¿Addio Berlusconi?
pamplona
En una encuesta preguntan a la mujeres italianas si accederían a acostarse con Berlusconi. El 70% declara que sí, y el 30% responde: "¿otra vez?". Existe otra versión del chiste que altera los porcentajes. A Berlusconi le entusiasmaba contarlo en público. Lo hacia en tercera persona. La chanza, nada mejor que el ingenio popular como radiografía de un país, sirve para catalizar y sintetizar la esencia de la Italia de los excesos y los desvaríos de Silvio Berlusconi, emperador del bunga-bunga y patrocinador de los más bajos instintos, entre ellos el de la prostitución de menores, delito por el que ha sido condenado por la Justicia italiana a siete años de prisión y a inhabilitación de ocupar cargos públicos de por vida. Las sonoras carcajadas de Silvio, que recurrirá la sentencia, son ahora una mueca, un mohín. Berlusconi no hace gracia ni en los chistes, aunque tal vez en la cárcel, si se confirma la sentencia impuesta por las juezas Giulia Turri, Carmen D'Elia y Orsola de Cristofaro, sus bromas encuentren otra clientela. Él no se da por enterado y anuncia sin rubor su vuelta a la política encabezando, de nuevo, Forza Italia.
Habitual de los tribunales, a Berlusconi, que empleó durante años su mandato como primer ministro para adecuar los renglones de la ley a su perfil y evitar así la tenaza de la Justicia, le perdió la bragueta, su insaciable apetito sexual, su voraz afición por las mujeres jóvenes y guapas. El dinero, es una de las mayores fortunas de Italia, alentaba su frenesí. "Las chicas invitadas formaban parte de un sistema de prostitución organizado para el placer de Silvio Berlusconi", defendió la fiscal Ilda Bocassini en su alegato contra el político. En el mismo, la acusación sostuvo que "no tenemos dudas de que Ruby se prostituía".
La historia que rodea a Ruby Robacorazones es el hilo principal del que tiró la Fiscalía de Milán para deshacer la maraña tejida por Berlusconi y que bordaba Nicole Minetti, compañera de partido de Berlusconi y contra la que hay otra causa abierta en la que se le señala como la persona que captaba a las chicas que aprovisionaba a Berlusconi, tildado por su exmujer, Verónica Lario, a la que fue infiel durante años, como un enfermo sexual.
En ese tablero de lujuria y desenfrenó irrumpió Ruby Robacorazones, cuyo nombre real es Karima el Marough, a la que el mandatario abonó 57.000 euros por los servicios sexuales prestados, según la Fiscalía. Berlusconi sostuvo que pagó esa cantidad de dinero a la joven porque "le daba pena". El Tribunal de Milán no tragó con la versión del magnate y decidió el destino del político, inhabilitado a perpetuidad.
Siendo primer ministro, Berlusconi intercedió en favor de la joven cuando esta fue detenida por robo. Amparado por su sentimiento de invulnerabilidad, llamó personalmente a la comisaría donde estaba apresada Ruby para pedir a los funcionarios que liberaran de inmediato a la joven, asegurando que se trataba de la sobrina del otrora líder egipcio Hosni Mubarak y que con ese gesto evitaría un conflicto diplomático. Esa comunicación telefónica colocó la lupa sobre el político italiano. Según la fiscal, Berlusconi ya conocía entonces que Ruby era menor de edad y ese fue el motivo de la llamada: evitar por todos los medios que saliera a la luz "el sistema de prostitución organizado en la mansión de Arcore".
Fue a partir de entonces cuando a Berlusconi, "un simpático caradura", como le definen muchos en Italia, el lifting se le fue arrugando sin remedio. El grotesco maquillaje que inunda su rostro, más propio del museo de cera, no pudo sostener el cartón piedra de un decorado que ocultaba una realidad nauseabunda en las cloacas del poder. A pesar del hedor que emanaba del turbio episodio, Berlusconi se defendió con su habitual estilo de descalificaciones, ataques, demagogia y populismo frente a las acusaciones de la Fiscalía de Milán, que acorraló al mandatario. Solo desde esa deformante visión Berlusconiana de la realidad puede entenderse su reacción al salir de la corte milanesa. "Estaba verdaderamente convencido de que me iban a absolver porque en los hechos no había de verdad ninguna posibilidad de condenarme. Y, sin embargo, se ha dictado una sentencia increíble, de una violencia nunca vista ni escuchada antes, para intentar eliminarme de la vida política", bramó Berlusconi cuando supo la resolución del Tribunal de Milán, que determinó el castigo por el caso Ruby, la menor a la que el expriministro pagó por practicar sexo en mayo de 2010. Durante los interrogatorios a los que fue sometida en el transcurso de la investigación, Ruby reconoció haber dormido en varias ocasiones en la villa y describió los encuentros como erótico-festivos, asegurando que en los mismos se practicaba sexo.
'bunga-bunga' Era a la lujosa mansión de Arcore y a sus fiestas, bautizadas como bunga-bunga, a la que decenas de jóvenes eran atraídas para satisfacer el harén de Berlusconi, un infatigable sultán del sexo a sus 76 años, al que también se conoce como viagroni. De hecho, ese irrefrenable deseo sexual, se desprende de unas conversaciones que en su día reveló el Corriere della Sera. Silvio Berlusconi explicó, supuestamente, al empresario Giampaolo Tarantini que durante la nochevieja de 2008 tuvo frente a su habitación a once chicas. Según el contenido de las escuchas, solo puedo satisfacer a ocho. En una conversación telefónica mantenida el 1 de enero de 2009 entre ambos detectada dentro de las investigaciones de la Fiscalía de Bari, el magnate aseguraba que: "Ayer por la noche tenía una fila de chicas en la puerta de la habitación... Había once... Yo me lo hice solo con ocho porque no podía hacer más... No se puede llegar a todo, pero esta mañana me encontraba bien. Estoy contento con mi capacidad de resistencia(...)", decía el mandatario según el Corriere della Sera.
Berlusconi continuaba narrando su epopeya sexual a su amigo: "Escucha, no sé cómo hacerte venir aquí porque todas las camas están ocupadas. Estas (por las jóvenes) no se van ni a cañonazos (...)". Tarantini pregunta entonces al político: "¿Pero cuántas chicas hay?" y este contesta: "Cuarenta". Tarantini incide: ¿Pero han venido todas?", y Berlusconi aclara: "No, todas no. Eran 67. Mientras tanto he comprado una casa aquí cerca para poder ampliar las plazas... doce plazas más".
Todo eso ocurrió a espaldas de su mujer, Verónica Lario, que se divorció de él después de conocer la relación que el magnate de los medios de comunicación mantuvo con Noemi Letizia. Berlusconi alegaba compromisos políticos a su exmujer para verse con la chica napolitana de 18 años, al que ella llamaba 'Papi' de forma cariñosa. "Le ofrecen vírgenes para su placer", escribió en una carta pública Verónica Lario. Si el comunicado de su exmujer resultó demoledor, no lo fue menos el libro que la prostituta de lujo Patrizia D'Addario escribió en 2009 y en el que narraba con todo lujo de detalles la noche de lujuria que pasó junto al crepuscular Berlusconi.
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