TRAS diez temporadas ausente, el Izarra volvió esta campaña a la Segunda División B. Lo hizo con ilusión, pero también con conocimiento de causa. Iba a ser complicado mantener la categoría en un grupo profesional al 90%. Con un bloque de futbolistas que conocían la categoría, los estelleses han aguantado el tirón casi hasta la última jornada. Pese al aguante, el sueño ha sido fugaz y el domingo se consumó su descenso a Tercera División.

BUEN INICIO, PEOR CONTINUACIÓN

Altibajos en los resultados

La mala fortuna en los momentos clave y las continuas lesiones de hombres importantes han sido un lastre insalvable para el club blanquiazul. Reina la resignación. La de saber que el equipo plantó cara a todos como el que más, pero acabó pagando la novatada. El buen inicio, bajo las órdenes de Miguel González, fue esperanzador.

Con 9 puntos de 18 posibles en las 6 primeras jornadas, y partidazos como los que le enfrentaron al Zamora (4-0) y Compostela (2-0), el conjunto estellés pareció meter la quinta marcha. Sin embargo, a partir de ahí comenzaron los infortunios. La lesión del capitán Etxarri fue la más larga de toda la plaga que afectó a los de Miguel González.

Además, los blanquizales encadenaron fatalidades que les llevaron a situarse en una racha preocupante. Malos inicios de partido, goles en el último minuto y arbitrajes desfavorables condenaron a los estelleses a verse de lleno en la pomada de la salvación.

Y aunque eran conscientes de que eso era lo que tocaba, costó sudor y sangre levantar la mala racha de resultados. Hasta 5 jornadas consecutivas de derrotas encadenaron los izarristas -de la 14 a la 19- .

Un antes y un después

La destitución de González

Pero el muerto se levantó. En un arranque de optimismo, el Izarra logró sacar 15 puntos de 24 en 8 jornadas, venciendo a rivales directos como Guijuelo y Compostela; y en plazas tan complicadas como Lezama. El panorama se arregló y, en plena ebullición, el Izarra perdió un partido clave ante el Sestao River (0-1).

La directiva tomó la decisión de destituir a Miguel González. Los responsables del club lo consideraron como un revulsivo. Supuso un antes y un después. Miguel Sola aterrizó en el banquillo estellés para salvar al equipo en las 8 jornadas restantes. Pero los números del entrenador pamplonés no han sido suficientes para resolver el entuerto. De nuevo se ha repetido la historia que protagonizó la Peña Sport hace dos temporadas. El Izarra lo ha intentado, pero la categoría, de nuevo, parece maldita para los navarros. Ojalá el próximo ascenso sea más duradero.