Hay personas que parecen eternas, y más cuando se han colado casi cada día en casa a través de la radio, medio que sigue resistiendo con notable éxito pese a la revolución de los medios de comunicación y de la tecnología en general. Y una de esas personas es Pepe Domingo Castaño, fallecido el pasado 17 de septiembre, a quien se recuerda fundamentalmente por la radio pero que en su larga trayectoria profesional destacó también en la televisión y en la música y fue un maestro en algo habitualmente tan poco agradecido como hacer publicidad.

Con 80 años se fue repentinamente este gallego debido a una infección de garganta que se complicó y derivó en una septicemia que en pocas horas se lo llevó, cuando pese a su edad seguía al pie del cañón en Tiempo de Juego, de la cadena Cope. Es cierto que en los últimos años moderaba sus apariciones y las horas que pasaba en la radio, aunque también es verdad que de un tiempo a esta parte hay partidos de fútbol profesional los fines de semana entre las doce de la mañana y casi la madrugada y casi todos (o todos) los días entre semana, con lo que tampoco podía vivir dentro del estudio.

Y llegó hasta los 80 años trabajando porque él mismo afirmaba que la radio era su vida, que allí era feliz con un equipo que era también parte de su familia; su familia madrileña, aunque él nunca olvidó sus raíces gallegas. Padrón, además de por los pimientos, que unos pican y otros non, es conocido por ser el lugar en el que se crió y al que siempre volvió José Domingo Castaño Solar, su nombre completo, que llegó al mundo el 8 de octubre de 1942 en una familia de doce hermanos y, aunque no estudió nada relacionado con el periodismo (fue novicio dominico en un seminario asturiano y cursó estudios de Magisterio), comenzó poco después de alcanzar la mayoría de edad, mientras trabajaba como contable en una empresa de encurtidos de Padrón, en Radio Galicia, emisora de Santiago de Compostela de la cadena SER.

Era su primer contacto con la radio, en 1964, y dos años después dio el salto a Madrid un 31 de diciembre en busca de una nueva oportunidad (en Galicia no podía vivir sólo con el sueldo de la radio) que le llegó en La Voz de Madrid, cadena principal de la Red de Emisoras del Movimiento. Allí pudo unir dos de sus grandes pasiones, la radio y la música, presentando el programa Club musical antes de fichar por Radio Centro, donde trabajó cinco años y condujo Discoparada. Fueron unos años en los que también se lanzó al mundo de la canción, primero en los grupos Los Ibéricos y Los Blue Sky y después en solitario.

Un joven Pepe Domingo Castaño, en su faceta de cantante.

Un joven Pepe Domingo Castaño, en su faceta de cantante. RTVE

Programas en TVE y número 1 de Los 40 Principales como cantante

La radio fue un trampolín que le permitió también estrenarse en la televisión. Llegó a TVE en 1968 para presentar Biblioteca joven. Y su salto a la tele le regaló otra buena noticia: conocer a la que fue su primera mujer, María Luisa Seco, una presentadora especializada en programas infantiles con la que estuvo casado entre 1969 y 1981. En 1971 condujo A todo ritmo y en 1975, Voces a 45, dos nuevos programas musicales, algo que empezaba a ser su especialidad.

Entre tanto, en 1973 había vuelto a la radio, a la SER, pero ya para presentar para todo el país. Allí prosiguió su trayectoria de programas musicales y juveniles hasta que llegó el programa que lo lanzó al estrellato: El gran musical, por el que recibió un premio Ondas en 1975.

Curiosamente, él acabó también en las listas de éxitos. De hecho ese mismo año alcanzó el número 1 de Los 40 Principales. Fue el 15 de febrero y lo hizo como solista con la canción Neniña, más conocida por su estribillo (“viste pantalón vaquero...”), tema compuesto por Emilio José que se hizo muy popular. Una carrera musical no muy larga pero que sí le permitió cruzar el charco y tocar también en Latinoamérica. De hecho, en 1979 logró un disco de oro en México con el álbum Motivos que incluía unas cuantas canciones compuestas por él.

Pero poco a poco fue aparcando la música, y más cuando le llegó la gran oportunidad de volver a televisión para presentar entre 1979 y 1983 el histórico 300 millones, un programa de variedades llamado así por su público potencial, ya que también se emitía vía satélite para casi toda América (incluyendo a Estados Unidos) e incluso para Guinea Ecuatorial. Fue su última experiencia televisiva, salvo un fugaz retorno a Telecinco en 1995 con el concurso Número Uno.

35 años como animador de programas deportivos

Desde entonces su vida profesional ha estado íntimamente ligada a la radio, a la que se ha dedicado en cuerpo y alma. A mediados de los 80, tras casarse (1985) con su segunda mujer, la exmodelo María Teresa Vega, con la que tuvo dos hijos y con la que estuvo hasta su reciente fallecimiento, presentó varios programas en la SER y poco a poco se fue introduciendo en el mundo deportivo, participando en retransmisiones del Tour de Francia y la Vuelta a España. Hasta que en 1988 debutó en Carrusel Deportivo, un programa que lleva con gran éxito en antena desde 1952. El locutor gallego estuvo cuatro años ejerciendo de animador del espacio junto a Antonio Martín Valbuena, hasta que éste fue relevado en 1992 por Paco González, con el que Castaño ha formado un dúo que parecía inseparable durante los últimos 31 años, arrancando el programa siempre con un “¡Hola, hola!”, encargándose de casi todas las cuñas publicitarias y despidiéndolo con unos versos. Tanta complicidad y fidelidad desarrolló hacia Paco González que le siguió a la Cope cuando la SER despidió fulminantemente al periodista asturiano por desavenencias en la cobertura del Mundial de Sudáfrica en 2010. Y en la cadena episcopal ha seguido haciendo el mismo papel en Tiempo de Juego hasta días antes de su fallecimiento. 

Con Paco González, en su época en la SER.

Con Paco González, en su época en la SER. Efe

Tío de la popular actriz Cristina Castaño, también tuvo tiempo de publicar un libro de poemas, Debajo de la parra, en 2008, y en 2002 llegó Hasta que se me acaben las palabras, sus recuerdos de la radio y la vida en primera persona. Se acabaron y se apagaron apenas un año después, con una inesperada muerte que causó una enorme conmoción en el mundo de la radio y de la comunicación en general, con una unanimidad difícil de encontrar calificándolo como una persona extraordinaria.

En la presentación de su libro, con su sobrina Cristina Castaño. Instagram (@cristinacastano.3)

“¡Pepe, un purito!” y otras cuñas publicitarias que hicieron historia

Generalmente la publicidad en radio o en televisión se ve para el oyente o el espectador como algo molesto, que rompe la continuidad y que se suele aprovechar para ir al baño, hacer una excursión a la cocina o pasarse un rato a la competencia, con lo que suele ser perjudicial para los programas pese a su condición de necesaria para la supervivencia económica. Pepe Domingo Castaño lo sabía y su empeño era convertir la publicidad en algo atractivo, vivo, que no te invitara a desconectar por unos minutos, sino todo lo contrario: que te provocara interés por objetos o productos que jamás te hubieras planteado comprar o contratar. En Carrusel Deportivo apenas había publicidad en cuñas pregrabadas, sino que casi toda la locutaba en directo el coruñés, con un estilo personal, peculiar e inimitable que llevó a numerosísimas marcas a anunciarse en el programa de la SER, al igual que más adelante con su paso a Tiempo de Juego de la Cope. Una ingente cantidad de ingresos de empresas que suspiraban por que Pepe Domingo ideara un eslogan, una rima, una melodía, una canción o un diálogo que se metieran en el subconsciente de los oyentes, que se transformaban en consumidores, según explicaban desde las propias marcas, que veían cómo su rentabilidad se multiplicaba.

Castaño lo anunciaba todo, desde un puro (“¡Pepe, un purito!”) hasta una motosierra (¡“Stiiiiiihlllll!”), pasando por alojamiento en hoteles (“el talonario Bancotel”), jamones (“Hey, Navidul”), “las pipas Facundo”, “los cromos de Panini, cervezas (“Coronita, uh”), varios vinos o un ron (“Desde que llegaste a mi cubata me robaste el corazón”). Así con cientos de marcas que han ido pasando a lo largo de tres décadas y media en las que el gallego ha conseguido no sólo que el oyente se quedara a escucharlas y las reconociera, sino que le generaran simpatía gracias a la canción, el eslogan o la gracia que aportaba Pepe Domingo.