Como nos negamos a admitir el actual formato de la Supercopa, escribimos este artículo, o uno muy similar, cada año por estas fechas: que no, que el fútbol español no debería estar en Arabia Saudí blanqueando una monarquía absoluta.
Por mucho dinero que se embolse la Federación Española –y el Real Madrid y el Barça, que ésa es otra (ganan mucho más que el resto de participantes, jueguen o no la final, la ganen o no)–. Y si no tiene un pase ir a semejante país, aún lo tiene menos llevarse esa competición a 7.000 kilómetros de aquí, lo que se traduce en la ausencia de muchísimos aficionados. Podrían ser tres partidos con tres llenazos y tres fiestas urbanas espectaculares, al estilo de las finales de Copa, pero son tres partidos ante gradas desangeladas. Todo por puro afán de hacer caja. Y que vayan pasando los años y se mantenga este disparate no puede ser, no debe ser, motivo para normalizarlo.