Osasuna ha llegado indemne al comienzo del Campeonato. Al menos por el momento, dos de sus principales baluartes, Moncayola y David García, no han sido absorbidos por un mercado en permanente estado de agitación. Las cláusulas de traspaso pactadas con el club, 22 millones en el caso del centrocampista y 20 en el del defensa, son un sólido muro de contención, aunque siempre expuesto al vigor de la caja de caudales de un posible comprador. Salir a competir con una plantilla robusta, sin tener que recurrir a parchear posiciones sino avanzando en un proceso de mejora (así se desprende de las incorporaciones de Peña, Aitor Fernández y Moi Gómez, además de Manu Sánchez), invita a ser optimista a la hora de afrontar una competición tan exigente.

Será esta una Liga con trampa en la que el mes y medio de receso entre noviembre y diciembre, obligado por el Mundial de Qatar, puede deparar consecuencias insospechadas. Nunca había sucedido hasta ahora y es una incógnita cómo responderán los equipos. Por eso, completar un buen arranque en las catorce primeras jornadas, acumular el mayor número de puntos, puede contribuir a un manejo del calendario posterior más sosegado, lo que en el caso de este Osasuna de Arrasate no deja de ser un colchón si se obstina en repetir esos baches prolongados de malos resultados que ha protagonizado en las tres últimas temporadas y de los que afortunadamente ha sabido salir con éxito, aunque dejando posos de duda.

Con Moncayola y David García Osasuna mantiene una parte sustancial de su columna vertebral y de su identidad como equipo. En ellos, el club no solo encuentra la recompensa de un alto rendimiento y un compromiso que va más allá del profesional, sino que abarcar otros aspectos importantes como son el liderazgo, el escaparate de la filosofía de cantera y el mensaje emocional al aficionado. Con la salida de Oier y el anunciado pase a un segundo plano de Roberto Torres, cobra más relevancia el perfil de Moncayola y David García quienes, pese a su juventud, deben ser referentes en el campo y en el vestuario. Para Osasuna es importante que la figura del capitán gane respeto dentro y fuera del verde. Los ejemplos recientes, o los ya conocidos de Puñal y Cruchaga, los recordados de Patxi Rípodas o José Manuel Echeverría, son su línea a seguir. Esa personalidad a la hora de mostrar a los nuevos el camino es determinante para mantener el orden y la armonía en un vestuario en el que hay que lidiar con todo tipo de egos y procedencias.

Además, tanto el defensa como el centrocampista contagian ilusión a la cantera ante la posibilidad de hacer una fructífera carrera profesional sin salir de Pamplona. No hay sitio para todos en una primera plantilla que año a año debe crecer en exigencia, pero en Tajonar tiene que afianzarse también la certeza de que la puerta está siempre abierta. Todo esto no hace sino reforzar al osasunismo, que pide gente reconocible en su equipo y no encontrarse cada verano con una tropa de recambio, como ocurre en otros clubes. Ese mercadeo acaba teniendo malas consecuencias y encontramos ejemplos bien cercanos.

Con todo, en los despachos de El Sadar se vive con inquietud este periodo todavía abierto de idas y venidas. Moncayola tenía un pie en el Athletic pero ganó las elecciones el candidato que no lo puso en su oferta programática o que pensó que pagar 22 millones por un centrocampista era un dispendio para las necesidades reales del los leones, más acuciantes en otras demarcaciones. Pero no hay que perder de vista que esa operación tendría un doble objetivo porque debilitaría a un rival incómodo para el Athletic no solo en la competición sino en la captación de jóvenes futbolistas. Un dos por uno, vaya.

¿Cuánto podrá aguantar Osasuna los envites del mercado? Moncayola y David García están en el escaparate de forma permanente como para no sospechar que algún club acabe depositando la cláusula y realizando una suculenta oferta a los jugadores. De ahí también la importancia de mantener el flujo de canteranos, que en esta pretemporada ha encontrado en Pablo Ibáñez a un sorprendente protagonista. El caso del centrocampista es muy similar al de Moncayola: no provocaba el asombro de otros compañeros entre los aficionados, pero el buen ojo de Arrasate ha visto en ellos condiciones y cualidades que para el resto pasan desapercibidas. Con la lógica distancia de experiencia que hoy hay entre ambos, esa apuesta por Pablo Ibáñez tiene mucho de estar preparados y asegurar recambios para lo que pueda suceder.

La ventana de fichajes de invierno coincidirá con el cierre de un Mundial que volverá a agitar el mercado y una Liga a la que le quedarán entonces 24 largas jornadas por delante. Las dos primeras, sendos derbis para Osasuna como visitante en San Sebastián y Bilbao. Pero el calendario, sin embargo, no ha salido agresivo para los rojillos en su inicio; arranca el Campeonato con dos partidos consecutivos como local y hasta la séptima jornada no se cruza con uno de los grandes, el Real Madrid. La competición terminará en El Sadar ante un rival de su Liga, el Girona, y con tres últimas jornadas abiertas a todas las posibilidades.

Además de esperar a ver cómo responderá el equipo a ese parón, está la incógnita de comprobar si se repite esa mala racha, casi endémica, que llega a encender las luces de alarma. O quizás haya que quedarse con la reacción positiva de la plantilla, que en estos tres últimos cursos le ha granjeado un puesto en mitad de la tabla o, por verlo de otra forma, le ha situado en la cabeza de la Liga de los diez que luchan por la permanencia. Ese vuelve a ser el reto, porque el osasunismo no puede perder de vista que la brecha entre los candidatos al título y a competiciones europeas con el resto de equipos sigue aumentando de forma exponencial. Ahí tienen al Sevilla, que ha incorporado a Isco y Álex Telles en esta última semana. Así las cosas, Osasuna debe afrontar un doble reto que no por repetido debe caer en el olvido: resistir y crecer.