Ante una agresión o cualquier comportamiento machista, solemos decir “Todavía nos queda mucho trabajo por hacer”. ¿No le parece desesperante?

—A bote pronto, sí, pero cuando oigo estos comentarios, yo, que vengo del año 75 y 76, pienso en lo que ya hemos hecho. Queda mucho pero hemos hecho mucho.

¿Se ha rearmado el machismo más casposo?

—En realidad, esas ideas siempre están ahí, y ahora tienen un amparo político que hace unos años. Hoy se sienten legitimados para decir estas cosas que antes dirían por lo bajini. La cuestión es que no se ha hecho una verdadera educación afectivo-sexual con conciencia y obligatoria de los cero años a la universidad.

¿Le preocupa que entre los más jóvenes siga habiendo comportamientos brutalmente machistas? ¿Se lo explica?

—Yo creo que la mayoría de ellas tienen muy clara la idea de la igualdad. Y entre ellos, también ha habido grandes avances, no hay mas que verlo. Pero vuelvo a la necesidad de una verdadera educación, porque no es lo mismo hacer que decir que hacemos.

¿Es eficaz fiarlo todo a la educación?

—Si se hace como excusa para dejarlo todo al futuro, no. Hay que trabajar todos los días en todos los ámbitos. Y hace falta formación igualdad en todos los ámbitos: en la judicatura, en las instituciones

¿Son efectivas las campañas de concienciación?

—Las campañas pueden sensibilizar, pero no transforman. Yo soy partidaria de campañas con impacto, que hagan pararse. Son muy necesarias, pero, insisto, no transforman.

Por ver lo positivo. ¿En qué se ha avanzado?

—Pues ya te decía que en muchísimas cosas. Yo cuando empecé, no me podía divorciar. No tenía el derecho al aborto. No tenía la posibilidad de denunciar que me habían tocado el culo. No tenía las mismas posibilidades laborales. Hoy muchas mujeres vivimos mejor que hace unos años. Pero es muy importante saber que no todas. Debemos fijarnos en las más vulnerables. Todos los derechos para todas.

¿Es cierto que hay una división entre el feminismo clásico y el actual?

—No diría clásico y actual. Es verdad que hay una pugna entre feministas que queremos un feminismo acogedor, liberador, que incluye todas las luchas, que incluye la Ley Trans, y que busca una vida mejor para todas las personas… Yo creo que es una lucha entre un feminismo que busca una vide libre y placentera y un feminismo que, desde mi punto de vista, se queda encorsetado en lo institucional y que ve poco la realidad del suelo que hay bajo las que más sufren.

¿Cómo definiría el feminismo de hoy? (Si es que se puede)

—No sé si el de hoy, pero sí el que me gusta. Un feminismo diverso, transgresor, acogedor, liberardor, inclusivo, que busca el respeto a todos los derechos.

¿Ha tenido alguna vez la tentación de tirar la toalla?

—Solo he tenido esas sensaciones ahora, ante la división de la que hablábamos. Para mí ha sido muy desgarrador tener amigas en las diferentes posiciones. Pero no voy a tirar la toalla. El feminismo, cuando entra en vena, ya no sale. Para mí la igualdad es un placer.