elizondo - Era la primera vez que se colocaba entre los postes del equipo de Tercera División con toda la ilusión de un chaval de 18 años, pero la adversidad reflejada en la expulsión de un compañero dejó setenta y cinco minutos al equipo en inferioridad y el Txantrea aprovechó para marcar un gol y otro gol, hasta cinco que pesaron como una losa. “Fue un partido muy extraño, empezamos pronto por delante pero se torció todo y no hubo forma de evitar que se nos fuera el partido”, explica Jaime Quevedo Ciáurriz (Elizondo, 23 de julio de 2000), portero del Baztan de Liga Nacional que pagó los platos rotos de una novatada auténticamente cruel.
Comenzó de niño en el colegio y en la escuela de fútbol, y escogió desde el primer momento ser portero, un puesto que reconoce “especial porque los fallos son decisivos”. Siendo cadete ya jugó en el juvenil con el que ascendió en la campaña 2015-16 y jugó varios amistosos con la selección navarra, y esta temporada ha ocupado el banquillo de tercera hasta el último partido cuando le tocó debutar. “Jesús Pilar, el entrenador, siempre ha confiado mucho en mí, desde que entrenaba al juvenil con el que ascendimos y me anima a seguir entrenando duro para mejorar; es muy buena gente, nos trata con mucho respeto, es muy comprensivo, uno más en el grupo. Espero poder darle alguna alegría en adelante”.
Al definirse como portero, Jaime piensa que “no soy el mejor en nada, pero me parece que cumplo bastante bien en casi todo”, quizás en particular por su rapidez y reflejos bajo los palos. Y confiesa que en el partido con el Txantrea al principio se encontraba “un poco nervioso, pero te metes en el juego y te olvidas, aunque la verdad es que apenas nos dieron respiro porque en la segunda parte estábamos fundidos física y anímicamente y ellos estaban continuamente en nuestra área”.
Fue “una mala experiencia porque la verdad es que “estar en minoría tanto tiempo quieras que no acaba por notarse, con la expulsión sufrimos mucho pero creo que no nos va a afectar para nada”, afirma. Lo que más le gusta es el ambiente que vive toda la plantilla, “estupendo, muy alegre y muy unido, una cuadrilla de amigos”. Y por el contrario, está convencido de que hay que olvidar lo pasado, “no siempre nos expulsarán un jugador a la segunda falta”. Un mal sueño que le servirá de lección para curtirse, y a esperar al Cirbonero. - Lander Santamaría / Foto: Ondikol