En tiempos de zozobra, la cantera siempre ha sido una vía de escape e ilusión para el celtismo. Lo fue en los tiempos en los que Borja Oubiña se asentó en el Celta de Mostovoi. También cuando Iago Aspas irrumpió en Balaídos para evitar el descenso a Segunda B y, como consecuencia, la más que probable desaparición del club, ahogado por su deuda. Y lo hace ahora con Gabri Veiga.

Justo cuando está a punto de cumplir su centenario, el Celta se encuentra inmerso en una crisis deportiva que lo ha devuelto a pelear por la permanencia en los últimos años y agravada por la salida de varios canteranos –Santi Mina, Denis Suárez, Rubén Blanco, Brais Méndez– y la casi segura del capitán Hugo Mallo.

Pero el relevo en Balaídos está garantizado. Gabri Veiga tiene 20 años y su irrupción en LaLiga ya ha provocado que los grandes del fútbol europeo se fijen en él. Por ello, pese a que amplió su contrato el pasado año hasta 2026, el Celta trabaja en una mejora de su ficha, que llevaría implícita una subida de su cláusula, fijada hasta el momento en 40 millones de euros.

El futbolista gallego es el nuevo embajador de la marca Celta. “Su irrupción es buena a todos los niveles, aporta valor a tu marca”, apunta Carlos Salvador, director comercial del club desde hace casi cinco años. La revalorización deportiva de Veiga ha venido acompañada de un mayor interés de los aficionados y las marcas comerciales en él. La venta de camisetas con el dorsal 24 y su nombre se ha disparado. El celtismo lo adora en un momento de relevo generacional y fuera de Vigo su nombre acapara todos los focos, tanto en España como en Europa.

“Todo eso ayuda a incrementar tu audiencia en televisión, el número de fans, los seguidores en redes sociales y la monitorización te ayuda a generar más recursos: nuevos patrocinios, nuevos mercados”, sostiene el hombre que ha revolucionado el área comercial del Celta.

La pandemia de covid-19 ha destrozado a muchos clubes deportivos. Las pérdidas no se limitan únicamente a los ingresos por patrocinios y televisión; también al valor de jugadores y plantillas. Y el Celta, inmerso en una notable inversión en su proyecto GaliciaSports360, no ha sido ajeno a esta circunstancia. Por eso, más si cabe, la decidida apuesta por la cantera es su valor más seguro. Veiga es la última perla de la factoría de A Madroa, un jugador que representa como pocos los valores que el presidente Carlos Mouriño ha tratado de imponer desde su llegada.

“Ahora mismo es un escaparate brutal para nosotros”, sostiene Carlos Salvador, consciente del seguimiento que hay sobre el canterano. Veiga aporta un enorme valor a la marca Celta, de ahí que desde el departamento de comunicación se le intente proteger evitando su sobreexposición en los medios de comunicación. “La idea es que siga dando los pasos naturales para un chico de su edad, a veces los focos de los medios de comunicación distraen a los futbolistas que llegan muy jóvenes a Primera”, apuntan desde la dirección deportiva.

El centrocampista del Celta es el jugador de moda en LaLiga, uno de los jóvenes con mayor impacto esta temporada en el fútbol europeo. Suma ocho goles, dos de ellos en su último partido contra el Valladolid, y tres asistencias en los 22 partidos que ha disputado. Su valor de mercado se ha disparado por encima de los 10 millones de euros.

“Es un chico muy joven, pero hace cosas que parece que lleva 15 años jugando en Primera. Y cuando marcas goles y hay buenos números, más se habla de ti. Pero los que le conocemos desde su edad infantil y cadete ya sabemos que tenía un potencial brutal”, recuerda Claudio Giráldez, paisano del mediocentro y actual entrenador del Celta B. El joven entrenador siente que Veiga está preparado mentalmente para este desafío: “Es un chico con una estabilidad mental y una familia que lo apoya mucho, lo que más me sorprende es que algunos dudaran de que iba a llegar porque tiene una cabeza privilegiada”.

Giráldez, que en su adolescencia también dio un paso de gigante en su carrera al fichar por el Real Madrid, siempre confió en su paisano –ambos son de O Porriño–, al que dirigió en el equipo juvenil. “Compartimos muchas horas en coche, era como una especie de psicólogo para él. Le pedíamos que no se comparase con nadie, que se fijase en llegar al fútbol profesional”, destaca el entrenador del filial celeste de Gabri Veiga. “De vez en cuando se deja ver por A Madroa y le ves repartiendo abrazos entre los entrenadores de la base. Esa humildad creo que es lo que le hace llegar arriba porque, sin esa humildad, un vestuario de Primera te devora”, analiza Álex Otero, coordinador de base del Celta.

No le falta razón. El internacional sub-21, al que el seleccionador Luis De la Fuente ya tiene en su radar para la absoluta, sigue viviendo con sus padres en su pueblo, donde acostumbra a ir al bar con sus amigos para ver el fútbol, o al festival de cine que se celebra en la parroquia de Cans, la aldea de sus abuelos. Tampoco se mueve en coches de alta gama. Es el nuevo símbolo del Celta, su escaparate más global tras Aspas.