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Gabarderal, una ilusión de 50 años

Arrancaba 1960 cuando se construyó Gabarderal, un poblado de colonización con una veintena de casas en el nuevo regadío del Canal de las Bardenas. Ahora es un concejo y mañana celebra su 50º aniversario con un homenaje a los primeros colonos.

Gabarderal, una ilusión de 50 añosfoto: cedida

eL Instituto Nacional de Colonización fundó Gabarderal en un primer momento únicamente como centro agrícola de regadío, más tarde se le añadió la función residencial y pronto llegaron sus primeros habitantes procedentes de la Ribera, de Tudela y Buñuel, del vecino Aragón, y de la Merindad de Estella, de Bargota, Armañanzas, Sanzol y Viana. Los más cercanos, de Sangüesa. Vinieron a trabajar, y con su esfuerzo y tesón dieron vida a un pueblo. La tarea, recuerdan ellos y sus descendientes, no resultó fácil.

Hoy, Gabarderal es un concejo cuidado y mimado por sus habitantes, orgullosos de su pasado y del aspecto actual del poblado que se alza en la margen izquierda del río Aragón, a cinco kilómetros de Sangüesa, por lo que está dotado de un entorno bello y cuenta con todos los servicios necesarios. Cincuenta años después, el Ayuntamiento de Sangüesa, al que pertenece, y el propio Concejo quieren premiar el esfuerzo, tesón y constancia de estas familias, hombres y mujeres de una generación a la que le tocó trabajar duro. Mañana, en el marco de la festividad de San Isidro, precisamente para recordar su origen agrícola, algunos de aquellos primeros colonos supervivientes recibirán el homenaje de su pueblo.

los duros comienzos

26 casas en la plaza

En 1960, el núcleo inicial, formado por las 26 casas que rodean la plaza, lo fueron ocupando vecinos de otras localidades que respondieron a la llamada de sus respectivos ayuntamientos, o bien que escucharon los consejos de algún familiar que vio en Gabarderal alguna posibilidad de futuro. José Luis Jiménez fue uno de los primeros en llegar. Oriundo de La Rioja, se trasladó con su padre y hermano desde Tudela. Su mujer, Lidia Lánguiz, llegó cuatro años después, en 1964, ya casados. Tuvieron tres hijas. Ninguna de ellas se quedó a vivir en Gabarderal. "Mi marido lo pasó peor, porque cuando llegó no había agua, ni luz, las casas estaban a medio hacer. Fue muy duro. Cuando yo vine, la plaza todavía era una escombrera, pero ya había luz y ya llegaba el agua. Cuando nació mi segunda hija, en el año 1967, todo el pueblo estaba en zanjas", recuerda. Lidia, de 71 años ha tomado parte en la organización de la fiesta. "Me parece bien y creo que todo estará muy bonito. Gabarderal es un buen pueblo. Ahora se vive muy bien. Nosotros somos mayores. Hay vecinos de setenta, ochenta y hasta de noventa años, pero los jóvenes y los niños disfrutan mucho cuando vienen, como mis hijas y mis cuatro nietas. Les encanta venir a Gabarderal".

A los primeros colonos les adjudicaron una casa, 10 hectáreas de tierra, un animal de tiro, aperos de labranza y una vaca. "Fue motivador para el que no tenía nada, pero los comienzos fueron muy duros", recuerda Antonio Gómez, que hoy cuenta con 69 años y llegó de Sangüesa procedente de Usún, junto a sus padres y su hermano, con 19 años. "Nosotros sólo éramos dos hermanos, pero había familias de muchos hijos, siete y más". Estas palabras las corrobora otro vecino, Juan Ángel Fernández, miembro de una de las familias numerosas que destaca además las duras condiciones de las labores domésticas de las mujeres y reconoce que Gabarderal es hoy lo que es gracias al esfuerzo hecho por sus padres. "Sacaron esto adelante trabajando duramente y, sobre todo, unidos, muy unidos", asegura.

Dejaron sus familias y lugares de origen para afrontar la aventura. Se encontraron con un pueblo sin luz, sin agua corriente, y sin saneamientos. "Muchos se volvieron porque no lo pudieron soportar. Nosotros, creo que no lo hicimos por no decepcionar a mi tío", declara Antonio Gómez. No había teléfono, ni médico. Cuando alguien enfermaba o había que asistir algún parto "había que coger la bici y bajar corriendo a Sangüesa a buscarlo y a por la comadrona. Luego, teníamos que pagar el coche del médico nosotros", recuerda.

llega el progreso

Teléfono, agua, luz, médico...

Poco a poco llegó el progreso a Gabarderal. El primer locutorio telefónico en la casa de José María Acedo, la acometida de las aguas, la luz, el médico de consulta... El cura de Peña, Agustín Rodríguez, acudía en moto a dar clases y se convirtió en maestro. Posteriormente, se levantó la iglesia, la escuela, el centro de salud, y como en todos los pequeños pueblos, primero se llenaron y luego se quedaron vacíos. Hoy en día, el cura sube de Sangüesa a decir misa. Los viernes lo hace el médico. Los diez niños de Gabarderal acuden al colegio comarcal. El pan llega todos los días y la compra diaria la hacen en Sangüesa, a donde acuden, como apunta el alcalde, José Manuel González, varias veces al día.

Cae la noche, media docena de hombres conversan y juegan al billar en el único bar del pueblo. "Tenemos de todo. Antes nos llamaban el pueblito y ahora nos dicen los de la zona residencial. Estamos bien cubiertos y si algo nos falta, lo traemos de Sangüesa", comentan al unísono, mientras reclaman que no vendría mal reformar algún camino, por donde transitan para trabajar sus parcelas, labores que compaginan con la industria de la zona: Sangüesa, Cáseda o Lumbier.

De aquel pueblo que vivía del campo hoy sólo quedan tres agricultores. Gozan de frontón cubierto, piscinas, un consultorio rehabilitado, buena presión de agua potable, buen alumbrado público y de una zona verde privilegiada. De todo ello, el alcalde, José Manuel González, se siente muy satisfecho. "Este es un buen lugar para vivir hoy, gracias a la labor que todos ellos hicieron en el pasado", afirma.