La inteligencia emocional se ha consolidado en los últimos años como una competencia esencial para desenvolverse en la vida personal, educativa y profesional. La capacidad de reconocer, comprender y gestionar las emociones propias y ajenas influye directamente en el bienestar, en la calidad de las relaciones y en la forma en que afrontamos los retos cotidianos. Sin embargo, durante mucho tiempo esta dimensión ha quedado relegada frente a otros aprendizajes considerados prioritarios. Con el objetivo de situarla en el centro del debate educativo y social nace la Cátedra de Inteligencia Emocional UNED Pamplona - Fundación Caja Navarra.
Creada el 14 de febrero de 2024, la Cátedra se ha convertido en poco tiempo en un espacio de referencia para la investigación, la formación y la divulgación rigurosa en educación emocional. Desde su puesta en marcha ha desarrollado 33 actividades, entre cursos y conferencias, que han generado cerca de 10.000 matrículas, una cifra que evidencia el interés creciente de la ciudadanía por este ámbito. Al frente del proyecto se encuentra un equipo académico de reconocido prestigio, con Teresa Imízcoz Beunza, directora de la UNED Pamplona, como directora de la Cátedra, y Juan Carlos Pérez-González como director científico.
En esta entrevista, Luis Cortés Briñol, secretario técnico de la Cátedra y secretario adjunto de la UNED en Pamplona, reflexiona sobre las razones que impulsaron su creación, el valor del rigor científico en el estudio de las emociones y los retos que afronta una iniciativa universitaria pionera, respecto de su amplitud temática, en el Estado español.
¿Qué necesidad social y educativa motivó la creación de la Cátedra de Inteligencia Emocional UNED Pamplona - Fundación Caja Navarra?
La Cátedra surge a partir de la detección de una necesidad social muy clara que se hizo especialmente visible tras la pandemia. Durante ese periodo, la salud mental y emocional de la población se vio seriamente afectada: aumentaron los problemas de ansiedad y depresión, el consumo de psicofármacos y las adicciones. Como sociedad, salimos de la pandemia tocados emocionalmente. Desde la UNED en Pamplona, y bajo la dirección de Teresa Imízcoz, se planteó la necesidad de dar una respuesta desde la universidad pública, entendiendo que esta tiene también una función de servicio social. La pandemia evidenció hasta qué punto las emociones influyen en nuestra vida personal y colectiva y cómo su desajuste puede afectar a la convivencia y al bienestar social. De ahí nace la Cátedra: para formar, investigar y concienciar sobre la importancia de comprender, reconocer y gestionar las emociones en un mundo cada vez más incierto y cambiante.
En un contexto en el que se habla mucho de emociones, ¿qué aporta una cátedra universitaria como ésta desde el rigor científico?
Aporta, sobre todo, rigor y respaldo científico. Vivimos un momento en el que el discurso sobre emociones y autoayuda está muy presente, pero no siempre se apoya en evidencias sólidas. La Cátedra ofrece acceso a investigaciones serias y actuales, y trabaja para trasladar ese conocimiento científico a la sociedad. Nuestro objetivo es promover la educación emocional a lo largo de toda la vida, desde una perspectiva universitaria, y demostrar que vivir mejor no es solo tener buena salud física, sino también una buena salud emocional. Para ello, ofrecemos un amplio catálogo de actividades divulgativas, formativas e investigadoras, abiertas tanto a la comunidad universitaria como al conjunto de la ciudadanía.
¿Cuáles son los principales retos y desafíos a los que se enfrenta una iniciativa como esta?
Uno de los principales retos es darnos a conocer. La Cátedra es muy joven -el convenio se firmó en febrero de 2024- y este tipo de proyectos necesitan tiempo para consolidarse. Queremos que cada vez más personas sepan qué hacemos y cómo podemos contribuir a mejorar su bienestar personal y social.A medio y largo plazo, uno de los grandes desafíos es integrar la educación emocional de forma real y estructurada en el sistema educativo. Trabajar con adultos es importante, pero intervenir desde la infancia y la adolescencia tiene un impacto mucho mayor en el futuro de la sociedad. Otro reto clave es establecer alianzas con otras instituciones similares, ya que seguimos estando ante un campo relativamente pionero en España.
“Las emociones influyen directamente en la convivencia y el bienestar social”
Comenta que es importante integrar la educación emocional de forma real y estructurada en las aulas. ¿Por qué es clave hacerlo desde el propio sistema educativo y no como un aprendizaje complementario?
La educación emocional tiene un papel absolutamente fundamental dentro del sistema educativo. Permite enseñar al alumnado a reconocer sus propias emociones y las de los demás, algo que resulta clave para comprender muchos comportamientos que se dan en el aula. Detrás de conductas agresivas, iracundas o disruptivas no siempre hay enfado; en muchas ocasiones lo que hay es tristeza, frustración o incluso depresión. Aprender a identificar lo que sentimos y ponerle nombre es el primer paso para poder gestionarlo y para entender qué nos está ocurriendo.
Cuando el alumnado aprende a reconocer y regular sus emociones, se abren muchas posibilidades a nivel educativo y social. Una educación emocional bien trabajada favorece el desarrollo de la empatía, mejora la convivencia en los centros y contribuye de manera directa a la prevención del acoso escolar y del ciberacoso. Además, la gestión adecuada de emociones como la frustración o la ansiedad permite afrontar mejor las dificultades académicas, planificar metas a más largo plazo y desarrollar una actitud más paciente y reflexiva ante el aprendizaje.
Por todo ello, consideramos que la educación emocional no puede quedar relegada a iniciativas puntuales o a actividades complementarias, sino que debe formar parte de manera estructural del sistema educativo. Intervenir en la infancia y la adolescencia es especialmente importante, ya que es en estas etapas cuando se consolidan muchas pautas emocionales que se mantendrán en la vida adulta. En esta línea, la Cátedra ha firmado un acuerdo con el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra para desarrollar un plan de formación específico dirigido al profesorado.
Este proyecto permitirá, en primer lugar, investigar cuál es la situación actual del bienestar emocional tanto del alumnado como de los propios docentes y, posteriormente, implantar programas de educación emocional en los centros educativos.
El objetivo es que la investigación científica se traduzca en prácticas educativas reales, sostenidas en el tiempo y con un impacto tangible en la vida diaria de las aulas.
¿Existe el riesgo de que la inteligencia emocional se banalice o se convierta en una moda pasajera?
Ese riesgo existe, precisamente por la popularización del término. Sin embargo, la inteligencia emocional lleva más de tres décadas siendo objeto de investigación científica. El problema no es el concepto, sino su uso superficial o descontextualizado.
Desde la Cátedra trabajamos para evitar esa banalización, apostando por una divulgación rigurosa y accesible, que ayude a comprender que las emociones no son un añadido, sino una parte central de la vida humana. La pandemia fue un punto de inflexión que evidenció una carencia estructural: podemos estar muy bien formados académicamente o tener un buen trabajo, pero ser incapaces de gestionar nuestras relaciones personales. Ahí es donde la inteligencia emocional demuestra su verdadera importancia.
Cátedra de Inteligencia Emocional UNED Pamplona - Fundación Caja.
- Creación: 14 de febrero de 2024.
- Actividades realizadas: 33 sumando cursos y conferencias.
- Número total de matrículas e inscripciones: 10.000 matrículas sumando cursos y conferencias desde la creación de la Cátedra.
- Responsables de la Cátedra:
- Directora de la Cátedra: Teresa Imízcoz Beunza, directora de UNED Pamplona.
- Director científico de la Cátedra: Juan Carlos Pérez González, catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la UNED.
- Subdirector científico de la Cátedra: Enrique G. Fernández Abascal, catedrático emérito de Psicología de la Emoción y la Motivación en la Facultad de Psicología de la UNED.
- Secretario técnico de la Cátedra: Luis Cortés Briñol, secretario adjunto de UNED en Pamplona.
¿Cómo se conectan la investigación que realizan y la formación que ofrecen con la realidad social y educativa?
La conexión es directa y forma parte de la propia razón de ser de la Cátedra. Todo el trabajo de investigación que se impulsa tiene como objetivo generar formación útil y accesible, ajustada a las necesidades reales de la sociedad. Por eso, la Cátedra está abierta a toda la población y no se limita al ámbito universitario.
Desde su creación en febrero de 2024, la Cátedra ha desarrollado 33 actividades, entre cursos y conferencias, que han generado cerca de 10.000 matrículas. Estos datos reflejan hasta qué punto existe un interés social creciente por la educación emocional y cómo la investigación se traduce en propuestas formativas concretas y accesibles.
Ofrecemos conferencias gratuitas, ciclos temáticos y formaciones más específicas con certificación, pensadas para distintos perfiles y etapas vitales. Las líneas de investigación orientan los contenidos de estas actividades y, al mismo tiempo, el contacto directo con la ciudadanía y con los profesionales que participan en ellas nos permite detectar nuevas necesidades y ajustar futuras líneas de trabajo. Además, abordamos temáticas muy diversas -como el suicidio, la parentalidad positiva, las emociones y el cáncer o las neurodivergencias- con el objetivo de llegar a colectivos diferentes y dar respuesta a problemáticas concretas. De este modo, la investigación alimenta la formación y la divulgación, y estas, a su vez, se nutren de la realidad social, garantizando que el trabajo de la Cátedra tenga un impacto práctico, cercano y sostenido en el tiempo.
Mirando al futuro, ¿qué objetivos y líneas de trabajo se plantea la Cátedra para los próximos años?
Nuestro objetivo es seguir ampliando el alcance de la Cátedra y cubrir progresivamente todos los ámbitos en los que las emociones tienen un papel clave: educación, familia, empresa, salud y envejecimiento.
En los próximos años queremos profundizar, por ejemplo, en la salud emocional en el entorno laboral y en la relación entre inteligencia emocional y bienestar en las organizaciones. También continuaremos desarrollando materiales divulgativos como el anuario de la Cátedra, que recoge artículos de expertos y se publica en acceso abierto, como una forma de dejar un legado y contribuir a la transferencia de conocimiento a la sociedad. En definitiva, queremos consolidar la Cátedra como un espacio de referencia que ponga en valor la inteligencia emocional desde el rigor, la investigación y el compromiso social.