En el siglo y medio de existencia, el fútbol apenas ha sufrido cambios. Es un deporte dotado de un fuerte romanticismo poco permeable a las transformaciones. Sin embargo, los máximos organismos del fútbol mundial estudian la introducción de cambios en el reglamento que podrían propiciar una nueva versión del deporte, alterando incluso su esencia. Podría ser una revolución: menos interrupciones, revisión del VAR, sanciones temporales, saques de banda con los pies… y un gran protagonista, la llamada ley Wenger, un nuevo concepto de fuera de juego que favorecería a las propuestas de ataque. A juzgar por la voluntad de los responsables normativos, el debate no es si el fútbol debe evolucionar, porque entienden que sí, sino en qué medida debe hacerlo. Tradición y modernidad podrían chocar frontalmente.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, no esconde su voluntad de implantar cambios. Es partidario de modificar el reglamento con un objetivo: hacer un fútbol más ofensivo, más fluido y más atractivo para las nuevas generaciones. Y en el fútbol, la emoción es sinónimo de gol. Es decir, la premisa es favorecer el juego ofensivo y primar a quienes buscan crear en lugar de destruir, a los que aprovechan los minutos en la persecución del gol en lugar de beneficiar a quienes buscan rentabilidad en la especulación.

“Hace años introdujimos el VAR para que el fútbol fuera más justo, para dar al árbitro la oportunidad de corregir un error que millones de personas, en casa o incluso en el estadio, podrían haber visto”, comentó Infantino durante el evento World Sport Summit que se celebra en Dubái. “Seguimos mejorando el VAR con tecnología cada vez más avanzada para ayudar a los árbitros a tomar la decisión correcta. Seguimos examinando las reglas, preguntándonos cómo podemos hacer que el juego sea más ofensivo, más atractivo”, manifestó el máximo responsable de la FIFA.

La 'ley Wenger'

El cambio más importante que estudia introducir la FIFA tiene que ver con el fuera de juego. La idea de un nuevo concepto de posición antirreglamentaria la ha impulsado Arsène Wenger, jefe de desarrollo global del fútbol de la FIFA, de ahí que se conozca como ley Wenger, en honor al mítico exentrenador del Arsenal. La idea ya está en fase de prueba, y parece que más cerca que nunca de ser aprobada. “Consideremos la regla del fuera de juego, que ha evolucionado con los años y que exige que el atacante se sitúe detrás del defensor, en línea con él: quizás en el futuro tenga que estar completamente por delante para estar fuera de juego”, avanzó Infantino.

Esta regla pretende cambiar el fuera de juego tal y como viene aplicándose desde 1990: solo se anularía la jugada si todo el cuerpo del delantero supera al defensor. Con que una parte del cuerpo esté alineada –salvo aquellas partes con las que no se puede marcar gol: brazos y manos–, la jugada sería válida. Los defensores de la ley Wenger consideran que es el camino hacia un fútbol más ofensivo, menos milimetrado, más espectacular. Los detractores consideran que podría acabar con sistemas defensivos como el de las defensas adelantadas, lo que podría incitar a retrasar los bloques para evitar que cualquier pase filtrado sea una amenaza letal. Desde luego, la velocidad albergaría una importancia superior a la colocación, la figura del nueve puro recuperaría trascendencia y en líneas generales la mentalidad ofensiva encontraría una oportunidad histórica.

Evitar pérdidas de tiempo

“También estamos evaluando medidas para evitar pérdidas de tiempo”, prosiguió Infantino, quien añadió: “Es importante que el juego fluya con fluidez, por lo que las interrupciones deben minimizarse”. En este sentido, se valoran posibilidades como convertir los saques de banda con las manos en saques con los pies, lo que podría agilizar el juego y multiplicar las situaciones de ataque, ya que pasarían a ser ocasiones de gol inmediatas, como los saques de esquina.

Otra opción para que el ritmo no decaiga es la posibilidad de imponer las sustituciones en movimiento, sin detener el partido, lo que también eliminaría las sustituciones como posibilidades para detener el juego. A fin de evitar pérdidas de tiempo, también se contempla mantener apartados del terreno de juego durante dos minutos a aquellos jugadores que sean atendidos por los servicios médicos, para erradicar las simulaciones. Aunque esto podría perjudicar a quienes realmente sufren un daño por causa ajena.

Además, se contempla la posibilidad de detener el cronómetro durante los partidos, al estilo del baloncesto, o imponer un tiempo mínimo de juego real, el que se computa cuando el balón está en juego. Si bien, ello podría generar contrastes con la idea de ganar fluidez.

Mayor actuación del VAR

En cuanto al videoarbitraje, se estudia introducir su actuación en casos de segundas cartulinas amarillas mostradas a la misma persona o de los córners. Y es que actualmente el VAR solo entra en acción para corregir errores en situaciones que acaban en gol, en penaltis, en tarjetas rojas directas o por una confusión de identidad.

En el plano arbitral, la tarjeta azul es otra de las alternativas que aparece como una posible novedad. Se trataría de introducir un tercer color de cartulina que aplicaría una pena intermedia entre la amarilla y la roja, una expulsión temporal de 10 minutos pensada concretamente para quienes sean autores de protestas arbitrales o de faltas tácticas que buscan detener un ataque rival de manera intencionada, sin la disputa del balón.

Estos posibles cambios los pondrá sobre la mesa de debate la International Football Association Board, organismo encargado de definir las reglas del fútbol a nivel mundial, en la reunión anual que celebrará el próximo 20 de enero. El febrero será cuando se debatirán las propuestas concretas, que podrían ser aprobadas con vistas a ser introducidas la próxima temporada, o incluso en la Copa del Mundo de este verano. Desde luego, la FIFA, tal y como ha expresado Infantino, es partidaria del cambio en la búsqueda de un fútbol más atractivo que garantice su hegemonía como deporte rey. Pero… ¿cuánto cambio? El debate está servido.