Javier Tebas está que fuma en pipa con el anteproyecto de Ley del Deporte, porque le puede chafar el último negocio que ha ideado LaLiga: comprar los derechos televisivos de competiciones de más de 60 federaciones y montar una especie de Netflix del deporte español -eso que se llama retransmisiones por streaming-. Que quizás a los aficionaos no les suena mal, y que garantiza unos ingresos extras a dichas federaciones, pero que ha provocado que el Gobierno replique con dureza: “Una Liga Profesional no puede hacerse con los derechos audiovisuales de otros deportes que no sean el suyo. No queremos monopolios”. O, dicho de otra manera, zapatero a tus zapatos. A menudo, casi siempre, Tebas parece olvidar que dirige una asociación de clubes de fútbol y se cree al frente de una multinacional del espectáculo. Y siempre, pero siempre siempre, pensando solo en cómo ganar más dinero.