ecimos adiós a un año en el que todos hemos tenido que adaptarnos a una situación completamente distinta a todo lo que conocíamos hasta ahora: la covid ha cambiado nuestra manera de trabajar y de relacionarnos, generando situaciones que nadie era capaz de imaginar hace tan solo unos meses.

Dentro de esta terrible pandemia que tanto coste en vidas y tanta repercusión económica está teniendo, el sector agroalimentario no está resultando tan perjudicado como otros ya que, al ser considerado como esencial cuando se limitaron muchas actividades, ha podido continuar en todo momento con su labor centrada en la producción de alimentos. El sector ha estado a la altura de las circunstancias y fue capaz de responder desde el primer momento realizando un esfuerzo extra para garantizar el abastecimiento a la población.

En el caso concreto del Grupo AN, la adopción temprana de medidas de seguridad nos ha permitido cumplir con los dos objetivos que nos marcamos ya a comienzos del mes de marzo, cuando la pandemia todavía era una amenaza a punto de convertirse en realidad: la creación de entornos de trabajo seguros y el mantenimiento de la actividad de la cooperativa. Nos hemos adaptado perfectamente al teletrabajo y, además, la realización de test serológicos a la plantilla, la medición de la temperatura en la entrada a los centros, la desinfección de espacios, la reducción de las reuniones presenciales, la distancia y la higienización constante nos han ayudado a cumplir con esos objetivos.

Con todo, también hemos notado el impacto económico de la pandemia en algunas áreas, fundamentalmente en las industrias hortofrutícolas por el cierre del canal horeca y también en la sección de Energéticos por la limitación drástica de la movilidad, sobre todo en los momentos más duros del estado de alarma.

El coronavirus nos está enseñando lecciones importantes a las empresas. Tenemos que ser capaces de adaptarnos incluso a circunstancias casi inconcebibles, porque se ha demostrado que, en algunos casos, aunque que se hagan las cosas bien, se tenga una situación económica saneada y una dimensión adecuada puede llegar algo tan inesperado como una pandemia y una crisis sanitaria que obliguen a parar la actividad. Es un hecho que debe hacernos reflexionar.

Vamos a estrenar un año que se inicia con la incertidumbre de saber hasta cuándo continuaremos en esta situación y con la expectativa del resultado de la vacuna contra la covid, que va a ser clave para la recuperación de la normalidad. De momento, por nuestra parte, mantendremos todas las medidas para que la actividad pueda continuar con todas las garantías de seguridad.

Mientras tanto, mirando al futuro, el sector sigue teniendo que afrontar los mismos retos que antes de que llegara la pandemia. Uno de ellos es la adaptación a las nuevas tendencias de consumo, que se plasman en la manera de comprar y consumir los alimentos y en la valoración que la sociedad hace de los productos que adquiere. La trazabilidad, la seguridad alimentaria, la vinculación entre nutrición y salud, el cumplimiento de las nuevas exigencias y normativas€

Otro importante reto es el del relevo generacional. Un porcentaje muy pequeño de los agricultores son menores de 40 años. Es necesario hacer atractivo el sector, y para ello es necesario invertir en el desarrollo rural, en dar vida a los pueblos y en dotarlos de servicios, para que los jóvenes puedan desarrollar la actividad agrícola y ganadera en condiciones. Estamos trabajando duramente para hacer al sector más atractivo para esas personas jóvenes, adaptando nuestras estructuras y servicios a sus necesidades.

La sostenibilidad es otro de los grandes retos. Sostenibilidad entendida en tres ámbitos que son inseparables: medioambiental, social y económico, ya que si una explotación no es rentable, no puede ser sostenible. Trabajamos en el día a día para que la actividad agrícola y ganadera se desarrolle en las mejores condiciones y, a la vez, participamos en proyectos encaminados, por ejemplo, a reducir el desperdicio alimentario o a una mejor gestión de los residuos que se generan en esas actividades.

Las empresas del sector debemos tener esto muy presente y reforzar nuestro compromiso con la sociedad. El crecimiento económico ya no se entiende si no va unido a un refuerzo de la responsabilidad social. En este sentido, en el Grupo AN estamos trabajando con convicción por el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS. Somos una cooperativa del ámbito agroalimentario implicada en el desarrollo rural y nuestra actividad no está enfocada exclusivamente al negocio sino también al compromiso con todas las necesidades que tiene la sociedad.

Son desafíos importantes en cuya respuesta llevamos ya tiempo trabajando. Y lo hacemos apostando de manera decidida por la innovación y desde la colaboración. La innovación en procesos, en productos y en cultura corporativa, emprendiendo una transformación que va dirigida a posicionar mejor al sector agroalimentario. Y la colaboración con empresas, incluso de distintos sectores, con universidades, centros tecnológicos y administraciones y entidades públicas.

La colaboración está en nuestro ADN. Es nuestra seña de identidad desde el origen de la cooperativa, hace ya más de un siglo, y entendemos que es también la mejor manera de abordar los retos que se presentan para el futuro y, asimismo, de hacer frente a las crisis en el momento en el que surgen. Esperamos que de esta forma, colaborando entre todos, la salida de esta tremenda crisis sanitaria en la que estamos inmersos se encuentre por fin más cerca.