Unai Morán Recio (Barakaldo, 1980) acaba de publicar Leyendas del baloncesto vasco, un libro que repasa la trayectoria de varios jugadores históricos, entre los que se encuentran los navarros Txemi y Álex Urtasun, Mikel y Ricardo Úriz y José Antonio Alonso. Unai Morán, que estudió Comunicación en la Universidad de Navarra, quiere "ensalzar estas figuras para que los jóvenes tengan un espejo en el que mirarse".

Acaba de publicar el libro Leyendas del baloncesto vasco, una obra pionera sobre el tema.

-La verdad es que el baloncesto ha sido y es un deporte muy importante en nuestra tierra, pero no ha tenido la repercusión editorial que los éxitos deportivos han merecido: no se ha escrito mucho sobre el tema. Como periodista, vi que era una necesidad que había que cubrir, que esto tenía que ser contado. Me animé con ello y este es el resultado.

¿Cómo surgió este proyecto?

-Comencé el trabajo aproximadamente hace cuatro años y la idea viene del creciente desapego que siento por las plantillas que conforman nuestros clubes. Tenemos al Baskonia, al Bilbao y al Gipuzkoa en la máxima categoría y, sin embargo, la presencia de jugadores vascos en ellos es muy escasa. Tampoco hacen hincapié en la formación de jóvenes promesas y, reflexionando un poco al respecto, me pregunté a ver si esto había sido así siempre. Empecé a buscar cuáles habían sido los jugadores más importantes y le fui dando forma al libro.

En la obra habla de algunas de las grandes figuras del baloncesto navarro como los hermanos Urtasun, los Úriz o José Antonio Alonso.

-El que aparece como uno de los trece protagonistas del libro es Txemi Urtasun, porque ha tenido la trayectoria más contrastada. No solo ha estado un montón de temporadas en la ACB, sino que también ha sido subcampeón de la Eurocopa con el Sevilla y jugó dos temporadas muy buenas en el Unicaja, llegando a ser un jugador de referencia en la Euroliga. Txemi ha reunido a lo largo de su carrera muchos méritos como para ser uno de los grandes protagonistas del libro. Junto a él, son muchos otros los nombres que aparecen como su hermano Álex Urtasun, que también ha sumado un montón de temporadas en la ACB. También se destaca a los hermanos Úriz, Mikel y Ricardo, que llegó a jugar 14 temporadas en la máxima competición, sumando más de 1.600 puntos y 1.000 asistencias. Estas dos sagas familiares han dejado marcado el camino para el baloncesto navarro.

¿Cuál cree que ha sido el legado de estos jugadores?

-Txemi, sobre todo, es una imagen donde verse reflejado. Es el ejemplo de hasta dónde puede llegar un jugador que sale de San Cernín o de cualquier otro colegio de Navarra. Él llegó a ser un jugador de referencia en la Euroliga midiendo 1.93. Se ve que tampoco hace falta medir 2.15 para ser uno de los jugadores más importantes de Europa. Creo que ese es el papel que refleja Txemi. Álex es más viajado, con experiencia internacional en Francia, donde destacó. Álex representa esa lucha por buscar el camino, a veces lejos de casa. Salir, demostrar que vales y poder regresar luego ya con una trayectoria importante. Ricardo Úriz yo creo que es la constancia. Son 14 temporadas en la máxima competición, es el único que ha jugado en todos nuestros equipos de la máxima categoría (Baskonia, Bilbao Basket y Gipuzkoa) y representa la constancia. Creo que son tres ejemplos en los que se pueden fijar los nuevos jugadores del territorio. Es cierto que Navarra tiene una pega, y es que nunca ha tenido un equipo en la máxima categoría. A lo largo de la historia, hubo equipos que estuvieron cerca como Argaray, Oberena, Natación o Basket Navarra, pero nunca se ha llegado a conseguir. Falta que un club de élite pueda servir de atractivo a los nuevos jugadores. A falta de ese club y a falta de que Pamplona acoja grandes eventos de baloncesto, los jugadores como Txemi, Álex o Úriz tienen que ser esa referencia para las jóvenes promesas.

¿Por qué cree que Navarra no ha llegado a tener un equipo en la élite, a diferencia de otras ciudades como Vitoria o Bilbao?

-En primer lugar, el desarrollo del baloncesto fue algo más tardío en Navarra en comparación con los territorios limítrofes y eso pudo pesar en los comienzos. Después, por unos motivos u otros, como la falta de dinero o la escasa implicación de las autoridades, lo cierto es que ningún proyecto ha conseguido llegar a la élite. El hecho de no contar con ese equipo en la máxima categoría es un freno para la progresión de jugadores. Luego, Navarra es un territorio que destaca en muchos deportes: fútbol, pelota, herri kirolak y casi todos los deportes de equipo. La competencia es muy grande y tener equipos de tantas modalidades en la máxima categoría es muy complicado. Encima, en baloncesto, la competencia para llegar a la élite es mayor que en otros deportes. Yo lo resumiría con esos tres factores: desarrollo tardío, falta de un club en la élite y la competencia por el gran nivel que hay en muchos deportes en Navarra.

Habla de un desarrollo tardío. ¿Cómo y cuándo empezó el baloncesto en Navarra?

-Fue allá por los años 40, con dos décadas de retraso con Vizcaya y con competiciones locales, todavía muy amateurs. El baloncesto profesional tardó en aparecer y fueron durante muchos años competiciones limitadas a Pamplona o sus cercanías.

¿En qué situación se encuentra ahora el baloncesto navarro?

-Está en un cierto marco de estabilidad, pero es una estabilidad que tendría que mejorar. El Basket Navarra está en LEB Plata y eso es un retroceso respecto a lo que era hace una década, cuando el club trataba de dar el salto a la máxima categoría. A Navarra le sigue faltando subir ese escalón para llegar a la élite y eso lastra toda la formación de jugadores. Si no hay un proyecto arriba, cuesta más sacar a los jugadores de la base porque no encuentran opciones. No obstante, la materia prima está ahí. Dos ejemplos claros son Ander Urdiain, que está compitiendo en LEB Oro en el Huesca (cedido por el Zaragoza de la ACB) e Iñaki Ordóñez, que salió del Navarro Villoslada y está en las categorías inferiores del Barcelona.

También está creciendo mucho el baloncesto femenino. ¿Lo ha tenido en cuenta para este trabajo?

-Tenerlo en cuenta siempre, pero es cierto que los protagonistas del libro se centran en el baloncesto masculino, porque la profesionalidad ha tardado más en llegar al femenino. Aunque, en la propia introducción, se hace referencia a que fueron las mujeres, curiosamente, las primeras que jugaron a baloncesto en Euskadi, concretamente en Vizcaya. Ellas lo practicaron inicialmente como alternativa al fútbol, reclamando su derecho a hacer deporte. Luego, fueron los hombres los que progresaron más rápidamente, como en otros muchos sectores, y ellas no tuvieron las mismas oportunidades. Pero no hay ninguna duda de que, muchas veces, el mérito de los equipos femeninos ha sido mayor que el de los masculinos.