Reinhard Selten, pionero de la teoría de juegos
reinhard Selten falleció el pasado 23 de agosto en Pozan, Polonia, a los 85 años de edad. El legado académico de Selten es inmenso: fue uno de los pioneros en lo que muchos consideran las dos corrientes de pensamiento económico más importantes del pasado siglo: la teoría de juegos y la economía experimental/racionalidad limitada.
Reinhard Selten recibió el premio Nobel de Economía en el año 1994, junto con John Nash y John Harsanyi, por sus contribuciones a la teoría de juegos. La teoría de juegos es hoy una disciplina absolutamente aceptada. Situándose en la intersección de las matemáticas, la economía y la psicología, ha contribuido de forma crucial al análisis formal del comportamiento de los individuos y las instituciones (consumidores, empresas, gobiernos, partidos políticos, etc). El componente fundamental en la teoría de juegos es la modelización de la interdependencia estratégica entre los diferentes agentes. Esto es, de entornos donde las acciones de unos agentes repercuten en los resultados de otros. Esta forma de pensar fue absolutamente revolucionaria para los economistas de mediados del siglo pasado. Entonces la visión dominante giraba en torno a la noción de competencia perfecta, donde no hay cabida a consideraciones estratégicas. A Reinhard Selten le gustaba recordar cómo de virulentos podían llegar a ser aquellos primeros seminarios donde se presentaban ideas de teoría de juegos.
La contribución por la que la Academia Sueca premió en 1994 a Reinhard Selten fue su noción de equilibrios perfectos en subjuegos. Básicamente, esta noción de equilibrio refina el equilibrio de Nash en contextos de juegos secuenciales, utilizando la inducción hacia atrás. El equilibrio de Selten es intuitivo (el lector interesado puede encontrar explicaciones más detalladas en la red, por ejemplo en Wikipedia) y pronto se convirtió en la noción de equilibrio de referencia para juegos secuenciales. Pero Selten no se quedó ahí. En una gran muestra de rigor y honestidad científica, cuando ya su noción de equilibrio había recibido la admiración de la comunidad académica, publicó un artículo mostrando lo poco realista que su equilibrio resultaba desde el punto de vista del comportamiento humano. Selten argumentaba que si bien su equilibrio perfecto en subjuegos tenía todo el sentido desde el punto de vista de la lógica matemática, su capacidad predictiva del comportamiento real de las personas podría ser muy pobre. De hecho, Selten contaba que cuando se dio cuenta de la tensión entre su noción de subjuegos perfectos y el resultado que cabría esperar de decisores reales, le supuso tal shock emocional que llegó a enfermar.
Gran parte del resto de su carrera la dedicó a tratar de entender el comportamiento humano, tanto desde un punto de vista teórico como experimental. Desarrolló modelos novedosos de racionalidad limitada (sobre cómo aprenden los individuos, sobre imitación, sobre niveles de aspiraciones en sus objetivos, etc) y estudios de economía experimental donde testar estos modelos y obtener las bases para nuevos modelos. Esta posición fue de nuevo pionera en la comunidad académica en economía, donde el modelo de toma de decisiones racionales apenas se discutía. El modelo racional de toma de decisiones asume agentes sin límites computacionales, con preferencias bien definidas sobre los objetos disponibles, que son optimizadas sin ningún tipo de sesgo en el comportamiento. Para Selten, estos eran supuestos muy alejados de la realidad y se dedicó hasta el final a tratar de ofrecer modelos alternativos más realistas desde el punto de vista de los supuestos psicológicos subyacentes.
Selten también nos deja algunas lecciones de vida que me gustaría mencionar. Pese a pertenecer a la élite académica mundial, siempre fue extremadamente generoso con su tiempo y no entendía de jerarquías académicas. Como ejemplo, fui desde Pamplona en la mitad de mi doctorado a visitarle un verano a la Universidad de Bonn, donde Selten fue catedrático durante los últimos 32 años. Selten me integró inmediatamente en su equipo y me dedicó docenas de horas de discusión académica. Nunca olvidaré aquellas interacciones. Recuerdo con especial cariño las jornadas de paseo con Selten por las montañas de los alrededores de Bonn. Eran días que siempre empezaban y acababan con un buen café y una buena tarta y donde, en ocasiones con otros visitantes, se discutía por horas de conceptos de teoría de juegos y racionalidad limitada.
La visita a Navarra
Un seminario de alto nivel académico
Reinhard Selten visitó Navarra en el año 2001, invitado por el catedrático de Economía Josemari Aizpurua, del Departamento de Economía de la Universidad Pública de Navarra. La visita fue corta, pero muy intensa. Presidió la defensa de una tesis doctoral. Impartió el seminario académico más multitudinario en el Departamento de Economía de la UPNA que yo pude presenciar en mis años en esta institución. Selten disfrutó muchísimo aquel seminario. Presentó sus ideas de racionalidad limitada y fue interpelado y cuestionado por algunos de los asistentes, todo en un altísimo tono académico que Selten apreció. Recuerdo que justo antes del seminario fue a hablar con él un esperantista. Y es que cabe resaltar que Selten fue un miembro muy activo de la comunidad esperantista. Su interés por las lenguas le llevó a apreciar y maravillarse de la regularidad en la estructura gramatical del euskera. También tuvo ocasión de dar una rueda de prensa sobre cuestiones de economía general, a pesar de advertir una y otra vez a los periodistas que él no era un experto en esos temas sino un mero lector informado. Paseó por el campus de la UPNA y disfrutó de otra de sus pasiones, la identificación de las diferentes especies de árboles. Al día siguiente, Selten, Aizpurua y algunos otros hicimos una excursión a la Sierra de Urbasa, al nacedero del Urrederra y alrededores. Ahí se interesó por el gobierno de las tierras comunales de la zona y cómo las instituciones comunales habían sobrevivido hasta la actualidad. En definitiva, la visita de Selten dejó un recuerdo imborrable en muchos de nosotros. Pudimos apreciar su gran rigor científico y sus valores humanos.
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