l a regla 13 establece con carácter general, salvando algunas excepciones, que cuando se va a lanzar un tiro libre todos los adversarios del ejecutor deberán permanecer a una distancia mínima de nueve metros y quince centímetros del balón, en la medida original de las Reglas de Juego 10 yardas.

La regla establece también la posibilidad de que el lanzador ejecute de manera rápida el tiro y lo autoriza con el fin de favorecer la fluidez del juego. En el caso de que tras la ejecución un adversario situado a menos distancia intercepte el balón el juego continuará, sin embargo si lo que hace ese adversario es impedir deliberadamente el saque del tiro libre deberá ser amonestado por retardar la reanudación del juego y el tiro deberá repetirse.

En la práctica asistimos a situaciones diversas que el árbitro debe valorar, es posible que cuando un jugador ponga el balón en juego de manera rápida los adversarios no hayan tenido tiempo de alejarse del balón o que no se encuentren a la distancia correcta, no están obligados a calcularla con exactitud. En estos casos el árbitro deberá permitir que el juego continúe.

Pero asistimos muy a menudo a otras situaciones en las que el árbitro actúa, o debería actuar, para impedir los abusos que se producen en un partido sí y en otro también. Vemos como tras cometer una falta algún jugador del equipo infractor corre a colocarse encimando el balón con el único fin de evitar su puesta en juego y obligando a los contrarios a solicitar la medida de la distancia, esta actitud es inaceptable porque viola el espíritu del juego haciendo que el equipo culpable de la infracción obtenga la ventaja de decidir el momento de su ejecución.

Crea abundantes polémicas el momento en que el ejecutor lanza voluntariamente el balón contra el jugador adversario con el fin de provocar su amonestación, aquí el árbitro debe hilar fino para separar responsabilidades. Si el infractor no ha tenido tiempo de alejarse, el juego deberá continuar, pero si se ha colocado delante del balón para impedir su puesta en juego deberá ser amonestado y el tiro deberá repetirse.

Hay que dejar claro que el equipo que va a lanzar la falta es el único que puede decidir el momento de su ejecución y el que tiene la facultad de solicitar al árbitro la medida de la distancia reglamentaria, el que ha cometido la falta debe sufrir las consecuencias de su infracción. Ese es el espíritu del juego.

El autor es vocal de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol