No hay duda de que la geografía imprime carácter. Existen en los mapas, especialmente en los mapas políticos, pequeñas manchas de color que resaltan sobre el perfil de un país. Son los enclaves, zonas completamente rodeadas por un territorio al que no pertenecen. Sería el caso de Treviño, que siendo Burgos se encuentra en Álava, de la cántabra Villaverde en Bizkaia, o de la navarra Petilla de Aragón en la provincia de Zaragoza.

Pero todavía hay un caso más extremo aún, el de Orduña, enclave de Bizkaia incrustado entre Burgos y Álava. Pero su escudo, lo dice bien claro: Etiam si oportuerit me mori tecum non te negabo (Aunque tenga que morir por ti, no te negaré). Toda una declaración de fidelidad al viejo Señorio de Bizkaia a pesar de la separación geográfica.

Ubicada a los pies de la sierra Salvada, Orduña forma parte de la llanada alavesa y es la salida de la meseta castellana hacia el mar. Su situación le otorga un valor comercial y estratégico de primer orden. Su existencia es anterior, pero su acta fundacional la firmó en 1229 el señor de Bizkaia. Dos siglos después, en 1467 el rey Enrique IV le dio el título de ciudad por su importancia comercial como aduana de mercancías que salían y entraban en Castilla, especialmente lana, hacia Europa. Desde entonces ha sido la única ciudad de Bizkaia. En los siglos posteriores siguó desarrollandose, llegando a su cénit en los siglos XVI y XVII. La mejora de las vías de comunicación acabaron con la construcción del nuevo edificio de Aduanas en 1792.

Pero su localización también la hizo víctima de muchos conflictos bélicos, desde las guerras comuneras del siglo XVI, tras las cuales tuvo que ser reconstruida; la Guerra de Independencia contra Napoleón y los franceses y las guerras carlistas en el siglo XIX, que iniciaron su declive, o la Guerra Civil entre 1936 y 1939, cuando las tropas franquistas levantaron un campo de concentración y una prisión central. Por ellas pasaron hasta 1941 cerca de 50.000 personas en las peores condiciones imaginables. 

El edificio de la Aduana alberga un hotel balenario que prevé reabrir pronto. J.R. Gómez

Casco antiguo más que medieval 

Selló el declive comercial de Orduña el traslado de la aduana a la costa en 1841. Pero quedó el prácticamente nuevo edifico, solo se usó durante 49 años, en la actual plaza de los Fueros. Este edifico neoclásico del siglo XVIII se levantó en un terreno en el que desde el siglo XIII se celebraban dos ferias anuales, en mayo y en septiembre por san Miguel. Es la mayor plaza ferial medieval de Euskadi.

En esta plaza también se encuentra la iglesia de la Sagrada Familia, un templo barroco conocido también como iglesia de San Juan. En su interior destacan los retablos barrocos que adornan las diferentes capillas. 

Desde esta plaza salen todas la calles que configuran el trazado medieval de Orduña. Así, por Burdin Kalea, bordeando el edificio del Ayuntamiento y atravesando uno de los portales de la antigua muralla, el Portal Oscuro, se llega hasta la iglesia de Santa María de la Asunción, ejemplo del gótico de los siglos XIV y XV. Además, a su lado se alza un muro de 7 metros de altura y 100 de largo, parte de la antigua muralla que defendía Orduña.

Pero son los diferentes palacios que se pueden encontrar recorriendo las calles los que dan una dimensión real de la importancia, de la pujanza económica que llegó a tener esta ciudad. Además de la torre palacio donde actualmente está el Ayuntamiento, el palacio de Arbieto, el de Zaldibar, el de Mimenza, el de Velasco, que también muestra restos de la muralla, o el de Olaso son claros ejemplos.

El santuario de la Antigua, punto de partida para el ascenso.

El santuario de la Antigua, punto de partida para el ascenso. A. O.

Hacia el Txarlazo

La visita al patrimonio de Orduña no resultaría completa sin pasar y conocer el santuario de Nuestra Señora de la Antigua, en las afueras de Orduña, entre los barrios de La Rueda y La Marquesa. Se considera el origen de los poblamientos de la zona. La fundación de la antigua iglesia de Nuestra Señora de Orduña, de la que después nacería el santuario se cree que tiene su origen en una leyenda. Un pastor encontró de forma milagrosa una imagen de la Virgen enredada entre las ramas de una morera al pie del monte Txarlazo. 

Sus orígenes se remontan al siglo X. Pero en el XIII, cuando comenzó el auge de la entonces villa, se levantó otra iglesia dedicada a la Virgen en el interior de la población y la original quedó rebautizada como la Antigua. Bajo su acceso porticado esconde un pórtico gótico, que junto a la imagen de Santa María de la misma época dan cuenta real de su antigüedad. La situación del santuario lo convierte en el punto de partida perfecto para disfrutar del entorno natural al que pertenece el enclave, el valle de Arrastaria.

Si la ciudad de Orduña tenía una vida comercial, el resto del entorno era ganadero y agrícola. A los pies de sierra Salvada, quedaba apartado del Camino Real por el que circulaban las mercancías hacia los puertos de Bizkaia. Esta sierra queda unida al valle por el monte Txarlazo, de 938 m de altitud y que luce en la cumbre una réplica en hormigón de la Virgen de la Antigua de 25 m de altura. Las vistas desde la cumbre son espectaculares y justifican el ascenso.

También es una buena oportunidad para conocer la flora del lugar. La situación entre dos climas, el atlántico y el mediterráneo, facilita una rica presencia de plantas de todo tipo. Durante el ascenso se podrán admirar desde acebos y orquídeas silvestres a eléboros, plantas insectívoras o cuernecillos, siempreniñas y tamarillas.

Dejando el santuario por la carretera A-3618 y coger una pista en la primera curva de la vía. Se sigue este camino, primero cruzando unas campas y después internándose en un bosque de quejigos, siguiendo siempre la pista principal, que dará varias curvas pronunciadas, en un continuado ascenso hasta llegar a la fuente de Goldetxo. Desde allí se entra en el paso del mismo nombre y que era la puerta entre en la meseta castellana y lo llanos de entrada a la llanada en la que Orduña se alzaba como destino antes de los puertos marítimos de Bizkaia. La salida del portillo deja al caminante en la parte alta de la sierra. El Txarlazo queda a la izquierda del llano. La pista lleva hasta la cumbre y la ermita monumento de la Virgen de la Antigua, desde la que se domina todo el valle. Solo queda disfrutar de las vistas.

Antigua muralla que protegió Orduña.

Antigua muralla que protegió Orduña. Ayto de Orduña

La Virgen, en estado de ruina

Montañeros y senderistas que coronen el Txarlazo se van a encontrar uno de los símbolos de Orduña en casi estado de ruina. El monumento de la Virgen de la Antigua está vallado y su acceso es imposible y peligroso. Esta estructura de hormigón se levantó en 1903 con motivo de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción y supuso un hito al ser la primera de este tipo. 


El monumento representa una morera en cuya copa aparece esculpida una imagen de la Virgen, reproducción de la que se venera en el santuario del mismo nombre y que la leyenda dice que un pastor encontró. Es hueca. En el interior del tronco del árbol hay una escalera de dos metros y medio de ancho que da acceso a una espaciosa sala en el hueco de la copa, cuyo diámetro es de 10 m, y se prolonga hasta el pie de la imagen de la Virgen, donde se abre un balcón. Desde allí se otea un panorama en el que en frente se ve la Cruz del Gorbea. La base del monumento es una capilla. 


Pero el paso el tiempo no perdona y el clima ha provocado daños estructurales que desde hace 20 años impiden el acceso al interior. Los ayuntamientos de Orduña y Villalba de Losa han cerrado el perímetro. Se estudian qué medias llevar a cabo, con qué dinero y la urgencia.

De callejeo gastronómico

Haber sido un núcleo de trafico comercial obligaba también a cubrir las necesidad de los viajeros. Por ello, el casco histórico ha contado con locales y tabernas donde comer y beber. Eso no ha desaparecido y la oferta sigue siendo variada y abundante. Los pintxos son protagonistas de este callejeo gastronómico. Su día, el día del pintxo-pote en Orduña es el viernes. A modo de ruta se puede empezar por la tortilla Belatz en el Belatz-Gorri y seguir con el revuelto de hongos del Politena, el timbal de hongos y foie del Urioste, el brie con pimiento del Rómulo, el pintxo de champiñón, langostino y crema de paté con jamón del Bar X, la merluza en alioli con pimiento rojo y gulas del Llanera, los txanpis del Sukalki y del Hiria, el pintxo Athletic de La Posada, las croquetas del Sutegi o el samón ahumado relleno sobre aguacate del Sortetxe.

Monumento a los represaliados y fallecidos en el campo de concentración franquista de Orduña.

Monumento a los represaliados y fallecidos en el campo de concentración franquista de Orduña. A. Oiarzabal

El columbario de la dignidad

Junto al cementerio municipal se encuentra el Columbario de la Dignidad de Orduña, el primero de Bizkaia y el segundo de Euskal Herria tras el de Elgoibar. Es un espacio de reconocimiento y homenaje a quienes perdieron la vida por defender la libertad frente al fascismo. De momento acoge los restos de 14 presos fallecidos en la Prisión Central de Orduña en 1941, instalada en el colegio de los Jesuitas. Sus huesos se hallaron en 2014 en fosas individuales en el cementerio municipal, bajo la losa de hormigón sobre la que se había construido una zona de nichos. Además se custodian dos fragmentos de un cráneo humano, probablemente de un combatiente antifranquista, que fue localizado en 2018 por un equipo de la UPV/EHU durante una campaña de excavación arqueológica en una trinchera del monte Askuren, donde tuvieron lugar intensos enfrentamientos en mayo de 1937. 


Este columbario tiene capacidad para acoger restos de 60 personas que puedan recuperarse en futuras exhumaciones y no sean identificados, así como los de aquellas íctimas cuyas familias prefieran depositarlos aquí. Cuenta con un pequeño itinerario con paneles explicativos que lleva hasta los tres pabellones donde se encuentran los nichos. La escultura Duintasuna (Dignidad), del escultor Iñigo Arregi Elorza es la pieza central de este lugar de la Memoria. Es la misma que preside el Columbario de Elgoibar y pretende que sea el nexo de unión de estos columbarios.