En el marco de la reflexión en torno a la Navarra del Siglo XXI, tenemos que acompañar lo urgente, el presente, de la mirada más prospectiva para sentar las bases de lo que han de ser las próximas décadas en nuestra comunidad. El futuro empieza desde el hoy y, desde la perspectiva de la gestión y la planificación, ambos son y deben ser las dos caras de la misma moneda. La pandemia es un claro ejemplo. La urgencia, por acuciante que sea, no debe paralizar la planificación y los proyectos de hondo calado. El futuro está aquí y debemos incorporarlo a nuestra cotidianidad.

Este final de año está siendo intenso, es cierto. Con sobresaltos que nos exigen respuestas y nos recuerdan que hemos de aprender a vivir con la incertidumbre y lo inesperado. Las inundaciones de hace escasas fechas, la ola provocada de la covid-19 en buena media por la variante Ómicron, las tensiones añadidas en el sistema sanitario y educativo, la carencia de ciertos componentes industriales y materias primas que obligan a la implementación de ERTE y a reorganizar planes, el precio de la energía y la inflación son algunas de las cuestiones que estamos viviendo con responsabilidad en la gestión pero con lógica preocupación por lo que tienen de afección a la vida de las personas y también a nuestro sistema productivo.

Pero si alzamos la mirada podemos resignificar nuestras expectativas en positivo. Teniendo siempre presente, como digo, a las personas que padecen algunas o varias de estas situaciones, existen datos reales y contrastables que nos deben permitir salir de la melancolía que ciertos discursos fundados en el pesimismo, y en intereses espurios, nos quieren imponer como relato.

Los datos de empleo, especialmente los referidos a cotizantes en la Seguridad Social, nos dibujan un panorama alentador, con tasas históricas en positivo, mejorando, incluso, las tasas anteriores a la emergencia del virus. La aprobación del PERTE del coche eléctrico nos garantiza el futuro de la automoción en nuestra Comunidad. Junto con este, los PERTE de “Salud de Vanguardia” y el de “Energías Renovables, Hidrógeno Verde y Almacenamiento” encuentran ya las vías de desarrollo. En todos ellos Navarra se encuentra bien situada, lo que ha permitido la asignación de 204 millones de euros en el año en curso.

De gran importancia, por el papel de liderazgo que jugamos en él, se encuentra en fase de estudio el PERTE de la “Cadena Agroalimentaria Inteligente y Sostenible”, crucial para el mantenimiento de nuestro sector primario y las tasas industriales que nos sitúan como la Comunidad con mejores ratios en la Industria en general.

En definitiva, los fondos europeos empiezan a llegar a Navarra de forma sostenida y deben ser las bases estructurales que nos permitan un radical cambio de modelo productivo pero también social, vinculado a la sostenibilidad, la digitalización y la cohesión, tal y como está determinado en la política comunitaria.

Sin embargo, los fondos no prosperarán si no se prepara el camino y se alinea la política de la Comunidad con los objetivos colectivos tanto europeos, como los que ya habíamos diseñado en la S4 y en el Plan Reactivar Navarra- Nafarroa Suspertu. Así, la puesta en marcha de unos presupuestos expansivos, que han vuelto a ser aprobados de forma mayoritaria, y las políticas dirigidas a la mejora de la educación, la sanidad, las infraestructuras y la cohesión social y territorial, deben ser el marco donde se articulen los diferentes proyectos que permitan la definitiva modernización de nuestra Comunidad.

Pero reitero, toda la política económica no tendrá sentido si no afecta directamente a la mejora de la calidad de vida de las personas, si no sitúan el bien común en el horizonte de sus objetivos más señeros. Un bien común que sea capaz de dar oportunidades a todas las personas y que no deje atrás a nadie. Los retos de la cohesión social y territorial, el envejecimiento poblacional, la desigualdad de género y por edad, la inclusión de los colectivos de riesgo, la retención del talento, son realidades que enfrentar de forma inmediata, y en ello se basan la mayoría de las políticas del Gobierno, de las propuestas y acciones. Caminamos en común por el bien común.

La propia realidad de Navarra parte de buenos indicadores. Como el Indicador Multidimensional de Calidad de Vida elaborado por el INE, que nos sitúa como la mejor Comunidad de toda España en las dimensiones vinculadas a ella. Sin duda, un estímulo más para seguir trabajando, desde lo público, en la búsqueda de la excelencia, sin caer en la autocomplacencia, y desde el diálogo y la colaboración con lo privado.

Aminorar las incertidumbres, superar con rigor los daños causados por la pandemia, apostar por empleo de calidad, estable y seguro, fortalecer los servicios públicos que tan necesarios se han demostrado y avanzar en una Comunidad resiliente, justa y equitativa deben ser nuestro objetivo como Gobierno y como sociedad. Todo ello, unido a esos avances en materia de autogobierno que vamos dando y que seguirán llegando en próximas fechas, y serán un factor más de contribución a la prosperidad de Navarra.

Encaramos, por tanto, el nuevo año llenos de esperanza, pero también de responsabilidad y de proyectos. Creemos imprescindible un compromiso colectivo con el desarrollo de nuestra tierra, un compromiso que trasciende intereses de parte porque suponer anteponer el interés general, que es el que nos ha de ocupar por encima de todo.

Así pues, continuaremos en la senda de la propuesta, del diálogo y de la escucha activa. Toca acelerar los procesos de mejora y de puesta en marcha de una nueva forma de entender el desarrollo y la calidad de vida del conjunto de la ciudadanía, toca profundizar en las complicidades con España y con Europa, de lo público y lo privado, con las personas trabajadoras y con las empresas. Solo desde una visión integral de los riesgos y oportunidades podremos acometer, en entornos colaborativos, las tareas que nos reporten una sociedad que sea mejor para el presente y el futuro.

A ese presente y ese futuro vamos a dedicar en el Gobierno nuestro esfuerzo, mirando la economía y cuidando a las personas contra la desigualdad. Porque como afirma Stiglitz, “la desigualdad es la causa y la consecuencia del fracaso del sistema político y contribuye a la inestabilidad de nuestro sistema económico, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad”.