde hace mucho tiempo, han visto mi evolución y a veces me vacilan un poco diciéndome que no soy consciente de mis comportamientos de antes con respecto a los de ahora. Uno ha tenido siempre unas creencias que probablemente fueran limitantes. Pero era lo que había. Y ahora he ido descubriendo otra serie de cosas y viendo que lo que antes imponías por el artículo 33 se puede conseguir de otra manera, y creando buen ambiente. Pero me faltaba verlo como entrenador.
Ahora ha tenido la ocasión de hacerlo en el Promesas. Con la baja temporal de Merino se presentó la oportunidad de poner en práctica durante tres semanas todo lo que uno ha ido cargando en la mochila. Ha sido un periodo corto, pero apasionante y enriquecedor. Gente que estaba conmigo hace cuatro años y sigue estando ahora me ha dado un feedback claro y sincero de cómo era antes, de la evolución que ha habido. Y yo me he sentido muy bien porque he visto que hay otros caminos para conseguir las mismas metas, o mejores.
¿El coaching es una especie de antídoto contra la cabezonería? Puede ser. Y no me creo que sea eso de que con la edad uno se va suavizando. Yo no he perdido mi esencia, y además no la quiero perder. Pero sí quiero mejorar el aspecto emocional. Antes igual respondía con cabezonería: esto es así y punto. Mi mujer siempre me preguntaba: ¿Tú crees que por estar tan encima de los jugadores y por meterles tanta presión van a ser mejores? Yo le decía que sí, y ahí se acababa. Y cuando me expulsaron en Leganés por la dichosa patadita al balón, me quedé seis partidos en la grada. Ganamos cuatro, empatamos uno y perdimos otro. Yo no quería verlo, pero la realidad era que el equipo había hecho las cosas bien con el entrenador oficial a distancia. Ahí empecé a darle vueltas. Y te vas dando cuenta de que también se pueden hacer las cosas diferentes, sin estar tan encima.
¿También lo aplica a su día a día? Ante situaciones bastante límites he reaccionado con serenidad. Mi madre enfermó, le dio un ictus y luego murió. Cuando me dieron la noticia, en otro momento igual me hubiera vuelto loco, y sin embargo reaccioné con serenidad. Si dependiera de mí y hubiera podido hacer algo, pero... ¿qué podía hacer? Muchas veces te vuelves loco con cosas que no dependen de ti. No es fácil, pero el coaching te ayuda a controlarte emocionalmente.
Hablemos de motor. Usted es un apasionado de los coches. Me han gustado siempre. Algunos amigos no entendían cómo mantenía un coche pequeño y rápido. Ya tienes edad para cambiar, me decían... ¿Cómo que tengo edad? Yo si llego a los 80 voy a mantener lo que me apasiona: coche pequeño y rápido. La edad no me va a quitar vida, le voy a echar vida a los años. Me gusta un coche con un buen sonido. Uno de los últimos que he escuchado fue en la película Intocable. Cuando sale el Maserati con ese acelerón me entró un subidón en el cine... ¡Qué maravilla! Más que Fórmula 1, me gustan las subidas y los rallys. La velocidad me ha gustado siempre. Y he tenido un montón de multas también, claro...
¿Cómo van los puntos del carnet? Bien, tengo 12. Antes iba a 130 y era una velocidad normal, y ahora me parece que voy hasta rápido. Al final te acostumbras, porque si no te dan. A mí me han dado y me he tenido que ir acostumbrando. Y ahora soy capaz de venir de Gerona a Pamplona a 110 por autopista, como en el autobús. Disfrutando del paisaje. Es así, te adaptas y punto. Si te encabritas se te hace más largo y vas peor. Así que lo aceptas, y a disfrutar.
¿Por qué ese binomio futbolistas-cochazos? Estar en la élite facilita un capricho de ese nivel. A veces los jóvenes están un poco confundidos, porque en cuanto cumplen los 18 años se compran un coche de mucha cilindrada. Hay otros que van subiendo poquito a poco, que es lo que hice yo. Desde mi 127, a otro 127... iba subiendo peldaños, hasta que al final encontré mi amor platónico en un Golf que sigo teniendo. Lo disfruté mucho porque lo compré en Leganés en el año 2000, y me ha acompañado en todo este trayecto. Cada fin de semana iba de Leganés a Pamplona y de Pamplona a Leganés. Hacía 1.000 kilómetros, y he gozado cantidad por las carreteras de Soria, Ólvega...
También es bastante sanferminero. Antes lo era más. Ahora se disfruta de forma diferente. Voy a una o dos corridas, y antes lo que más me atraía era las Peñas, que salías perdido de allá. Cantabas, saltabas... también me lo he pasado bomba. Ibas a los toros, luego a la noche por lo viejo, encierro y a dormir. Y no sabía ni si existía la procesión, por ejemplo. Ahora te vas enterando de otras tradiciones interesantes. Empieza otro tour, tratas de vivirlo de forma diferente, y a ver si llegamos al final de nuestra vida con todo el recorrido completo.
¿Le gustan los toros o solo iba por la charanga? Iba por la charanga, aunque cuando había buenas faenas también sabía sacarles el gustillo. Cuando estuve entrenando en Jerez, me llevaron a la feria de Sevilla. Jamás hubiese pensando que yo iba a aparecer en una corrida de toros con traje y corbata, pero el presidente era de allí y nos invitó. Sentí otra historia muy diferente, el silencio en la plaza... tiene su encanto. Recuerdo que aquella tarde toreaba Morante de la Puebla, que me gustó.
Será más fácil acordarse de esa corrida que de las de Pamplona... En Pamplona me acuerdo que íbamos al primer toro, y al segundo yo ya estaba pensando en merendar. Y al final no sabías si faltaban dos toros, tres o cuatro de lo a gusto que estabas. Controlando más o menos, pero muy a gusto. Lo recuerdo con mucho cariño. Éramos mucho más jóvenes, y tienes otra perspectiva.
Está casado y tiene 3 hijas. ¿Como es compartir la vida con 4 mujeres? Maravilloso. Por si acaso no voy a decir otra cosa (Se ríe). No, es verdad. Yo puedo contar mi historia, y me va muy bien. La convivencia tiene de todo; hay momentos de más y menos pelea, pero siempre dentro de un ambiente cordial y distendido. Hay diferentes puntos de vista porque para ponerse de acuerdo 5 personas no es fácil. Y también es verdad que cada uno lleva su itinerario. Pero los fines de semana sí procuramos coincidir, sobre todo en la comida. Es un momento bonito, igual que cuando estamos de vacaciones. Además pasan rápido y no vuelven. Dentro de poco nos quedaremos mi mujer y yo, así que tratamos de exprimir a tope esos momenticos. Raúl González decía una frase que se me quedó grabada: Cada día disfruto más de esta situación porque me queda menos. El hablaba en términos deportivos, pero es aplicable a la vida de cada uno. En mi caso, con mis hijas.
¿Y cómo ha llevado su mujer su vinculación constante con el fútbol? Con voz muy alta puedo decir que gracias a ella he podido hacer lo que he hecho hasta ahora. Es la pura realidad. Conozco a mi mujer desde los 17 o 18 años, llevamos prácticamente toda la vida juntos. Cuando yo inicié ese tour de salir a entrenar por ahí lo hablamos. Ella estaba trabajando y tampoco se iba a desplazar, las hijas seguían en el colegio... Pactamos que mínimo lunes y martes había que estar en casa. Y así lo hicimos. Estaba en Jerez y venía, en Tarrasa y lo mismo... Entre semana estábamos en constante contacto telefónico... y aquí estamos. Está siendo un trayecto bonito. Lo importante es echarle a la vida unas gotitas de ilusión y de alternativas, y no quedarte parado. Y que la persona que está a tu lado te comprenda. Tú tienes que trabajar también para que no sea solo lo tuyo, y ceder los dos. Pero ella ha puesto más que yo seguro. Ha tenido que tirar más de la familia, porque yo he estado fuera.
¿Sigue haciendo vida en Campanas? Cuando me casé a los 26 años vine a vivir a Pamplona, y aquí estoy. Sigo manteniendo contacto, pero poco.
¿Cómo fue su infancia en el pueblo? Tuve la que había e hice lo típico de pueblo: andar con la bicicleta, hacer salvajadas con la moto, fumar colillas de lo que tiraban de los bares... También me acuerdo perfectamente de hacer con un papel de periódico y hojas secas una especie de cigarro, y aquello picaba muchísimo... Me lo pasé bien.
Los niños de ahora son más de Play Station y ordenador... Para los cinco años ya tienen ordenador. Lo que pasa ahora es que no tienen prácticamente una hora libre. Cuando no tienen música tienen inglés, y cuando no es otra cosa... Esto va a una velocidad terrible y no hay momento para el asueto. Yo aquella libertad del pueblo la recuerdo con cariño. Ahora vamos demasiado deprisa. De vacaciones en una selva, fuimos a dar un paseo. Yo fui rápido, y a los 2 o 3 minutos llegó el guía con un ramillete de flores. Hicimos el mismo recorrido y yo no vi ni una flor. Así es la vida, vas pasando y no te das cuenta de lo que tienes a derecha e izquierda. Me he preocupado de hacer cursos y ampliar la percepción de las cosas... y en esas estamos, en intentar no perdernos nada.
La semana pasada fue el aniversario del 15-M. ¿Qué le parece el movimiento? Está bien que todo el mundo tenga inquietudes y que expresen bajo su punto de vista lo que pasa en la sociedad. No me parece ni bien ni mal. Soy respetuoso con la opinión de la gente. Puedo estar de acuerdo en algunas cosas, y en otras no. Pero lo importante es que los problemas se vayan solucionando.
¿Martín Monreal es un indignado? Yo me indigno con muchas cosas, claro. Es que hay cosas indignantes que vemos cada día en la prensa. Hay personas que habitualmente dan imagen de seriedad, coherencia... y al final están inmersos en cantidad de asuntos turbios. Creo que todos tenemos nuestro lado oscuro, por muy buenos que queramos parecer de cara a la sociedad.
¿Por qué tanta avaricia? Somos una sociedad egoísta. El que tiene 200 quiere 300, el que tiene 500 quiere 1.000 y el que tiene 1.000 quiere 5.000. Y no hay un punto en el que dices: voy a parar. Pero la ambición también puede pasar factura. La satisfacción personal de mucha gente pasa por hacer dinero. Si al final haces mucho y te sientes bien... pero no sé si te lo vas a llevar todo. Venimos si nada y sin nada nos vamos. Mientras tanto se trata de intentar cubrir las necesidades básicas y a partir de ahí vivir un poquito más o menos cómodo. Pero de ahí a querer más y más y más...
Grecia, Bankia, la prima de riesgo... ¿nos vamos a pique? No lo sé. Yo creo... bueno, no sé si creo o quiero pensar que no nos vamos a pique, que esto se arreglará. Lo tendremos que arreglar. Eso de esto se arreglará, o es que el país está... Si el país está es porque lo hemos puesto así, igual que cuando las cosas iban bien también era porque lo estábamos poniendo bien. El país está mal. Y si nosotros lo hemos traído aquí, también tendremos que sacarlo. No sé si todas estas medidas de ahora son las correctas o no, pero de alguna manera hay que tomar cartas en el asunto. Me imagino que la idea es salir cuanto antes y buscar fórmulas. Esta nos fastidia a todos, pero no sé si hay otras. Hay gente que dice que sí, pero igual han estado antes y no han sido capaces de parar lo que se nos venía encima.
No es lo mismo decir que tienes soluciones a tenerlas realmente. Es muy fácil ver los toros desde la barrera. Me imagino que gobernar un país no es sencillo, y cuando propones en la oposición no tienes esa responsabilidad. Pero cuando bajas a la arena y sale el toro, igual tiras la capa y corres. No es fácil coger el capote. Y si no que se lo pregunten al partido que está gobernando. Han bajado a la arena y en vez de un toro ha salido la corrida completa, con unos miuras de cuidado. Les ha tocado y sus medidas conllevan unas reacciones. Estamos muy sensibles y ante cualquier medida, lógicamente surge una reacción. Y hay que ser comprensivos, porque hay gente que lo está pasando francamente mal. Hay que tener un punto de sensibilidad e intentar solucionarlo por todos los medios.