HELVETIA ANAITASUNA (18+12) Juan Bar, Gastón (3, 1p), Bazán (2), Edu Fernández (2), Ganuza (3), Meoki y Del Arco (5) -siete inicial-. También jugaron Cancio, Etxeberria (3), Héctor González (1), Aitor García (1), Chocarro (1), Pereira (2, 1p), Izquierdo (7) y Bonanno.

INCARLOPSA CUENCA (13+18) Samuel Ibáñez, Sergi March, Doldán (3), Ponciano (4), Bulzamini, Nacho Moya (6, 2p) y Arnau Fernández (4, 1p) -siete inicial-. También jugaron Grbavac, Simonet (2), Pozzer (4), Pizarro (8), Nazaré y Hugo López.

Marcador cada cinco minutos 3-3, 5-6, 8-7, 10-9, 14-11 y 18-13 (descanso); 22-15, 25-18, 26-22, 27-25, 28-28 y 30-31.

Árbitros Luis Ignacio Colmenero Guillén y Víctor Rollán Martín. Excluyeron a los locales Aitor García (2), Bazán (2) y Chocarro; y a los visitantes Sergi March, Bulzamini y Doldán.

Pabellón Anaitasuna. 750 espectadores.

Cuesta creer la derrota de ayer del Helvetia. Cuesta entender cómo después de ir ganando por ocho goles, después de haber desplegado por momentos un buen balonmano donde portería, defensa y ataque se habían confabulado en una perfecta armonía, la derrota acabase por iluminar en el marcador. Por la mínima. 30-31. Ante un Incarlopsa Cuenca que no se dio por vencido y que supo sacar provecho de los errores y de los momentos de debilidad de su rival.

Si dolorosa fue la derrota en Irun, la de ayer en casa, en una Catedral entregada, quizás lo fuese más. Porque tras unos primeros minutos de alternancia, de igualdad entre ambos conjuntos, la salida en el m.18 de Marcos Cancio en detrimento de Juan Bar en la portería lo cambió todo. Supuso un enorme revulsivo para Anaitasuna. Para entonces, los navarros ya ganaban 10-9 y la incursión en la pista de Ander Izquierdo le había dado aún más chispa a la faceta ofensiva.

El portero asturiano estuvo sublime -firmó 13 paradas, ocho de ellas en la primera parte-. El ataque conquense, que tuvo a Pizarro, Ponciano y Nacho Moya como mayores activos, se desesperaba ante un Cancio que contagiaba su confianza al resto del equipo. El Helvetia cuajaba sus mejores minutos, estaba pletórico, con una defensa que funcionaba y un ataque que no fallaba con Del Arco, Izquierdo y Etxeberria. Hasta Héctor González, con más responsabilidad defensiva, se unía a la fiesta goleando. Con un 18-13 se llegaba al descanso.

El técnico del Cuenca, Lidio Jiménez, apenas tardó cuatro minutos en pedir su tercer tiempo muerto, tal era su desesperación con un 22-14 en el marcador y un Cancio que seguía a lo suyo. La película, sin embargo, fue poco a poco cambiando de guion. Anaitasuna llegó a jugar con cinco tras las exclusiones de Bazán y Aitor. Y los fallos de cara a la portería de Ante Grbavac -que había suplido a Samuel Ibáñez- se sucedían. O los tiros iban fuera, o la defensa del Cuenca interceptaba los pases o el meta croata se lucía. O todo junto a la vez.

Los de Jiménez sacaron provecho de esa debilidad. Tras un parcial de 2/7, Quique Domínguez pedía tiempo muerto a falta de menos de diez minutos, cuando su rival ya se había acercado con un peligroso 27-26. Pizarro, el estandarte ofensivo de Cuenca ayer, igualaba el choque en el m.52 (27-27). En los últimos cinco minutos, el Helvetia desaprovechó hasta un 7 metros y a falta de tres, el Cuenca se ponía por delante 29-30. Aunque Edu Fernández empató, un penalti transformado por Nacho Moya acabó por dar la puntilla a un Anaitasuna que acabó atacando con siete, pero que vio cómo al final se le esfumaba la victoria.

Entrenador. A Quique Domínguez le costaba entender lo vivido ayer en La Catedral. “Es de esos partidos que, salvo que los veas, son difíciles de explicar”, aseguraba. “Cómo puede cambiar un partido tanto, después de estar hasta ocho goles arriba”, decía. “Ha aparecido su portero, hemos empezado a fallar lanzamientos, contras y hasta siete metros, y hemos ido perdiendo todo lo ganado hasta entonces. Es un encuentro que habíamos trabajado muy bien y estábamos jugando bien por momentos”, analizaba. Para el técnico gallego, la clave estuvo en “creérselo”. “Ellos se lo han ido creyendo y se nos han ido acercando. A nosotros se nos ha nublado todo. Todo lo que había funcionado ha dejado de funcionar. Ha sido una pena, porque Marcos había hecho un partido extraordinario, pero la defensa no le ha ayudado mucho y conseguían goles con facilidad”, dijo. “Nosotros hemos dudado y cuando dudas, estas son malas compañeras”, concluyó.