A pocas horas del 30 de junio, fecha de vencimiento de los contratos, continúa pendiente de resolución el futuro de Raúl García. El delantero exosasunista es el único sin un futuro definido del amplio grupo de jugadores que hace ahora un año enfilaban la recta final de su vinculación al Athletic. Aunque nada haya trascendido oficialmente, pues el club acostumbra a gestionar este tipo de cuestiones en privado, parece ser que Raúl García recibió veinte días atrás una proposición para ampliar su estancia en Bilbao por una temporada más. Desde entonces no ha habido noticia alguna, lo cual ha dado pie a diversas elucubraciones.

La tardanza no es exclusiva del tira y afloja en que ambas partes se supone que están implicadas en la actualidad. Al respecto, hay que considerar que el régimen tributario del jugador experimenta un alza considerable si el contrato se realiza en julio. En caso de firmar antes del 30 de junio, gozará de un régimen bastante más favorable, el mismo que ha estado vigente en sus anteriores acuerdos con el Athletic. El detalle alienta la probabilidad de que en breve se produzcan novedades, si Raúl García elige no moverse, pues ha recibido llamadas de otros clubes.

En relación al retraso, apuntar que durante buena parte de la campaña, a medida que se iban conociendo otras operaciones de gente que acababa contrato ahora, salió a la palestra la situación de Raúl García. De sus manifestaciones se desprendía el deseo de prolongar una estancia en el Athletic que arrancó en 2015. Ese interés no tuvo correspondencia en los dirigentes, pese a que Mikel González asegurase la existencia de diferentes conversaciones.

En medio del silencio, quien se pronunció fue Ernesto Valverde. Lo hizo para recordar que Raúl García había tomado parte en la inmensa mayoría de los partidos desde agosto, lo cual es incuestionable. Se interpretó como una solicitud expresa del entrenador para que se activase la renovación, pero el asunto no prosperó hasta principios de junio, cuando el navarro recibió una oferta que incluía una sustancial disminución de su ficha.

El detalle se presta a la polémica. No tanto en su vertiente económica, pues sin saber los términos de la negociación, es normal que a estas alturas firme un acuerdo a la baja. La controversia viene provocada por la larga espera a que se ha visto sometido el futbolista, quien lógicamente hubiese preferido saber con cierto margen a qué atenerse. Lo ideal sería que esto último fuese aplicable a cualquier profesional, pero no cabe obviar que se trata de alguien que se ha labrado un prestigio y goza de la incondicional estima de San Mamés por su comportamiento.

Desde que recalase procedente del Atlético de Madrid a cambio de una decena de millones, Raúl García ha figurado entre los favoritos de la afición y de los técnicos. Con todos ha tenido un papel relevante, sobre todo en la etapa en que formó pareja de ataque con Aritz Aduriz. Hace tres cursos su peso específico en el juego empezó a resentirse. Ello no le impidió, tanto en la 2020-21 como en la 2021-22, rozar las treinta titularidades. Compensó con oficio la pérdida de pujanza física, factor importante en el juego de un especialista en el cuerpo a cuerpo con los defensas. Firmó 17 goles en ese bienio con Gaizka Garitano y Marcelino García. En el ejercicio previo, 2019-20, obtuvo su mejor cifra rematadora en el Athletic, 15.

La cosa ha cambiado mucho para Raúl García: Valverde no ha dejado de contar con él, pero su protagonismo ha caído en picado. Hasta dieciséis compañeros han acumulado más minutos, solo en nueve compromisos saltó al campo de inicio y pese a ser utilizado como revulsivo se ha quedado en tres goles. Un balance propio de un delantero con un recorrido muy limitado al nivel competitivo en que se mueve el Athletic. Es posible que Valverde le quiera a su lado un año más, pero cuesta imaginar que vaya a remontar el vuelo con 37 años. De ahí provendrían las dudas de la directiva.