La RFEF y la Liga han decidido publicar –al término de cada jornada, aunque hay quien las quería en directo– todas las conversaciones entre el VAR y los árbitros, para disgusto de los protagonistas. Y es posible que estén enfadados con razón, porque no somos capaces de imaginar algún beneficio en esa decisión –más allá de la transparencia y de que Florentino no vuelva a llamar para reclamar penaltis–, y sí unos cuantos inconvenientes, como el de que a partir de ahora se señalará personalmente a quien se considere que se ha equivocado en cada jugada controvertida... El VAR ha acabado con los flagrantes errores arbitrales –fueras de juego, penaltis claros y piscinazos– pero ha creado nuevos espacios de polémica –sobre todo, las manos en el área– para que no decaiga el entretenimiento. Y la pregunta es qué está fallando si los veinte equipos de Primera, sin excepción, tienen la sensación de que los arbitrajes les quitan más que lo que les dan.