- Los directivos de las empresas industriales miran el calendario y buscan la penúltima hoja. Noviembre, que suena tan lejano, marcará el porvenir tras un año que será nefasto para la economía navarra. Un buen noviembre significará muchas cosas: supondrá, sobre todo, que no se ha producido un temido rebrote o que este, al menos, no ha obligado al confinamiento; un buen noviembre supondrá que el último trimestre es también bueno y anticipará un 2021 de recuperación vigorosa. Oro para una industria como la navarra, que depende de la exportación y que, hasta el momento, ha protegido el empleo gracias a la aplicación generalizada de ERTE.

Los datos de afiliados a la Seguridad Social, que analizan lo sucedido en los meses de marzo y abril, lo explican con claridad. La industria manufacturera de Navarra mantiene prácticamente el mismo nivel de ocupación desde finales del invierno, con 67.220 ocupados, solo 29 menos a finales de febrero. Un descenso que no se explica sin el efecto de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, que han evitado la salida generalizada de trabajadores, y tampoco sin el impulso que han recibido algunas actividades concretas, como la industria agroalimentaria, que ha conservado un nivel de actividad muy superior al del resto de sectores. La mayor parte de las empresas vinculadas a la alimentación, excepto aquellas que vendían sobre todo a la hostelería, han logrado evitar las regulaciones de empleo.

Los ERTE, especialmente aquellos considerados de fuerza mayor, han aportado al mercado laboral navarro un cierto grado de flexibilidad. Al asumir el Estado los costes de las cotizaciones a la Seguridad Social, el ahorro para las empresas resulta significativo, pero el impacto no ha sido homogéneo en todos los sectores. Y pese a que la hostelería y el comercio al por menor han recurrido a ellos de forma masiva, la propia estructura y dimensión de los negocios, con numerosas empresas unipersonales, a cargo de autónomos o con apenas un asalariado, con escasos niveles de liquidez que impiden afrontar los mínimos gastos, está provocando que el desempleo crezca más en estos sectores. En solo dos meses, la hostelería ha perdido más de 1.355 puestos de trabajo. Es decir, es dos meses de frenazo ha destruido todo el empleo que creó en los tres años de crecimiento previos.

"Los ERTE han funcionado bien, pero está claro que no todas las empresas han recurrido a ellos", explica Nacho Calvo, de la Asociación de Hostelería de Navarra, quien señala que algunas empresas han podido optar por la rescisión de los contratos ante el temor de que esta fórmula sea "un caramelo envenenado" debido a la obligatoriedad de mantener el empleo. "Alguno ha podido sentir miedo", admitía.

Calvo advierte, además, de que la extensión de los ERTE por fuerza mayor hasta el 30 junio no será suficiente para el sector hostelero, que ha reiniciado la apertura en la fase 1, que ampliará terrazas en la dos, cuando también regresarán los restaurantes, pero que no vislumbra un horizonte de regreso a la normalidad. "Las barras de pintxos y los bares de copas van a ser lo último en regresar", explica Calvo, quien señala que las empresas de hostelería comenzarán a negociar mañana con los sindicatos una desescalada propia más dilatada, para presentar el acuerdo posteriormente al Gobierno central. "Habría que estirar los plazos", explica.

Tampoco el comercio se ha librado de una destrucción de empleo relativamente intensa (1.014 afiliados menos, si se tienen en cuenta los talleres), al igual que los servicios auxiliares y actividades administrativas, que suelen recoger actividades subcontratadas, con una pérdida de casi 3.000 empleos, más de 40% del total.

Su regreso dependerá del modo en que se recupere la actividad en los próximos meses. Lo mismo sucede en la industria: de momento aguanta, pero esta misma semana ELA advertía de que la posibilidad real de una gran crisis de empleo. Cada vez más empresas solicitan ERTE por lo que ya es una crisis de demanda.