Viaje centenario en el tiempo
Cada año el Orhipean lleva al municipio salacenco a la vida de principios del siglo XX a través de una recreación de los oficios, tradiciones y diversiones de 1914
Otsagabia, a 30 de agosto de 1914. Por las calles del pueblo correteanjóvenes con largas faldas y trenzas mientras los niños trepanpor algún árbol. Las hilanderas trabajan en las puertas de lascasas y, metros más adelante, el afilador pedalea y saca filoa cuchillos y guadañas. De fondo, el mugir del ganado que seexhibe en la calle principal, una banda sonora que se completacon el cacarear de alguna gallina, con los mazazos del herreroy el paso de las ovejas que vuelven de la trashumancia. Una escenaque se repitió ayer, cien años después, gracias a la XI edicióndel Orhipean, un evento anual que lleva a este municipio salacencoa la vida de principios del siglo XX.
Alrededor de 230 vecinos otsagabiarras participaron este sábado enesta recreación, que atrajo a cientos de visitas llegadas detoda la Comunidad Foral y alrededores. "Ha venido mucha gentepero menos que otros años, quizá por el mal tiempo", apuntó unode los organizadores del Orhipean. "Pese a que se repite todoslos años, los vecinos se siguen involucrando con la ilusión dela primera vez", explicó Jone Valtierra, de la organización.La diferencia es que "la gente mayor va desapareciendo de escena,pero los jóvenes entran, no solo en la fiesta en sí, sino tambiénen la organización del evento", añadió Valtierra.
Este viaje en el tiempo empezó la noche del viernes con el pregónque anunciaba este retorno a 1914, al que siguió una ronda porlas calles con sus vecinos y vecinas ataviados con las vestimentastípicas de la época. Pero el plato fuerte tuvo lugar ayer a partirde las 09.30 horas. El bandeo de las campanas anunciaba que eldía ya estaba en marcha; una llamada a los habitantes de Otsagabiaal trabajo para los mayores y de diversión para los más jóvenesy pequeños.
Así, las hilanderas acamparon a lo ancho de la calle Barrio Labaria,donde trabajaron la lana de las ovejas con el objetivo de tejercalcetines y crear relleno para almohadas y colchones. Vestidasde negro (las mujeres de la época así iban) explicaban a loscuriosos que se acercaban cómo era el proceso de convertir lamateria prima en producto: lavar la lana en casa y, después,en el río; peinarla y cardarla ?"el truco es que el peine estécaliente, porque si no, con la grasa las púas no pasan", detallóla hilandera Bakartxo Vicente? para después hilarla y trenzarlay así poder trabajar con ella. Pero no cualquier lana es válida:"tiene que ser de trashumancia, porque aquí llueve mucho y lalana de nuestras ovejas se queda muy apelmazada, no es buena",explicó Milagros Landa. Y estas hilanderas introducían a loscuriosos en el lenguaje lanar; Landa contó que "amu es la lanapeinada y cardada y axotar es zurrarla" para prepararla comorelleno de colchones, por ejemplo.
MANOS A LA OBRA
En una esquina, unos metros más adentro del pueblo,el otsagabiar Jesús Echeverría se preparaba para afilar cuchillosy guadañas mientras Patxi Serrano se asomaba a la puerta de laescuela, ubicada en la calle principal, y con campanilla en manollamaba a sus alumnos a clase. Cipriano Sagardoy, José Urrutiay Jesús Hualde desfilaron hasta sus pupitres, mientras Serranolamentaba la ausencia, una vez más, de Pedro Inchusta. La clase,solo de varones, comenzó con un estricto dictado de lengua castellanay siguió con un repaso de las tablas de multiplicar. En la puertacolgaba un cartel que buscaba nueva maestra de niñas. Algunasde las quince condiciones que se exigían para este puesto eranlas de "no casarse", "no andar en compañía de hombres", "usaral menos dos enaguas" o "no viajar en automóvil con ningún hombreexcepto su hermano o su padre". Condiciones reales a principiosdel siglo XX que causaban asombro entre las visitas del futuro.
Mientras las jóvenes jugaban por las calles y otros repartíanel periódico del día, cinco mujeres preparaban los cordeles delas bainetas de judías verdes para guardar las provisiones detodo el año. "En invierno nieva tanto que no llega el transportecon verdura", narró Bittori Saldías. "Se deshidratan, como lassetas o pimientos, y cuando llega la hora de comerlas, se ponenen remojo y están riquísimas", apostilló su compañera SilviaVidondo.
Mientras, sus vecinos trabajaban con caballos en la trilla paraobtener trigo, el herrero colocaba las herraduras al caballo,las lavanderas frotaban en el río y sus vecinas hacían morcillasy chorizos en el matatxerri y los hombres trabajaban en la forjao con el ganado. Así, los panaderos o queseros se afanaban enla zona vieja para producir los alimentos del lugar.
Josemari Azcoiti es un vecino de Otsagabia que vive esta fiesta"para recordar los tiempos aquellos, es bonito", señaló. Esteotsagabiar de 75 años se queda "con la cañada, porque me traemuchos recuerdos de mi niñez y juventud, cuando teníamos queestar encima del ganado porque el campo no estaba cercado comoahora".
Para el vecino de Bilbao Sabin Urtiaga, el Orhipean es "una iniciativamuy bonita, que acerca a los más pequeños, sobre todo, costumbresde las que nunca habían oído hablar"; junto a su familia y amigos,acuden prácticamente cada año a este viaje en el tiempo.
En esta XI edición la novedad ha sido la participación de unaveintena de artesanos en un mercadillo que tuvo lugar del ladodel frontón.