Donostia - La histórica final de Granada arrancó el sábado a las 20.30. Comenzaron entonces las 24 horas más intensas, al menos en lo deportivo, en la vida de las jugadoras de la Real. Ayer, también a las ocho y media, coincidiendo con el final del partido en Anoeta, celebraron su éxito sobre el césped del coliseo txuri-urdin. Antes del encuentro ya habían ofrecido un aperitivo. Pero la fiesta estaba programada para después. En el Nuevo Los Cármenes se había hecho historia. Un día después convenía festejarlo como la ocasión merecía. Ojalá lleguen más títulos, más pronto que tarde. Pero este siempre tendrá un sabor especial. Qué mejor escenario para ofrecerlo a la hinchada que su templo, ese al que acude cada quince días ávida de alegrones como el que se llevó hace dos días.

Martínez Munuera decretó el final del partido frente al Real Madrid y pocos se movieron de sus asientos, señal inequívoca de que el triunfo copero ha enganchado a la afición. Los futbolistas txuri-urdin formaron un pasillo en la zona del córner en el que calientan los suplentes. A través del mismo fueron haciendo acto de presencia, una a una y anunciadas por megafonía, todas las integrantes de la plantilla de Gonzalo Arconada.

Nahikari García era la más aclamada, con cánticos de “Nahikari quédate”, hasta que llegó el momento de Sandra Ramajo. Saltó la última al césped, con el trofeo en las manos, y Anoeta rugió para dar la bienvenida al primer título en categoría senior que conquista el club desde la Copa del Rey de 1987.

Existía el peligro de que la fiesta no fuera redonda, de que un mal resultado contra el Real Madrid condicionara la alegría que merece cualquier éxito como el logrado en Granada. Pero la incógnita sobre qué habría sucedido en caso de derrota quedará ahí para siempre. Ganaron las chicas. Ganaron los chicos. Y la hinchada, con un fondo Aitor Zabaleta en ebullición, dio rienda suelta a la euforia. Micrófono en mano, Ramajo prometió a la parroquia que “esta Copa no será la última”. La capitana realista dio un susto al sufrir unas convulsiones, de las que fue tratada, cuando estaba celebrando el título en el campo, aunque ingresó en el Hospital Universitario Donostia por precaución y su situación está controlada.

Antes, la grada se había venido definitivamente arriba para protagonizar junto a las jugadoras escenas similares a las de la semifinal contra el Sevilla. Era febrero aún. Y reabrir las vitrinas del club suponía únicamente un sueño. Un sueño que ya se ha convertido en real. Nadie se lo va a quitar a un grupo de chavalas que abandonó el césped de Anoeta consciente de que dejaba atrás un fin de semana inolvidable. Inolvidable en sentido literal.