Se le supone a Tadej Pogacar un gasto energético enorme y un metabolismo rapidísimo. Quema el esloveno todo lo que devora. Siempre está hambriento Pogacar, que nunca tiene suficiente. Devorador impenitente. No se sacia el prodigio esloveno. Voraz a todas horas. A sol y a sombra. En cualquier escenario. Todo lo fagocita Pogacar, que no sabe correr sin competir. Lo suyo es un estilo de vida impreso en un ADN repleto de ambición.

Para Pogacar, el hombre de las dos coronas en el Tour, no existe el perdón. Es un ganador de punta a punta. Respira competitividad por cada poro de su piel. Un campeón que honra las carreras. Pertenece a la estirpe de los aniquiladores a pesar de su rostro de niño, de querubín. Pogacar, The Kid El esloveno lo quiere todo y lo desea antes que después.

El hambre de triunfos, la ambición sin límite, rige su destino. El resto lo hace la precocidad de un talento descomunal. La suma de todos los factores convierten a Pogacar en un campeón extraordinario que solo encuentra la paz cuando gana. Hasta entonces, no descansa. Obsesivo. Por eso, el día que capitulaba el Tour de Eslovenia, que reposaba en su bolsillo, y compartía fuga con Majka y Mohoric, campeón esloveno, luchó hasta el final para imponerse en el mano a mano con su compatriota.

DOS ETAPAS Y LA GENERAL

Certificó Pogacar su superioridad en un esprint respingón en el que destempló a Mohoric. Sublimó la general del Tour de Eslovenia con dos triunfos de etapa. No fueron más porque no quiso. Compartió la gloria con Majka, su gran aliado. Ambos, abrazados, han movido la carrera a su antojo, siempre bajo el mando de Pogacar. Domen Novak cerró el podio.

El Tour de Eslovenia constató la fortaleza de Pogacar en un cita que para él tuvo el aspecto de ser un entrenamiento de calidad retransmitido por televisión. Desde el prólogo hasta el epílogo, el esloveno redactó el relato de la carrera con la solidez de siempre. No hubo renglones torcidos. Pogacar no tardó en demostrar que tras su concentración en Livigno, en los Alpes italianos, regresó con el formidable aspecto que luce cada vez que compite. “Está más fuerte que el año pasado”, advirtió Joseba Elgezabal, su masajista, a este periódico.

FAVORITO PARA EL TOUR

Sobrado, el chico de las piernas de oro, enlazó la victoria en el Tour de Eslovenia, su último logro antes de encarar el reto de coronarse por tercera vez consecutiva en París, con los precedentes del UAE Tour, la Strade Bianche y la Tirreno-Adriático. El rendimiento del esloveno continúa intacto e incluso en fase expansiva. Lanzó un aviso sobre sus intenciones en la Grande Boucle.

Joven, apenas 23 años, el triunfo en el jardín de su casa eleva su favoritismo para la carrera francesa. Si en el Dauphiné el dominio lo reprodujo el Jumbo con Roglic y Vingegaard, primero y segundo, en Eslovenia; Pogacar se exhibió con la muleta de Majka. El campeón del Tour solo teme al covid, que se instaló en su equipo y que se ha insertado en el tuétano del pelotón. Da la impresión de que el esloveno que desayuna récords y se bebe la historia a borbotones, es imbatible. Existe una certeza: Pogacar es insaciable.