marcilla. Un año más, Marcilla se convirtió ayer en la capital equina de Navarra con motivo de la celebración de la Feria del Caballo. Este año acudieron a la cita unas 9.000 personas, 3.000 menos que el año pasado, una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que estamos inmersos en pleno puente del Pilar.

Entre las actividades programadas para la festividad, los aficionados pudieron disfrutar de la entrada de bueyes, potros y caballos desde las calles Puente y Príncipe de España hasta el foso del castillo, en la que participaron unos 80 caballos llegados desde La Rioja, Aragón y, cómo no, también de Navarra. También gozaron de varios encierros, de una exposición que reunió a diferentes razas de caballos, de paseos en calesa y de un espectáculo de apartado de ganado que levantó el aplauso del respetable convirtiéndose así en el acto más multitudinario de la jornada. Y es que la dificultad que entraña esta actividad es más que evidente. "Necesitas que el buey salga tranquilo, que la pareja te acompañe y que el caballo esté flexible y eso se consigue con mucho entrenamiento", explicó uno de los jinetes, Francisco Martínez Martínez, de Alfaro.

En esta ocasión participaron en el apartado 13 parejas aunque solo dos se proclamaron vencedoras. El primer puesto fue a parar a manos de Lloris Goñi y Julen Díaz, ambos de Marcilla, que completaron los dos recorridos en dos minutos y 19 segundos; mientras que en segunda posición quedó el dúo formado por Ángel Díez (natural de Berbinzana) y Luis Mari Pardo (de Marcilla), que completó, en este caso solo un recorrido, en dos minutos.

Sin embargo, el protagonista de la jornada fue otro, Benito Aguerri, quien pese a rozar las 80 primaveras no dudó en enfundarse las botas camperas para subirse a lomos de su caballo. Aguerri, uno de los personajes clave, junto a su hijo Domingo, a la hora de revitalizar esta Feria hace ya 20 años valoró muy positivamente el desarrollo de la misma subrayando que "la feria tiene cuerda para rato". Domingo, a su vez, intervino para quitar importancia a la escasa participación en la compraventa de caballos, una actividad que se logró recuperar simbólicamente el año pasado tras cinco años de parón y de continuas reivindicaciones por parte tanto de los vecinos de la localidad como del Ayuntamiento. "Es muy difícil que funcione, y más con la crisis, pero mantener la compraventa es una manera de diferenciar la feria de Marcilla del resto. Es una tradición que a Marcilla le da un punto extra y es una pena que desaparezca", concluyó.

Destacar, además, que la nota musical de la jornada corrió a cargo del Grupo Rociero La Marisma, compuesto por 32 bailarines de Castejón, Cintruénigo, Fitero, Peralta, Alfaro, Calahorra y Marcilla. "Vamos a bailar 12 sevillanas completamente diferentes la una de la otra, rocieras, cruzadas, flamencas, etc.", comentó la profesora Esther Madajón antes de subir al tablao flamenco.

Como todos los años, además, la familia Calvo, propietaria de la empresa Embutidos Gaztelu, repartió entre los asistentes 100 kilogramos de chistorra y 240 botellas de vino tinto. Este año, por primera vez, se cobró a 1 euro la ración.