CUANDO plantearon el proyecto a muchos les pareció totalmente descabellado. Y con motivos, porque la sola posibilidad de idear una carrera con una distancia de 180 kilómetros que se desarrolle por montañas con un nivel positivo de 6.500 metros de desnivel parecía estar solo en la mente de unos pocos superatletas o de unos insensatos. Pero los miembros del Club Deportivo Navarra no son ni una cosa ni otra. Eso sí, se toman lo que hacen muy en serio, aunque les obligue a entrenarse sin descanso en sesiones diurnas y nocturnas para poder estar a la altura de los mejores.
Lo suyo es el rogaine, una mezcla entre carreras de montaña y técnicas de orientación, en el que Jorge Urquizu es uno de los mejores exponentes de esta modalidad tan extendida fuera de aquí, pero que en Navarra sigue siendo aún muy minoritaria. Junto a sus compañeros inseparables -Eric Colon y Roberto Pascual, Paski - han recorrido medio mundo con participaciones tan destacadas como la del Campeonato del Mundo de 2012 celebrado en Chequia, en el que ocuparon el puesto 21º, o en el Europeo del mismo año disputado en La Llacuna (Barcelona), donde fueron terceros.
En este entorno tan peculiar nació la idea de organizar la primera edición del ultra trail Pamplona-Bilbao, una carrera de montaña destinada a unir las dos capitales en una prueba no competitiva que se pretende repetir cada año en sentidos inversos. Con la colaboración del Club Deportivo Bilbao, se pusieron manos a la obra hace meses sin tener muy claro el resultado final, pero el pasado fin de semana se pudo materializar aquella ocurrencia que un buen día alguien puso sobre la mesa.
La salida tuvo lugar el pasado sábado en la plaza Consistorial de Pamplona a las 7.30 horas de la mañana y acudieron 21 corredores mentalizados para soportar la extrema dureza de la carrera hasta que las fuerzas aguantaran. Al final solo llegaron dos, el pamplonés Jorge Urquizu (43 años) y el peraltés José Luis Riaño (48 años), que emplearon 28 horas y 20 minutos antes de cruzar la línea de meta instalada junto al Museo Guggenheim sobre las 11.20 horas del domingo. Atrás habían dejado un recorrido espectacular para atravesar las sierras de Urbasa, Andía y Urkilla antes de bordear el Gorbea y alcanzar la entrada a Bilbao.
tres tramos "Salimos rápidos. Se veía que la gente estaba con ganas, pero con aquel ritmo era imposible aguantar", comentó Urquizu. El grupo se mantuvo compacto durante el primer tercio de la carrera. Después de recorrer 57 kilómetros, llegaron a Urbasa a las 14.30 horas, donde realizaron la primera parada. Fue breve, lo justo para descansar los pies e ingerir algunos alimentos antes de afrontar el segundo tramo, de 65 kilómetros hasta Legutiano.
Aquí llegaron sobre las dos de la madrugada. El descanso fue algo más prolongado que en Urbasa, pero sin poder dormir. "Llevamos ritmo de maratón, entre 4,5 y 5,5 kilómetros por hora, cuando el terreno nos permite ir rápido. En las subidas no se corre. Íbamos un poco más con el tiempo, ya que teníamos que recorrer los últimos 30 kilómetros en siete horas". Equipados con lo necesario para cambiarse de ropa y después de tomar algunos reconstituyentes emprendieron el último tramo de la carrera junto a buen número de aficionados (incluidos los que se habían ido retirando) que hicieron muy especial la llegada.
"Cuando he visto tanta gente esperando en la meta me ha dado un poco de vergüenza, pero estaba muy contento por conseguirlo después de haber soportado frío, calor, piedras, barro... El tramo más duro fue el de los molinos de Urkilla, pero llegando a Bilbao sufrí una pájara que me dejó mareado", comentó esta semana el corredor del Club Deportivo Navarra. "Es una filosofía diferente, la prueba no está en el calendario. Es una carrera no competitiva entre dos ciudades históricas. El reto de la Pamplona-Bilbao ya se ha conseguido. Ahora será la Bilbao-Pamplona. Volvemos en 2014", afirmó José Luis Lasa, presidente del Club Deportivo Bilbao.
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