Vitoria - Llega el momento de soltar la tensión acumulada durante una semana en el que el nivel de nerviosismo de jugadores y aficionados va incrementándose hasta que el balón vuela al aire. El primer título de relevancia de la temporada se pone en juego en febrero y el Kirolbet Baskonia quiere finiquitar en Madrid una década de distanciamiento con el que históricamente es su torneo predilecto. Desde que en 2009 alzase el trofeo en el mismo Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid que ahora, rebautizado comercialmente como WiZink Center, vuelve a ser el escenario de la cita del KO, el idilio ha quedado roto por completo. Se trata de recomponer ahora esa relación tan fructífera para ambas partes -si mucho le ha dado la Copa al Baskonia, no menos le ha dado el club y, sobre todo, su afición al evento- y eso solo se consigue a base de victorias. Tres, concretamente. Pero la clave de todo es no pensar en el mañana olvidándose del hoy. Porque si hay un formato que propicia las sorpresas es este sistema en el que la clasificación o la eliminación dependen de un solo resultado. No hay red por debajo. Ganar es continuar; perder, fracasar. La gloria espera a la vuelta de la esquina este mismo domingo, pero para alcanzarla primero hay que superar otros dos obstáculos. El primero de ellos, un Divina Seguros Joventut que ha recuperado el sitio entre los mejores que por trayectoria merece.

La aspiración del Kirolbet Baskonia es volver a ser un equipo referente en la Copa como lo fue en los tres lustros que pasaron entre su primera final, en 1994, y su último título, en 2009. En dieciséis ediciones, hasta en nueve ocasiones se alcanzó el partido decisivo y en seis de ellas el trofeo acabó en las vitrinas del Buesa Arena. Desde ese apoteósico final de hace diez años con Pete Mickeal como protagonista absoluto de la prórroga contra Unicaja, rubricada con una canasta y un tapón del alero estadounidense para el sexto título, la nada más absoluta. Ni trofeos ni, lo que también es llamativo, ninguna final más.

Renacido Joventut Se pretende romper la tendencia en el WiZink Center. Pero para pensar en el primer partido antes hay que ganar el primero. Y ahí se presenta como oponente un Joventut que tiene piel de cordero, pero que seguramente acabará siendo un plato de difícil digestión. Es lo que tiene el formato, que normalmente iguala las fuerzas entre los contendientes, elimina las distancias en el potencial teórico de cada uno y suele deparar encuentros igualados y no pocas sorpresas. Siete duelos coperos han vivido estos dos equipos, seis de ellos saldados con triunfo vitoriano; pero quizá el día en el que el por entonces TAU era más favorito, la final de Vitoria’08, el triunfo y el título se tiñeron de verdinegro. Y tampoco sería la primera vez que el Baskonia llega a esta gran cita como claro candidato a la gloria y tiene que hacer las maletas a las primeras de cambio tras recibir un sopapo tan morrocotudo como inesperado.

Las sensaciones desde la llegada al banquillo de Velimir Perasovic son positivas y se ha conseguido enderezar el rumbo en la Euroliga sin descuidar la Liga ACB. El técnico tiene además experiencia ganadora en este torneo como baskonista, ya fuese como jugador en 1995 o como entrenador en 2006. A él no le va a pillar nada por sorpresa y por eso ha incidido tanto en que no se puede caer en el error de asumir el favoritismo esta tarde.

Argumentos ha mostrado de sobra su equipo para ser competitivo ante cualquier rival, además de contar con jugadores que han sabido adaptarse a las exigencias del entrenador y dar un paso adelante. Y tras unos días de descanso la desventaja de contar con una plantilla limitada de recursos tampoco se puede presentar como excusa, aunque habrá que ver cómo asimila los esfuerzos el equipo en el caso de ir pasando eliminatorias y llegar al domingo. El primer peldaño en la escalera de regreso hacia la gloria copera presenta un obstáculo llamado Joventut. Y de superarlo dependerá tropezar de nuevo o seguir aspirando a reverdecer laureles.