on la misma determinación y madurez que ya exhibía siendo un juvenil, Juan Carlos Unzué puso ayer sus dos pies sobre una imaginaria línea de gol y con los ojos fijos en un amenazante balón dijo ante el micrófono: "Padezco ELA pero estoy fuerte para convivir con esta enfermedad". Este penalti que ahora le lanza la vida es una nueva prueba para un hombre y un deportista que expuso sus principios la tarde de su debut con Osasuna: "En el fútbol se necesita mucha suerte, pero también trabajar todos los días". Con ese mismo ánimo afronta este nuevo penalti, igual que aquellos otros que marcaron su carrera.

Unzué no estaba preparado cuando su compañero Roberto Santamaría chocó con el murcianista Salvador Mejías dentro del área. Una acción fatal: conmoción del guardameta rojillo y penalti en contra. El chaval contempló la acción desde el banquillo de La Condomina. No tenía tiempo para calentar. Los cuatro minutos que tardaron en sacar a Roberto en camilla le sirvieron para asimilar que llegaba la hora de su debut. "Tranquilo, puedes parar el penaltí", contó que le dijo su entrenador Pedro Zabalza. Tranquilo. Unzué sabía que Miguel Sánchez ejecutaba el máximo castigo por el centro; amagó a la izquierda y rechazó el balón con el pie. Fue su primera intervención en el fútbol profesional. Tenía 19 años. Era el 8 de febrero de 1987.

Tres días después volvía a palpar la soledad del portero frente al balón anclado en la cal del punto de penalti. Al otro lado de esa frontera ficticia que separa el éxito de la derrota, el barcelonista Marcos Alonso. Tras 120 minutos de partido, Osasuna y Barcelona dilucidaban el pase a cuartos de final de Copa. Marcos pegó a la pelota y Unzué la repelió. Era la antesala de la clasificación. El Sadar estalló y al chaval lo pasearon a hombros sus compañeros. "En dos partidos ha demostrado su categoría y madurez pese a su juventud", valoró Zabalza.

Pero como casi todas las historias, esta tiene un prólogo y un epílogo. Con apenas 18 años, Unzué era el guardameta titular de la selección española sub20 (le arrebató el puesto a Julen Lopetegui) que disputó el Mundial de la URSS en el verano de 1985. Con él estaban Goikoetxea y Arozarena. En semifinales, España encontró a los organizadores. El encuentro terminó 2-2 y en la tanda de penaltis Unzué paró dos y clasificó a su equipo para la final. Luego perdieron con Brasil 1-0.

Y en el epílogo también hubo penalti. Ocurrió el día de su despedida del fútbol, en un Osasuna-Alavés, el 15 de junio de 2003. Antes hay que decir que Unzué hizo carrera como portero, pero atesoraba unas dotes como rematador que quienes asistían a los entrenamientos en Tajonar observaban con asombro por lo espectacular de sus chilenas. Unzué, tras 17 años en activo, tenía una deuda con el gol y le quedaban noventa minutos para saldarla. La oportunidad llegó en el minuto 24: penalti contra el descendido Alavés. Los compañeros animan a Unzué a coger el balón; el portero está decidido, mira al banquillo pidiendo la autorización de Javier Aguirre y el entrenador se la niega. Son las normas no escritas del fútbol, el respeto al contrario y tal. Y ahí acabó todo.

Ahora, otro penalti. El de la ELA. Suerte y trabajo, Juan Carlos. Hay partido.