De cara al público los políticos suelen mostrar una imagen muy cuidada. Además y generalmente, cuando más autoritario es un régimen, mayor es la importancia que suele darse a su estética y estos aspectos formales se elaboran a veces con primor. Para ponerlo de manifiesto, Burke tituló a su libro sobre el Rey Sol, La fabricación de Luis XIV.
Teniendo esto en cuenta, llama la atención el paralelismo entre la imagen que en su día fue confeccionada para Mussolini y la que hoy se difunde de Putin. Entre los dos personajes existen varias notas comunes.
Sus familias eran de extracción popular y ambos se desarrollaron en un medio donde, de una u otra forma, primaban las ideas socialistas. Conscientes de que parte de las personas rechazan la desigualdad, también los dos han cultivado esa imagen de hombre que -aunque es el líder supremo- sigue formando parte del pueblo y es capaz de comunicarse directamente con él. Por eso alternan la grandiosidad (que sería necesaria, ya que su persona está identificada con la patria), con una sencillez que los acercaría al ciudadano medio.
Benito Mussolini (cuyo nombre le fue impuesto en homenaje a Benito Juárez) llegó a ser uno de los máximos dirigentes del Partido Socialista Italiano y dirigió su órgano de expresión, el periódico Avanti!. Tras combatir en la Primera Guerra Mundial y acceder el poder, su nacionalismo extremista le llevaría a la conquista de territorios con el fin de unirlos a Italia: fue el caso de Etiopía o, ya en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, de Albania, parte de Yugoslavia o zonas de Francia. Las tropas italianas también intervinieron, entre otros lugares, en España, Libia o la URSS. Néstor Luján y Luis Bettonica, en su biografía ...Y Mussolini creó el fascismo (Barcelona, Plaza y Janés S.A. Editores, 1971, pag. 111), recogen una de sus frases que explican esta actitud: “La guerra es para el hombre lo que la maternidad es para la mujer”.
En cuanto a Vladimir Putin, fue miembro de la Policía soviética, el KGB. Ha logrado incorporar a la órbita de Rusia, mediante la presión o la guerra, regiones de Ucrania y también Crimea, Transnistria, Abjasia u Osetia del Sur. Por otra parte, sin su intervención, hace años de Al-Assad, el dictador de Siria, hubiera sido desalojado del poder.
Pero pasemos a la estética de Mussolini. Se trata del líder supremo, que integra en su persona variadas facetas. Es en primer lugar un hombre del pueblo, trabajador.
Lo que se conoció como la batagglia del grano, fue el intento del régimen para conseguir una Italia autárquica en materia de aprovisionamiento de cereales, a fin de hacer frente a las sanciones impuestas por la Sociedad de Naciones a consecuencia de la invasión de Etiopía. La presentación del producto resulta bastante parecida en ambos casos. En cuanto al fin del régimen de Mussolini, es bien conocido. Pero nadie sabe cómo terminará el de Putin.
Mussolini, con el torso desnudo, trabajando en la cosecha durante la ‘batagglia del grano’. El Duce acostumbraba a vestir tanto de civil como con diversos uniformes.
Putin, practicando equitación a pecho descubierto.
Con una niña.
A caballo. Recuerda el pareado atribuido a Curzio Mapalarte: “Despunta el sol y canta el gallo y Mussolini monta a caballo”. Las imágenes ecuestres no son habituales en los políticos, aunque sí en los miembros de la realeza.
Mussolini esquiando. En este contexto, otro personaje que proyecta una imagen similar es el actual presidente de la Federación Rusa.
De uniforme.
Con un niño. Otras facetas están más difundidas entre los gobernantes autoritarios. Una de ellas es el exhibir su amor a la infancia. Es una actitud paternal, que mantienen asimismo respecto a los considerados como buenos ciudadanos.
De pesca . Hay que reconocerle que su imagen de deportista supera ampliamente a la del italiano. Además de montar a caballo y nadar, hay fotografías suyas practicando sambo, judo o hockey sobre hielo.