- China entera se encuentra en celebraciones. No solo los Juegos Olímpicos de invierno suponen motivo de alegría, la festividad del Año Nuevo chino -en esta ocasión el del tigre- ocupa gran parte de la atención.

Más de 6.000 personas se han desplazado hasta Pekín (primera ciudad en acoger unos Juegos de verano y de invierno) para el evento deportivo, lo que ha provocado que las autoridades sanitarias extremen las medidas. En los controles previos, realizados en el aeropuerto, se reportaron 36 casos, cifra mínima en comparación con las 1.252 PCR que se realizaron.

No obstante, la organización no ha querido escatimar en recursos y ha montado una burbuja completa. Sin acceso desde el exterior, ni contacto con ninguna persona que no tenga relación en el certamen. Entre las medidas que se han tomado, se encuentra la de realizar pruebas PCR diarias y, en el caso de que se detecte un positivo se realizará un control masivo, exigir vacunación o escoger al público según una serie de pautas. Estas normas han levantado cierta polémica entre los habitantes de Pekín. Desde que se informó del primer caso de la variante ómicron en la capital, los distintos distritos han vivido cribados masivos con la intención de parar el rebrote.

Es por eso que no se va a permitir público extranjero y se seleccionaran los espectadores específicos que cumplan ciertas condiciones.

Al igual, los atletas y personal llegado de otros países no podrán tener ningún tipo de contacto con los habitantes de Pekín. Todo esto para asegurar un espectáculo digno y que no surja ningún contratiempo, algo que funcionó en verano con los Juegos de Tokio.

El Gobierno pequinés sigue con su plan de covid cero. Pese a que el lunes se registraron 104 casos en la ciudad, cifras que se encuentran al límite de lo que las autoridades consideran óptimas. No quieren que un nuevo rebrote empañe los dos grandes eventos, la celebración del Año Nuevo y los Juegos Olímpicos de Invierno.