La crisis energética de los dos últimos años le ha costado a Navarra ya más de 1.000 millones de euros. Y no solo por la subida vertical de los precios de los carburantes que importamos, sino porque el desconfinamiento hizo que el consumo de energía primaria primaria se desbocara durante 2021, hasta superar las 2.745.856 toneladas equivalentes de petróleo, un 23,4% más que en 2020, pero un 8% más incluso que en 2019, un periodo no impactado por la pandemia.

“Estamos en máximos de los últimos cuatro años”, admiten desde el Gobierno de Navarra, que ha publicado recientemente el balance energético correspondiente a 2021, que pone números al modo en que nos movemos, nos calentamos y nos enfriamos. Un documento de 97 páginas, cuya elaboración demora cerca de 11 meses, y que constata el fuerte repunte del uso de combustibles fósiles, sobre todo gas y petróleo, registrado sobre todo en el transporte y en la industria. 

La gasolina amenaza con nuevas subidas

De este modo, el coste económico aproximado de los combustibles empleados en el consumo de energía final en Navarra pasó de 1.901 millones de euros en 2019 a 1.523 millones en 2020 y a 2.522 millones en 2021, la cifra más alta al menos desde 2008. Este incremento de 621 millones de euros se debe en buena medida al encarecimiento del gas, que inició hace dos años una escalada que no se detuvo hasta el verano pasado y de los productos derivados del petróleo, que amenazan con nuevos incrementos tras la entrada en vigor del veto al petróleo ruso. La factura de 2022, pese a las medidas aplicadas en la segunda mitad de año, habrá resultado, por tanto, inevitablemente elevada.  

Todo ello supone que Navarra destinó en 2021 una cantidad equivalente al 11,4% de su PIB, 2,7 puntos más que en 2019 y una cifra muy similar a la de 2012, en mitad de una fuerte recesión y que supone el máximo histórico de la serie calculada por el Gobierno de Navarra. “Teniendo en cuenta el reducido nivel de participación de las fuentes autóctonas en el consumo global, implica que dicho gasto se realiza en gran parte fuera de Navarra. En realidad, este gasto procede de combustibles procedentes del exterior (gas natural y petróleo y derivados), y suponen un peso muy considerable en la balanza comercial, de Navarra y de España”, destaca el Gobierno de Navarra.

Tres cuartas partes de la energía, origen fósil

Porque, a pesar del descenso en el consumo de petróleo que se aprecia desde 2008 (una caída interrumpida en 2021 que devuelve a Navarra a 2011), tanto este carburante como el gas y el carbón suponen todavía tres cuartas partes de la energía final que se consume en la Comunidad Foral, que aspira a ser en menos de tres décadas neutra en emisiones de CO2 a la atmósfera. Un objetivo que, como explica Funcas en su último informe sobre energía, va a exigir la transformación y electrificación de sectores económicos completos, comenzando por el transporte y siguiendo por la industria. 

De hecho, Navarra consume un 0,17% más de petróleo que hace una década; ha elevado un 11% el uso de gas natural y se ha incrementado en un 25,5% el de la biomasa. Disminuye en cambio apenas un 3,45 el uso de carbón y baja también menos de un 2% el uso de la electricidad, un descenso que indica el largo camino que resta para completar la transición energética. 

Coste para los ciudadanos

Te puede interesar:

Antonio F. Rodríguez y Pedro Linares, autores de la publicación constatan además que la transición va a requerir un volumen ingente de recursos económicos para que se pueda llevar a cabo. Así, algunos estudios indican que puede ser preciso multiplicar por 3 o incluso por cinco la tasa anual de instalación de renovables, o por 25 el despliegue de baterías. “También se estima que habrá que doblar la inversión actual anual en infraestructuras energéticas durante las próximas tres décadas”. En cuanto a los precios energéticos, “todos los escenarios apuntan a una creciente volatilidad”, señala el informe.

Unos costes que, además, tendrán una repercusión directa en el bolsillo de la ciudadanía. La transformación urbana necesaria para alcanzar ciudades climáticamente neutras requiere una una inversión de entre 10.000 y 30.000 euros por habitante en los próximos ocho años. “Una cifra, explica el informe, que se sitúa muy por encima de los presupuestos municipales habituales”.