hemos escrito a menudo en estas líneas que las Reglas de Juego hacen recaer sobre el árbitro la facultad de aplicarlas con cierta discrecionalidad, esta posibilidad de usar un criterio más o menos personal se acentúa especialmente en el modo de aplicar la mal llamada “ley” de la ventaja.

La aplicación de la ventaja por parte del árbitro viene contemplada en la regla 5 en los siguientes términos. “Permitirá que el juego prosiga si el equipo que sufre la infracción acaba en una situación ventajosa tras la acción, y sancionará la infracción cometida si no se produjera la situación”.

Posteriormente en las Directrices prácticas para árbitros que complementan las Reglas leemos: El árbitro podrá conceder la ventaja siempre que se produzca una infracción o falta, pero debería tener en cuenta lo siguiente para decidir si debe aplicar la ventaja o detener el juego:

- La gravedad de la infracción: si la infracción implica una expulsión, el árbitro deberá detener el juego y expulsar al jugador, a menos que se presente una oportunidad manifiesta de gol.

-La posición en la que se cometió la infracción: cuanto más cerca de la portería adversaria, más efectiva será la ventaja.

-La posibilidad de un contraataque peligroso contra la portería adversaria.

-El ambiente del partido.

De todo lo leído se extrae una conclusión principal: el árbitro debe evitar que el equipo infractor pueda beneficiarse de la sanción y para ello valorará un conjunto de circunstancias y variables que harán que su decisión se adapte a esa jugada concreta. Un segundo objetivo, también de gran importancia, es favorecer la fluidez del juego y por ende su belleza.

Es interesante ver que una de las condiciones a valorar por el árbitro sea el ambiente del partido, dentro de la gestión general que hace del juego debe ser consciente de la “temperatura” que hay en el terreno e incluso en las gradas y contemplar que en ocasiones la concesión de la ventaja puede ser mal entendida y dar lugar a reacciones bruscas o violentas, en estos casos puede ser preferible detener el juego para su mejor control y calmar a los contendientes, “parar y templar” en términos taurinos.

Debe quedar claro también que la simple posesión del balón no significa en sí misma una ventaja, es posible que un jugador tenga el balón pero le convenga más la sanción de la falta.

La aplicación de la ventaja es una herramienta potente en manos del árbitro, debe usarla con sentido común en beneficio del juego.

El autor es vocal de Formación del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol