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El estellés Julio Ruiz de Alda y el vuelo del Plus Ultra (1926)

El estellés Julio Ruiz de Alda y el vuelo del Plus Ultra (1926)

A comienzos del siglo XX se produce el gran despegue de la aviación. Pilotos de varios países se lanzan a la aventura de surcar los cielos en sus vuelos transoceánicos. En 1926, el estellés Julio Ruiz de Alda y otros aviadores intrépidos dan la campanada al sobrevolar el Atlántico sur desde España hasta Argentina, en diferentes etapas pero con un solo avión.

¿Quiénes eran estas personas que se lanzaron a un reto que entonces parecía casi imposible? ¿Cuáles fueron las motivaciones que les empujaron? ¿Qué relación mantenían con el Ejército y las autoridades políticas? Entre los componentes humanos existieron dispares tendencias, en función de su estrato social, aunque todos perteneciesen a la Fuerza Aérea española. Este hecho es comprensible por dos motivos. Uno la alternativa que suponía el ingreso como militar para las economías familiares. El otro es que entonces sólo esta institución contaba con los medios y facultades para volar.

Formaron parte de la expedición el mencionado Julio Ruiz de Alda y Miqueléiz, quien era capitán de artillería y procedía de familia acomodada pero de extracción humilde. En África pasó a convertirse en piloto, instruyéndose también como radiotelegrafista. Pablo Rada Ustárroz era un mecánico aeronáutico de veinticuatro años, alegre y jovial, de la localidad de Caparroso. Ramón Franco, el promotor y líder del vuelo, contaba con ser comandante de aviación y hermano de Francisco Franco. Durante esta época mantuvo una ideología progresista, al igual que el soldado Rada, con quien tenía una relación cordial. Sin embargo, después del golpe militar de 1936 se doblegaría ante el régimen totalitario, colaborando con el mismo.

Queda claro que la cobertura castrense fue imprescindible para la conclusión satisfactoria de la "gesta", como se calificó entonces. Tampoco este acontecimiento se habría producido quizá sin la aquiescencia del general Miguel Primo de Ribera -por cierto segundo marqués de Estella-. Por aquella época gobernaba España con autoridad de hierro, mientras que el rey Alfonso XIII no era más que un títere en sus manos. El dictador negaría después a Ramón Franco, una vez concluido el viaje, su deseo de realizar el trayecto de regreso a España con la misma aeronave.

Aunque en el sentido logístico más estricto partieron como una expedición patrocinada por el Ejército, el motivo principal de los pilotos era alcanzar la gloria. Estos deseaban pasar a los anales de la aviación, como estaba sucediendo en otras naciones como Inglaterra, Francia o Estados Unidos. Tras lograr convencer de ello a quienes les brindaron los apoyos, se lanzaban a surcar los aires.

La travesía contó con siete etapas principales y duró diecinueve jornadas, entre el 22 de enero y el 10 de febrero de 1926. Destrozaron literalmente varias marcas mundiales, pero también les ocurrieron diversas vicisitudes dignas de mencionar. Las más peligrosas se debieron a la escasez de combustible, la rotura de una hélice, un incendio y la carencia de víveres y agua potable. Estas incidencias estuvieron a punto de dar al traste con la proeza y, en alguna ocasión, quizá hasta con sus propias vidas.

Por fin, el Plus Ultra alcanzaba la ansiada superficie de amerizaje en el puerto de Buenos Aires. Allí, una muchedumbre enfervorecida clamaba a los cielos cuando se acercó planeando.