pamplona. Caja Navarra ha destinado desde 2002 más de 170 millones de euros (casi 29.000 millones de las antiguas pesetas) a costear prejubilaciones. La cifra comprende los 46 millones de euros que deberá destinar la entidad, ya integrada dentro de Banca Cívica, para hacer frente a las 157 salidas previstas en el proceso de fusión de las cuatro cajas.

La mayor parte de esta cantidad (unos 107 millones de euros) se corresponden con los años de bonanza económica (2002-2008) y de mayor crecimiento de la entidad, que incrementó su plantilla desde los 1.323 trabajadores con los que contaba en 2002 hasta los más de 1.900 con los que cerró 2008. A estas cantidades hay que unir los 17,26 millones de 2009, al inicio de la fusión de Banca Cívica y los primeros cierres de oficinas, y los 157 previstos para 2010 y 2011.

La cifra resulta llamativa en un momento en que las entidades financieras, y también Banca Cívica, necesitan reforzar su capital para evitar ser nacionalizadas. En el caso concreto del banco liderado por Caja Navarra sus necesidades de capital se cifran en unos 847 millones de euros, si bien no existen datos desagregados para cada una de las cuatro cajas. Caja Navarra hizo públicos hace ya más de un año sus últimos datos de capitalización, en torno al 9%, un punto por debajo de lo que requiera en la actualidad el Gobierno para poder mantenerse como una caja de ahorros. Teniendo en cuenta que, en 2009, los fondos propios de Caja Navarra rondaban los 1.090 millones de euros, frente a los 795 actuales, cabe suponer que unos 100 ó 120 millones de euros adicionales en las reservas hubiesen acercado mucho a Caja Navarra a esa cifra que sí cumplen, por ejemplo, varias de las cajas que le rodea. Tanto la guipuzcoana Kutxa, como la vizcaína BBK o la aragonesa Ibercaja superaban el 10% que pide el Gobierno para evitar una salida a Bolsa o una nacionalización parcial vía FROB.

El dinero destinado y el número de empleados que accedieron a las prejubilaciones ilustran también la alegría con la que las entidades financieras recurrieron a esta figura.A diferencia de lo que ha sucedido en el actual proceso de recorte de personal, cuando son prejubilados trabajadores de al menos 55 años, en acuerdos anteriores Caja Navarra -y en general prácticamente todo el sector financiero- prejubiló a trabajadores de 50 años o incluso más jóvenes. Esto explica, por ejemplo, el coste que tuvieron algunas prejubilaciones selectivas realizadas entre 2002 y 2008.

Caja Navarra arrancó la primera década del siglo afrontando la absorción de Caja Pamplona, que supuso la prejubilación de 158 trabajadores en el año 2001, con un coste de unos 41 millones de euros que quedan fuera del cálculo de este artículo. Las siguientes, las efectuadas a partir del año 2002, el primero con Enrique Goñi al frente de la entidad, respondían ya a un deseo de rejuvenecer la plantilla y contar con un equipo más acorde a los nuevos métodos de trabajo. Este proceso concluyó en 2003, año en que se prejubiló a otros 150 trabajadores, con un coste de casi 49 millones de euros, según los datos de la memoria de aquel año. En esos dos años, fueron prejubilados 238 trabajadores, con un coste para Caja Navarra de más de 82,5 millones de euros. Una parte significativa de estas prejubilaciones recayeron en directivos y en jefes de oficina. Las prejubilaciones no supusieron una reducción significativa de la plantilla: en 2000, justo tras la fusión, rondaba los 1.369 trabajadores, 13 más de los que se podía contar en 2003. A partir de ese año, y con la puesta en marcha de un ambicioso plan de expansión, la plantilla creció hasta tocar techo en 2008.

salidas selectivas La política de prejubilaciones se atenuó sensiblemente en los años posteriores y se tradujo en salidas muy concretas de la caja, si bien a un coste medio cercano a los 500.000 euros por trabajador, como los 13 prejubilados del año 2004, a los que Caja Navarra destinó unos 13 millones de euros. Las ocho prejubilaciones de 2008 también le salieron bastante caras a la entidad, con 4,79 millones de euros: casi 600.000 euros por empleado. En 2009, el coste de las prejubilaciones se redujo ligeramente, hasta los 493.000 euros de media por cada prejubilado. Para el actual acuerdo, que contempla 157 salidas y que tiene un coste de al menos 46 millones de euros, la dirección de la caja ha conseguido rebajar el coste medio hasta los 292.000 euros.

El gasto en prejubilaciones ha repercutido directamente en la capitalización de Caja Navarra, históricamente uno de los puntos fuertes de la entidad. Este baremo se ha convertido asimismo en un elemento clave en la actual crisis, como se ha visto en la reordenación de cajas: las entidades más fuertes en este sentido han liderado los procesos de fusión en detrimento de cajas más grandes pero menos capitalizadas. Con un 9% de capital básico en 2009, Caja Navarra se situaba en la parte media alta de las 45 cajas que quedaban en ese momento, pero su fortaleza resultó insuficiente para superar los test de estrés del pasado verano (ya con Caja Burgos y Caja Canarias) y mucho menos para integrar dentro de Banca Cívica sin ayudas públicas a Cajasol. Tras recibir 977 millones de euros del FROB, la entidad precisa de otros 847 millones para cumplir con las crecientes exigencias de capital que ha ido marcando el Gobierno a medida que arreciaba la crisis de la deuda.

Pero no sólo las prejubilaciones mermaron en cierto modo las reservas de Caja Navarra. El ambicioso plan de expansión, que tuvo que ser frenado en el verano de 2008 también recibió una inversión abundante, con 120 oficinas abiertas entre 2005 y 2008. La entidad adquirió asimismo el 30% de una cooperativa de crédito en Hungría en 2007 por valor de 40 millones (en 2009 rechazó elevar su participación hasta el 90%) y se volcó en la apertura de oficinas, casi todas compradas, en la Comunidad Autónoma Vasca. En esta comunidad, los planes iniciales, para la apertura de 50 oficinas, hablaban de una inversión superior a los 60 millones de euros. En total, la expansión requirió de unas inversiones cercanas a los 200 millones de euros y no ha evitado que en los dos últimos años haya habido que cerrar medio centenar de oficinas. Entre 2002 y y 2008, Caja Navarra incrementó sus oficinas en algo más de un 62%, claramente por encima de la media, que rondó el 45%.

la consecuencia: menos reservas ¿En qué se ha traducido todo esto? Para obtener una conclusión fundamentada es necesario acudir a los balances de la entidad y ver cómo se han incrementado sus reservas a lo largo de los últimos años. Y compararlos con los de otras entidades similares o que se mueven en el mismo entorno. Así, entre finales de 2003 y finales de 2009 -antes, por tanto, de que Can adelantase provisiones para sanear su balance y redujese significativamente sus fondos propios- las reservas de la caja pasaron de 568,96 millones a 1.087,66. Esto supone un incremento de 1,91 veces, frente a un aumento medio de 2,12 veces en el conjunto del sector de cajas. La diferencia, en términos porcentuales, puede parecer pequeña, pero si Caja Navarra se hubiese capitalizado en la misma proporción, sus reservas hubiesen crecido en unos 120 millones de euros adicionales.

La diferencia es incluso más llamativa si se amplía un par de años la secuencia temporal y se compara a Caja Navarra con competidoras como Caja Rural, la segunda entidad financiera de Navarra en volumen y cuota de mercado. Las reservas de Caja Rural de Navarra, que apenas abrió oficinas fuera de Navarra ni arrastraba las secuelas de una complicada adquisición como la de Caja Pamplona, se multiplicaron por 3,21 entre 2001 y 2009, mientras que las de Caja Navarra lo hicieron apenas un 1,93%. En el mismo periodo, Ibercaja multiplicó sus reservas por 2,72; Kutxa las multiplicó por 2,27 y BBK, la más capitalizada de todas, las incrementó 2,1 veces: de 1.305,6 millones a 2,744,6 millones. Esto le ha permitido adquirir Cajasur con la menor ayuda de las solicitadas y liderar la fusión de las cajas vascas sin necesidad, en principio, de recurrir al FROB.