El investigador del departamento de Economía de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), Mikel Casares Polo, analiza en esta entrevista la situación económica actual marcada por la subida de precios, la inflación y la guerra de Ucrania y realiza una previsión del comportamiento del mercado tanto a nivel estatal como de Navarra.

Los expertos prevén que la economía española se desacelere en 2023, hasta el 1,1%, y apuntan una mejoría de la inflación. ¿Cuáles son los factores que lo hacen posible?

La economía se desacelera debido a las altas tasas de inflación y las subidas de los tipos de interés. La demanda se resiente porque tanto el consumo de las familias como la inversión de las empresas se ven afectados negativamente por el contexto inflacionista.

¿Cómo cree que evolucionarán los precios en un escenario marcado por la guerra de Ucrania?

Obviamente es muy complicado hacer predicciones sobre variables económicas que dependen de aspectos geopolíticos. Todos esperamos que la guerra en Ucrania finalice pronto, pero en cualquier caso los precios de la energía en origen ya iniciaron una senda bajista hace bastantes meses. Las tasas de inflación alcanzaron sus máximos en verano y también han comenzado a remitir, con valores próximos al 6% previstos para el final de este año. La predicción para 2023 es que se continúe con la senda bajista de la inflación para retroceder hasta el 3% o 4% dentro de 12 meses. Para ello, sería necesario que no surjan nuevas presiones alcistas por el lado de la oferta (coste de la energía, problemas con el suministro de materias primas o componentes intermedios,...) y que los llamados efectos de segunda ronda debidos a la indexación de precios y salarios vayan amortiguándose. Desde los bancos centrales se transmite continuamente este mensaje cuando se anuncia una subida de tipos; el objetivo es que las expectativas de inflación queden ancladas a medio plazo en los niveles deseables para la economía (2% para el caso del BCE).

¿Considera que la desaceleración que está mostrando el empleo está siendo menos acusada que lo esperado hace unos meses?

El IEE (Instituto de Estudios Económicos) apunta que en 2022 el mercado laboral ha mostrado una gran resiliencia, un comportamiento relativamente favorable, en un entorno de incertidumbre y en el que se han intensificado diversos factores que condicionan el crecimiento económico.

La verdad es que resulta sorprendente este comportamiento en el contexto de debilidad económica en el que nos encontramos. Las tasas de paro afortunadamente apenas han crecido. Una parte de la explicación seguramente se debe a la contabilización de los trabajadores con contrato fijo-discontinuo como trabajadores con empleo aunque se encuentren en el periodo en el que no están activos. Pero también hay un efecto estructural importante causado por la trayectoria descendiente que ha iniciado la población activa. El tamaño del grupo poblacional en edad de jubilar es mucho mayor que el que se está incorporando al mercado de trabajo, liberando una cantidad importante de empleos y permitiendo contener la tasa de desempleo en un momento en el que la contratación en la mayoría de empresas se mueve a la baja.

El IEE advierte de que el riesgo más importante de cara a 2023 es el impacto de los tipos de interés en las familias y las empresas.

La subida de tipos de interés ha sido rápida. Pero, sinceramente, los tipos de interés actuales no suponen un coste de financiación que podríamos considerar elevado (y mucho menos en términos adquisitivos cuando la inflación está por encima del tipo de interés). El problema es que nos habíamos acostumbrado a tipos de interés excesivamente bajos durante mucho tiempo.

Creo que es bueno que las economías funcionen con un tipo de interés del 4% o 5% para incentivar el ahorro y favorecer un análisis de riesgos que seleccione inversiones que son realmente productivas. En cualquier caso, mi opinión general es que las administraciones públicas se encuentran en peor situación que el sector privado. Me preocupa sobre todo la deuda pública del Estado, en el entorno del 120% del PIB, con una prima de riesgo creciente y con la retirada del apoyo del Banco Central Europeo.

En el mercado hipotecario, la subida de tipos va a perjudicar notablemente a las familias con hipotecas a tipo variable. Pero, a diferencia de 2007-08, no venimos de una burbuja anterior y los préstamos hipotecarios concedidos últimamente representan cantidades seguramente más asumibles que en la época de la crisis financiera. Además parece que esta crisis no va a generar tantas pérdidas de puestos de trabajo como la crisis anterior.

¿Qué otros riesgos se prevén para 2023?

Por otro lado, el IEE también señala la posible persistencia de la inflación en niveles elevados, que puede concentrarse en el componente subyacente y puede estabilizarse en esos niveles si hay efectos de segunda ronda de los salarios. Otro de los riesgos es la situación de las finanzas públicas, con un mix caracterizado por una política fiscal basada en una creciente presión fiscal, y otra presupuestaria, determinada por un significativo aumento de los gastos corrientes. Desde el IEE consideran que se debe que realizar un plan presupuestario orientado hacia la consecución de una mejora de la eficiencia del gasto público, así como reforzar los mecanismos que mejoren las condiciones del entorno en que operan las empresas.

¿Cómo son las previsiones económicas en Navarra?

La consejera, Elma Saiz señalaba en meses anteriores que ‘Navarra, no es ajena a la coyuntura global y las perspectivas económicas para 2023 están en línea con este escenario’ e indico que el crecimiento del PIB iba a ser mucho más moderado que el que venía manteniendo la economía foral hasta el estallido de la pandemia (1,4%, frente al 3,0% de promedio entre 2015 y 2019), y una inflación todavía en niveles elevados el próximo año (4,8% de promedio)’.

En cualquier caso, Saiz también recordó que los factores que pueden ayudar a Navarra a afrontar mejor el escenario actual son ‘una economía resiliente, que ya ha recuperado los niveles de actividad precovid y que sigue creciendo; un mercado laboral en el que se sigue creando empleo y con una tasa de paro es más reducida que la de España; una situación financiera saneada, tanto en el sector privado como en el público, y el apoyo adicional de los fondos europeos, que refuerzan la posición de la Comunidad Foral para afrontar este entorno de alta inflación y tipos de interés al alza’.

A mi juicio, a Navarra, como casi siempre, la veo algo mejor que el resto del Estado. Tenemos menos deuda pública y menos paro, con tasas de inflación y tipos de interés parecidos. Las grandes empresas siguen apostando por la inversión en la Comunidad.

Me preocupa la situación de las pymes y autónomos que han sufrido más severamente los efectos de la pandemia. También, la inflación está castigando más a las familias con menos recursos y que necesitan dedicar una mayor parte de su renta a adquirir una cesta de la compra cada vez más encarecida.

Creo que el sector industrial tiene que apostar por el capital propio orientado a la transformación energética y al nuevo modelo de producción sostenible. Navarra fue pionera en apostar por las energías renovables y, por tanto, la urgente necesidad de responder al cambio climático como el aumento del coste de la energía tienen que servir de motivación para el desarrollo de la economía verde, mejor aún con el apoyo financiero que pueden proporcionar los fondos europeos.