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Vuelven las barberías

Maite Arbea, la tercera de una saga de barberos de Pamplona, regenta su propio local multiservicios Es testigo fiel de los cambios en la profesión y en la moda masculina, cada vez más exigente con la belleza

Vuelven las barberíasPATXI CASCANTE

pamplona - Cuando con 18 años Maite Arbea quiso sacarse el carné de conducir y para lograrlo comenzó a ayudar a su padre Miguel en su barbería de la calle Estella, no podía imaginarse que aquél trabajo acabaría convirtiéndose en su profesión. 25 años después, regenta su propia barbería y peluquería para hombres y continúa con el oficio familiar que su abuelo Andrés inició en 1932, en un establecimiento de la cuesta de Santo Domingo. "Quería seguir con la tradición porque me daba pena que se perdiera algo tan masculino, donde los hombres tienen su propio espacio", afirma. Aunque la mayor parte de sus clientes son nuevos, asegura que todavía atiende a los que le dejó su abuelo y que no ampliaría su negocio hasta convertirlo en una peluquería mixta porque "el trato a los hombres es más fácil en este terreno".

Hasta 2008, Maite trabajaba con su hermano Andrés en la barbería de su padre. Pero buscó el cambio y se lanzó a emprender. "En esta vida hay que arriesgar y apostar por uno mismo. En esto yo tuve la suerte de que me apoyaron mucho en casa", subraya. Fue entonces cuando comenzó a realizar afeitados, ya que en el negocio familiar solo trabajaba como peluquera. "No había afeitado nada hasta el año que monté esto. Antes no era habitual que hubiera mujeres barberas. Hice prácticas con mi marido pero siempre con la misma piel no vale", señala. Ahora, además de cortes y afeitados, ofrece otros tratamientos de estética: productos capilares, limpieza facial, atenuantes de canas o manicuras. Un universo hasta ahora más femenino. "En realidad lo que más hago es cortar el pelo, para arreglar o cortar la barba viene menos gente, pero a veces funciona como gancho y el que viene a afeitarse se acaba cortando el pelo", apunta.

Trabaja junto a Florencia Parma, intentando sacar adelante un negocio que, tras una época de esplendor y declive, parece que está volviendo a repuntar. "Sí que hubo un declive en los 80, debido a la aparición de las cuchillas Gilette, al tiempo que tarda un afeitado en la barbería y al auge del VIH", expone. Eran tiempos más machistas, en la que la mayoría de barberos eran hombres. "En la peluquería de mi padre había un hombre que nunca me dejaba que le tocara nada, ni siquiera la chaqueta", rememora.

cambio en los cuidados Después de 25 años como peluquera y barbera, Maite es testigo fiel de los cambios en las tendencias estéticas masculinas: "Antes el hombre venía para ir aseado y ahora para embellecerse. Depende de cada persona claro, pero ahora por lo general los hombres se cuidan más y buscan tener una buena apariencia". Aunque casi todos sus clientes le piden asesoramiento y buscan un corte o afeitado "que les favorezca", ella destaca modas. "Están por ejemplo las barbas de tres días, que dan un aspecto de más dejadez, y las que son un poco más largas, que son las que se llevan". "También se lleva mucho una barba que marque la mandíbula y en mi opinión no favorece a todo el mundo. Hay que tener cuidado porque las barbas son un adorno y están para favorecer", resalta.

Un cilindro giratorio a la entrada del establecimiento sigue siendo el símbolo que identifica la presencia de la barbería, al igual que ocurría hace 80 años. No es habitual encontrarlo en la mayoría de establecimientos del sector pero ella y su hermano lo conservan. Una marca curiosa que continúa con la tradición de los Arbea y que no descarta que desaparezca con la cuarta generación de la familia: "Una de mis hijas dice que quiere seguir, pero yo también decía que no y mira dónde estoy. No se puede saber".