Megáfonos, tambores, bocinas y cánticos, muchos cánticos. Entre los más repetidos destacaron: “Las navarras nunca se rinden”, “Que bote Tajonar”, “Ahora viene el gol” o “Navarra, Navarra y nadie más”. Por oírse, se oyeron hasta cánticos sanfermineros. Tajonar respondió a la fiesta del fútbol femenino y las jugadoras de la selección navarra sub-17 se dieron un baño de multitudes que luego agradecieron.

En el ambiente se podía palpar un fútbol distinto. Sin reproches, insultos ni pitadas. Las jugadoras fueron arropadas en los buenos y en los malos momentos, porque en juego sigue habiendo algo mucho más importante que la victoria o la derrota: el reconocimiento.

hermanas menores Las jugadoras de la selección navarra sub-15, eliminadas en semifinales también ante la selección de Madrid, estuvieron presentes en Tajonar y se hicieron notar. Las jóvenes navarras no pararon de saltar, cantar y animar a sus compañeras mayores durante los noventa minutos del encuentro. “No entiendo cómo no se cansan”, comentaba con sorna una aficionada ante la vitalidad de las chicas.

Además, fueron protagonistas de una de las estampas más emotivas de la jornada de ayer. Cuando sonó el pitido final de Undiano Mallenco y las jugadoras navarras sub-17 se desplomaron en el césped exhaustas y desconsoladas, las jóvenes sub-15 invadieron el campo y trataron de consolar a sus compañeras. Una imagen de fraternidad conmovedora.

otro fútbol posible Prácticamente invisible hace un par de años, el fútbol femenino vive una explosión a nivel nacional. Lejos de deber asemejarlo en todo lo posible a su homónimo masculino, el fútbol femenino tiene la ventaja de partir de cero, sin vicios adquiridos. Ofrece la posibilidad de no caer en los mismos errores.

Durante la celebración del campeonato, Tajonar respiró un ambiente sano, deportivo y reivindicativo, que hizo imaginar qué podría ser de ellas si recibieran el apoyo mediático que reciben sus compañeros de profesión.

Las selecciones navarras demostraron a lo largo del campeonato que el fútbol femenino tiene más público del que algunos creen, que es capaz de imitar las virtudes (técnicas) y evitar los defectos (formales) atribuidos al balompié y, sobre todo, demostraron que las navarras nunca se rinden. Esa es la principal invitación al optimismo.