"El año pasado gané el último día, con mucha emoción. Fue algo inigualable. Este año estaba de amarillo tras la primera semana y eso supera todo sueño que tenía de niño", subrayó Tadej Pogacar feliz tras la rúbrica de su segundo Tour, que le encauza a la infancia. No supo definir el esloveno cuál de sus dos conquistas le ilusionó más. La de 2020 fue la sorpresa, la de esta edición, la confirmación del fenómeno. Al esloveno superlativo solo le resta la pasarela de los Campos Elíseos para volver al mismo lugar del pasado año: el trono de los Campos Elíseos tras su estallido en La Planche des Belles Filles. Habló el campeón de cuando era niño y uno piensa que eso fue hace apenas unos días porque Pogacar apenas tiene 22 años y dos Tours en el bolsillo. No cumple 23 hasta septiembre."Estoy feliz de acabar, han sido tres semanas duras y exigentes, no hemos parado de trabajar de la mañana a la noche. Ayer no estaba muy motivado, uno acaba por fatigarse un poco, pero me animé para preparar la etapa. La verdad es que no ha sido mi etapa más rápida. Ha ganado el más fuerte, pero estoy contento con el resultado", analizó Pogacar, que fue noveno de la contrarreloj definitiva a 57 segundos del belga Wout van Aert, otro portento. Van Aert venció la etapa del Ventoux, que contó un doble paso a la montaña pelada, y reivindicó su figura en Saint-Émilion.