Cristina Diez, vecina de Rada de 31 años, compagina su trabajo como peluquera con la gestión de una explotación ganadera de vacuno de carne, una actividad que asumió tras la jubilación de su suegro y que ha decidido continuar por su cuenta. “Por no dejarlo de lado, nos lo planteamos mi marido y yo, pero al final, él tiene un trabajo a jornada completa y no podía dedicarse tanto", ha explicado. Al final, fue ella la que se animó a coger las vacas por los cuernos, ya que trabaja a media jornada en la peluquería y “me resultaba más viable compaginarlo con la ganadería".
Aunque su trayectoria profesional no tiene relación directa con el sector primario, Cristina llevaba años vinculada a la ganadería familiar. “Como mi suegro siempre ha tenido la ganadería, y llevo muchos años con mi marido, al final ya estaba todo rodado”, indica. La pareja lleva quince años junta, y desde entonces ella ha estado en contacto diario con los animales.
Actualmente, la explotación cuenta con unas 90 cabezas de ganado, de las cuales 40 son madres. La actividad se basa en el manejo extensivo y la venta de terneros destetados directamente al matadero. “El macho está con la hembra y, cuando esta pare, los apartamos unos días para controlar que todo va bien. Luego los dejamos en las praderas con el resto de animales. Cuando tienen unos seis meses, los destetamos y los vendemos”, detalla. Su objetivo es construir un cebadero para poder encargarse también de la fase de engorde.
Diez vende los animales directamente al matadero, sin intermediarios ni cooperativas, lo que facilita el proceso de comercialización. “Ellos vienen, recogen los animales y ya se encargan del resto: sacrificio y distribución”, explica.
Familia y naturaleza
Para ella, lo más valioso de esta profesión es “estar todo el día en el campo”. Además, destaca el vínculo que sus hijos están desarrollando con la vida rural. “Disfrutan muchísimo estando con los animales”, asegura.
El entorno rural y la conciliación familiar han sido factores clave en su decisión de continuar con la ganadería. “Lo que busco es la comodidad de poder trabajar donde están mis hijos. Si me tuviera que ir fuera a trabajar, no podría estar tanto con ellos”.
Precisamente preguntada por la despoblación que sufren numerosas localidades de la Comunidad Foral, Diez celebra que “En nuestro pueblo nos estamos quedando casi todos los jóvenes. El 80 %, diría”. “Antes se fue mucha gente, pero ahora ha vuelto”, pone en valor.