vitoria - Hace apenas un mes que ha arrancado el presente 2019 y como prácticamente siempre desde hace más de dos décadas el nuevo año ha comenzado acompañado de una gesta de los hermanos Pou. La trayectoria de Iker y Eneko está repleta de éxitos al alcance únicamente de unos privilegiados como ellos pero eso no provoca ni mucho menos que se dan por satisfechos con el brillante currículo que atesoran. Más bien al contrario, continúan planteándose más desafíos que les permiten mantenerse en la élite de un deporte tan exigente como la escalada. El último de sus retos los han desarrollado en un escenario, Argentina, con el que mantienen estrechos vínculos y el resultado no ha podido resultar más satisfactorio.

Y es que los hermanos vitorianos han añadido en la Patagonia una nueva muesca a su expediente. Algo que tiene especial significancia teniendo en cuenta las condiciones climatológicas especialmente adversas que han concurrido esta temporada en ese terreno. Pero, pese, a ello, los alaveses se traen en su maleta de regreso a casa la apertura de Haizea, 7b/+/60º/550 metros a la Aguja de la S en el cordal del Fitz Roy, dentro del Parque Nacional de los Glaciares.

La ruta consta de trece largos de escalada difícil y sostenida, que Iker y Eneko resolvieron en estilo alpino y Non Stop en doce horas continuadas de escalada. Se trata de la fórmula más limpia que se puede utilizar en el mundo del alpinismo, ya que los aperturistas afrontan la ascensión sin cuerdas fijas, saco, hornillo, esterilla? con lo que la velocidad y la destreza toman un papel fundamental. Al prescindir de los materiales esenciales de vivac, están obligados a escalar sin descanso hasta llegar de vuelta al suelo. Una táctica muy dura que requiere de una gran experiencia y forma física, pero que es muy útil en la Patagonia, donde las ventanas de buen tiempo pueden ser de apenas unas horas.

Además, los Pou combinaron durante los 550 metros de escalada un sistema de fisuras perfecto, que les permitió no tener que colocar ni un solo seguro expansivo, con lo que a nivel ético la apertura fue intachable. Encontraron el glaciar en buenas condiciones y no excesivamente peligroso para su tránsito hasta pie de vía. Escalaron la mayor parte de la ruta al sol, con lo que pudieron combatir el frío intenso que hizo ese día. El plan que habían trazado les llevó a levantarse en el campo base (vivaquearon sin tienda) a las 2:30 de la madrugada y empezaron a caminar a las 4:00 en mitad de la oscuridad, estando de vuelta en el punto de partida a las 23:00 otra vez prácticamente de noche y después de diecinueve horas de actividad ininterrumpida.

Esta es la segunda ruta que abren los vitorianos en el macizo del Fitz Roy tras la apertura de Aupa 40 en el mes de febrero de 2.017. Se corresponde, además, al viento dentro de su proyecto The North Face 4 Elementos. Antes de estas dos últimas vías, en cualquier caso, ya habían firmado ascensos muy significativos en esas montañas, entre los que merecen mención especial la escalada del Fitz Roy en 2.007 por la ruta Supercanaleta y la cima del Cerro Torre conseguida en el año 2013 por la vía de los Ragni di Lecco, ambas cumbres consideradas entre las más difíciles y bonitas del mundo.

Este reciente éxito se trata, por lo tanto, de una buena manera de iniciar este 2019 en el que aún tienen por delante un buen número de retos apasionantes. Entre ellos se encuentra el objetivo de avanzar un paso más en el proyecto de los cuatro elementos, para lo que en los próximos meses se medirán con el que le corresponderá el epígrafe de Tierra.

En la última ventana de buen tiempo que tuvieron antes de emprender el viaje de regreso a casa, Iker y Eneko intentaron abrir otra ruta en compañía del argentino Fernando Irrazabal. Pero desistieron incluso antes de encordarse al ver que las condiciones no eran todo lo buenas que la predicción meteorológica había marcado. Una decisión que a la postre se demostró como muy acertada ya que en el mismo intervalo de días y en un valle paralelo un escalador checo y dos brasileños perdieron la vida a causa de la hipotermia generada por el viento y el frío reinante en la zona. Y es que se han enfrentado a una temporada muy dificultada por la climatología adversa, con lo que los alaveses se dan más que satisfechos con una apertura que, en las condiciones reinantes, veían lejos de poder realizar.