cho la vista unos 2000 años para atrás y te cuentan que un tal Poncio Pilatos se lavó las manos delante de la plebe para demostrar su inocencia. Anda que no sabían los políticos ya por aquellos entonces. Al día siguiente de aquello, que curiosamente debía ser viernes, los romanos soltaron a Barrabás y crucificaron al bueno de Jesús. Antes de que acabara ese finde el milagro se hizo y Jesús resucitó ante el asombro de todos y todas. Entre todas las personas que rodeaban al maestro había uno que se quedó con la cosilla y tuvo que asegurarse más que los demás. Tomás, luego conocido como Santo Tomás, tuvo que meter los dedos en las llagas de Jesús para creerse lo que parece que ocurrió. Ver para creer, dijo Tomás.

No sé ni cuantas veces hemos visto las fechas puestas para que nuestro fútbol regional y fútbol base empiece de una santa vez y siempre nos quedamos con la miel en los labios. Esta semana y la siguiente muchos campos de fútbol se iban a llenar de nuevas ilusiones pero de momento no van a ser tantos y haremos caso a Santo Tomás. Hasta que no lo veamos no lo vamos creer.

Seguramente habrá quien piense que ahora que la pandemia empieza a torcer el cuello ya están aquí los cansos del fútbol para darle alas otra vez, pues no. Los cansos del fútbol respetamos y hemos respetado la pandemia como el que más, aun sabiendas de que en dichos campos los contagios no han tenido cabida y las cifras de los test realizados así lo están demostrando.

Desde una Federación vecina y de manera oficial destacaban la semana pasada que de 7.000 test realizados a todos sus jugadores en activo solo 21 positivos después de 4 meses de competición. Esto demuestra que, cumpliendo las restricciones necesarias, los pesados del fútbol somos más paganos que pesados. Seguramente con Pilatos ya estaríamos todos jugando, ése se hubiera lavado las manos, se hubiese puesto una mascarilla y aquí paz y después€ fútbol.

El autor es técnico deportivo superior.