bilbao - A Fadwa le encanta el fútbol. “Me enamoré del juego”, confiesa. Y lo hizo de niña, viendo en su hermano mayor un ejemplo al que seguir. Así que se entregó al fútbol. A conocerlo. A disfrutarlo. Fadwa rindió pleitesía al balón en plena calle. Sin focos, sin presión, sin árbitros. Sin más gloria que la del placer de jugarlo y sin más derrota que la sufrida ante sus vecinos. ¿Es que existe una derrota peor? Solo un juego. Solo fútbol. Y solo una cosa pudo acabar con aquel idilio: el machismo.

“No es algo normal que una chica juegue al fútbol en Libia”, lamenta la exfutbolista libia, “de hecho, no hay ninguna infraestructura para que el fútbol femenino se desarrolle”. No hay clubes que trabajen con mujeres, no disponen de campos para entrenar... Por eso un día pasó lo que Fadwa tanto temía: “Llegué a una edad en la que ya no se podía jugar en la calle y tuve que parar por un tiempo”. Pero un día se enteró de un grupo de mujeres que quería representar a la selección nacional de Libia: “Me dije que tenía que ir y ser parte de ese equipo”.

Fue en ese instante cuando entró en escena otra mujer. Naziha Arebi es británica, pero por sus venas corre sangre libia. Es directora de cine y en aquel momento el instinto le hizo poner el foco de su cámara en ese grupo de mujeres que estaba dispuesto a romper moldes en un país islámico. “Cuando supe de la existencia de estas mujeres, que no eran especialmente conocidas, se me ocurrió que podía hacer algo con ellas”, relata la cineasta, “fue, además, durante el tiempo de la revolución libia. Al principio pensé que la película terminaría en 2013, cuando el equipo iba a jugar su primer partido. Pensé que ahí debía terminar la película”. Pero cuando en 2013 no se disputó ese envite, Arebi tuvo que decidir si seguía grabando o si ponía punto final a la historia: “Cambió el propósito de la película. Dejó de ser una película sobre el equipo nacional y pasó a ser una película sobre un grupo de amigas que luchaba por un proyecto y por sacar adelante su sueño, sobre el trabajo que hicieron desde un punto de vista social para transformar la sociedad en la que vivían”. El resultado es el film titulado Freedom fields y que la semana pasada se proyectó en el Thinking Football Film Festival de Bilbao.

Con Gadafi borrado de la ecuación, Libia fue escenario de una revolución que no cuajó. En esos tiempos convulsos al fútbol le costó encontrar su hueco. “El papel del fútbol está marcado por la realidad de la revolución y del conflicto”, explica Fadwa, que no se presta a ser fotografiada ni a dar su apellido por miedo a la represión en su país, “fueron momentos muy difíciles para el país y el fútbol quedó supeditado a lo que sucedía. La gente podía seguirlo, pero no podían acudir a los partidos, que se jugaban con las gradas vacías”.

Naziha Arebi acompañó a las futbolistas libias durante cinco años. En ese tiempo fue imposible evitar involucrarse en la historia y despertar sentimientos que aguardaban ocultos en su interior. “Estando allí me di cuenta de que había una parte importante de Libia dentro de mí que ni siquiera yo conocía”, confiesa, “también descubrí la fortaleza que supone formar parte de una comunidad. Estas mujeres podían sacar la fortaleza para afrontar cualquier problema”.

trabajo en ong El equipo de Fadwa sigue trabajando para que las niñas libias no encuentren tantas trabas como ellas para practicar fútbol. “El objetivo de todo esto era que cambiara el punto de vista de la sociedad libia”, relata, “a través de los viajes y giras que hacemos y de las clases que damos, queremos que la mentalidad cambie y se acepte que las niñas pueden jugar al fútbol. Lo han hecho antes y pueden seguir haciéndolo. Ojalá en los próximos años sea algo que cambie y jugar al fútbol en Libia sea algo normal para las chicas”.

Cuando abandonó el equipo nacional, creó la ONG Hera, donde se dedican a enseñar a las jóvenes “a jugar al fútbol, a entrenar y hacerles entender que, si entrenan, puede jugar mejor”: “Se trata de cambiar la mentalidad, de empoderar a las niñas y hacer ver a las mujeres que pueden jugar como los hombres. También realizamos otros actos y actividades de concienciación sobre los trabajos que pueden hacer las mujeres”.

Este proceso queda reflejado en la película Freedom fields. Naziha Arebi confiesa que poder ver en persona el trabajo de las futbolistas con las niñas libias es el momento que más le ha emocionado en los cinco años de grabación en Libia. “Fadwa y las que han sido jugadoras siguen con un trabajo más social entrenando a las niñas de Libia”, detalla la realizadora, “al principio del entrenamiento las niñas están muy serias y tímidas, pero a lo largo del entrenamiento consiguen que estén empoderadas, disfrutando y jugando con fortaleza. Ver esa transformación en un solo entrenamiento es muy metafórico”.

La protagonista de la película espera que su granito de arena y el trabajo de sus compañeras sirvan para que “quizás sea más fácil para las nuevas generaciones de chicas poder dedicarse al fútbol”. Ahora saborea los hitos que el fútbol femenino va alcanzando en Europa, como por ejemplo los partidos de San Mamés o Wanda Metropolitano con 48.000 y 60.000 espectadores: “Es un motivo de esperanza, porque esas mujeres también han pasado por muchas situaciones difíciles y han solventado obstáculos para llegar donde están. Algún día podremos alcanzar esos éxitos. Esa transformación se está dando en todo el mundo”. Mientras tanto, ellas siguen mimando una semilla que revolucione el fútbol libio..