Comienza la Liga... y nos da una pereza existencial que no veas. Y no por el trabajo que nos da en esta sección (bueno, sí, también), sino por su saturación. Como si no hubiera ya otro tema hasta el 25 de mayo, es decir, más de nueve meses de monopolio. Dicen en el Extremo Oriente que la manera europea de comer –primer plato, segundo plato, postre– es una tiranía para el comensal frente a su estilo de poner todo a la vez en la mesa e ir picando de aquí y de allá. Y en ésas estamos, recién llegados del variado picoteo de los Juegos y obligados ahora a comer plato único. Y ni siquiera un plato combinado, porque se viene un tsunami madridista que ríete del vivido hasta ahora. Y lo irónico es tener que aguantar a quienes preguntan por qué los medios damos tanto fútbol. Pero, ¿cómo evitarlo si es el único deporte de masas, de gente que se gasta un pastón para verlo en vivo o por la tele? ¿Cómo obviar semejante pasión colectiva, semejante religión?