Como dice el lema de este año, Erdian Erein, la Ikastola Garcés de los Fayos lleva más de 50 años sembrando el euskera no solo en Tafalla, sino en toda la Zona Media, con unos comienzos que no fueron fáciles para las familias ni para los docentes del centro.

Nekane Zelaieta, una de las primeras profesoras de la ikastola. | FOTO: CEDIDA

En el otoño de 1969 ocho familias de Tafalla comenzaron a moverse para que sus hijos e hijas pudieran recibir la educación en euskera y, el año siguiente, en marzo del 70, se fundó la Ikastola. La profesora Nekane Celayeta cedió una pequeña aula de la residencia de ancianos San Severino y ahí comenzó una especie de guardería llamada María. Sin ninguna garantía ni materiales y trabajando en auzolan, esta familias lograron crear una ikastola desde cero.

Los niños y niñas en los primeros años de la ikastola. | FOTO: CEDIDA

Durante los próximos años, gracias a la labor y el esfuerzo de los padres y madres, se logró más espacio para los estudiantes y en 1975 se realizó por primer año la barraca. Dos años más tarde fue cuando se creó la cooperativa de padres y madres Garcés de los Fayos.

La inauguración de la comparsa de gigantes y kilikis de la ikastola. | FOTO: CEDIDA

En 1979 llegó un momento importante para el centro, ya que se logró un aula en la escuela comarcal Real Defensa. “Fue un hito muy importante ya que los padres querían que sus hijas e hijos hicieran también EGB en la Ikastola”, explica Ángel Iriso, profesor en la ikastola desde hace cuarenta años y coordinador del libro 50+2 Historia de la Ikastola de Tafalla, recién publicado y editado por la Fundación Altaffaylla. “Casualidad que ese año las escuelas se están vaciando, pero quedan varias aulas ocupadas para diferentes menesteres y ese año fue solamente un grupo, y al año siguiente todos los demás”, relata.

Alumnado de Garcés de los Fayos en los primeros años de su creación.

Estos primeros años, recuerda el profesor, se trataba de un centro muy pequeño en el que siempre escogían lo que dejaban el resto. “Estaban los patios de arena y era muy viejo. Éramos un grupo muy pequeño con profesores jóvenes sin experiencia y hubo que levantar este proyecto junto a los padres y madres, pero la ilusión, las ganas y el esfuerzo que se hizo fue terrible. Aunque siempre recordamos muy bien aquella época, en la que todo era muy difícil y con muy pocos recursos”, remarca.

Alegalidad

Esta situación era la habitual en todas las ikastolas de la época hasta que poco a poco fueron saliendo de esa alegalidad. “En Príncipe de Viana al principio estaba de director Urmeneta y en la sección de euskera Jorge Izal Cortés, quienes daban facilidades. Entonces Príncipe de Viana empezó a dar subvenciones y fueron surgiendo las ikastolas”, explica Iriso. Garcés de los Fayos fue de las primeras Ikastolas aceptadas en el Comunidad Foral.

A medida que fueron surgiendo más, el Gobierno decidió que pasase a ser una competencia estatal porque se necesitaba ampliar la oferta a EGB. “Ante esta situación el Estado dijo que si querían hacer escuelas, tenían que hacerlas legales”.

Por ello, el centro intentó hacer algo similar a los que hizo por la Ikastola de Estella, que era juntarse con una escuela legal, en su caso con la del Puy y en Tafalla intentaron unirse con una sección de Escolapios, pero el centro no aceptó. Por tanto, la alegalidad continuó hasta el 1987, un proceso que duró 13 años. Primero se legalizó la EGB y tres años más tarde, en el 90, se legalizó preescolar.

“Mientras tanto, los alumnos que estaban en la Ikastola eran ilegales, entonces como en algún lugar tenían que tener la cartilla escolar, nos facilitaron las cosas desde la escuela pública con Javier Ojer como director. Entonces eran oficialmente alumnos de la escuela pública y, sin embargo, estaban estudiando en la Ikastola”, cuenta el docente.

Otro año clave llegaría en 1994. En esa fecha, después de muchas movilizaciones y protestas en Tafalla, la ikastola logró el permiso para impartir los estudios en toda la etapa de Secundaria, hasta los dieciséis años.

Durante los tres años siguientes, el número de alumnas y alumnos creció tanto que el edificio de la Ikastola se quedaba pequeño. Fue entonces cuando llegó la edición Lan ta lan auzolan, el segundo Nafarroa Oinez, con el que Garcés de los Fayos pudo emprender una ampliación muy necesaria para el centro. Catorce años después, en 2011, llegó la edición Hamaika hamaikan para la construcción del nuevo edificio pensado para la etapa de secundaria, que fue inaugurado en 2015.

Todos estos hecho han sido clave para la ikastola y para su propagación del euskera en toda la zona.

Hasta el momento, han salido del centro unos 700 alumnos y alumnas que, junto con sus familias y docentes, han jugado un papel fundamental en la historia del centro y del euskera.