más de 1.500 alumnos y alumnas cambiaron en octubre de 1974 el paisaje de Estella-Lizarra con su llegada a las aulas del Colegio Público Remontival. La apertura del que entonces se denominó Colegio Nacional Mixto Comarcal se convirtió en un hito de la época, ya que se trataba por ejemplo del primer centro público de carácter mixto. Su puesta en marcha suponía el cierre de las diversas escuelas rurales y la concentración de sus alumnos en Estella-Lizarra, aunque años más tarde a su vez se descentralizó. Con la vista puesta en su historia, el centro mira al futuro en la celebración de sus 40 años de vida. Un variado programa de actos va a recordar desde esta semana las aportaciones que Remontival ha hecho a la comarca.

La creación de esta concentración escolar la ideó el entonces inspector de Educación Miguel Zapater Cornejo. Quienes vivieron aquellos inicios tienen todavía vivo el recuerdo de las dificultades a las que una comunidad escolar de tales dimensiones se tuvo que enfrentar.

El primer director del colegio, Isidro Martínez, recuerda que, tras años de escuela pública en distintas ubicaciones de Estella como el Ayuntamiento, el Cine Lux o Santo Domingo, la construcción de Remontival supuso un cambio, aunque no exento de dificultades. “Fue complicado organizar aquello, ponerlo en marcha, el transporte, el comedor, la escuela hogar”. Sobre esta última, durante unos años funcionó una residencia en la que los alumnos y alumnas de localidades alejadas, como Salinas o el Valle de Lana vivían de lunes a viernes.

Isidro Martínez añade por otro lado que “los niños y niñas venían de escuelas unitarias de los pueblos y los niveles no estaban parejos. En los pueblos cada uno seguía su sistema y aquí se organizaron por cursos. Hubo que trabajar por departamentos y hacer programaciones conjuntas. Pero había ilusión”.

En estas ganas coinciden quienes también trabajaron desde ese año 1974 y además también dirigieron el colegio, José Ignacio Visa, entre 1975 y 1986, y Javier Zúñiga, de 1986 a 1995. Este último destaca la satisfacción de haber podido aportar a la educación pese a las dificultades. “Mirándolo ahora desde la perspectiva que da el tiempo, fue un trabajo titánico. Fue levantar algo de la nada. Pero lo que había era una gran ilusión por parte de todos y se arrimaba el hombro en todo, también fuera del horario escolar”.

Por su parte, algunos de los alumnos de los primeros cursos guardan un grato recuerdo de sus años escolares. Una de ellas, integrante de la comisión organizadora de estos 40 años, Marta Tejado, y madre de alumnos actuales, señala que “estaba todo por inventar. Yo personalmente he vivido mucho en este colegio, tengo unos muy buenos recuerdos. El profesorado lo daba todo, vinieron con muchas ganas de hacer algo y de hacerlo bien y los padres se pusieron a la par. Vivíamos aquí lo escolar y también fuera del horario”. En esta línea, esta ex-alumna añade que “yo vivo este colegio como algo super mío. Ahora tal vez eso se ha perdido, esa cosa de sentirlo como propio, se ve más como un servicio, pero deberíamos ver las cosas de otra forma. Siempre hay cosas que desde las familias podemos ir haciendo”.

desde cero El veterano José Ignacio Visa recuerda la precariedad de los inicios. “El colegio estaba como un piso nuevo, sin amueblar, y hubo que hacer mucho. Por ejemplo, los accesos no eran tales, los autobuses no llegaban porque apenas era un camino para las fincas agrarias. Había que bajar y subir a por los niños a donde la actual rotonda y subir con los 1.500 hacia arriba”. Javier Zúñiga añade que “nos entregaron un edificio, 1.500 alumnos y 50 profesores y hubo que funcionar”. En esta línea, la habilitación de los espacios llegó sobre la marcha y siempre de la mano de los profesores y de una implicada Asociación de Padres. “Arrimaban mucho el hombro”, reconocen Zúñiga y Visa.

Estos docentes recuerdan pasillos y aulas a rebosar. “En los cursos de 8º había hasta la letra H y clases de 40 alumnos. El ratio era muy alto y el tamaño de las clases el mismo”.

José Ignacio Visa y Javier Zúñiga repasan cómo eran las familias y los alumnos. “Por lo general, eran familias estructuradas, y los alumnos, aunque había de todo y algunos muy movidos, eran majos. Los cambios en el colegio y en los chavales se fueron dando según evolucionaba la sociedad”.

Los cambios también llegaron de la mano de las distintas leyes educativas, para pasar de la EGB a la LOGSE, con la implantación de las etapas de Infantil, Primaria y ESO, que pasó al IES Tierra Estella. A ello se sumó la incorporación de modelos lingüísticos con euskera (A y D) y también con inglés (PAI).

espacios El camino tampoco fue de rosas en épocas más recientes. Estos años los recuerda el director entre 1997 y 2005, Antonio Marín, que tuvo que hacer frente al periodo en el que los espacios tomaron protagonismo por su escasez. Así, la unificación de la educación pública en el entorno de Remontival con el traslado del institituto supuso un cambio importante que en los primeros compases se desarrolló con normalidad.

Sin embargo, el espectacular crecimiento de matrícula del colegio de Infantil y Primaria cambió las tornas y empezó a provocar problemas de espacio. “Yo cogí el colegio en 1997 con 294 alumnos y cuando dejé la dirección tenía 742”, relata Antonio Marín, que añade que “dos años antes se había hecho la unión con el instituto y para el colegio se habían quedado 20 aulas, lo que hacía falta”.

Pero el crecimiento llevó a trabajar muy duro a los responsables del centro y fueron años complicados porque la falta de espacios obligó a instalar aulas prefabricadas. “Las negociaciones con Educación eran continuas, en Pamplona no se creían esa matrícula e incluso los inspectores venían, pasaban lista en las aulas para comprobar en directo que los niños estaban aquí”, recuerda Antonio Marín. La implantación del modelo D, el auge de la emigración y otros factores llevaron a ese vertiginoso aumento de matrícula. “Además, impulsamos las actividades extraescolares y complementarias y sobre todo abrimos mucho la escuela a la ciudad. En Estella se tenía el concepto de que esto era para los pueblos y demostramos que no, por lo que muchas familias apostaron por nosotros. Y por supuesto, fue posible gracias a la calidad e implicación del profesorado y la Apyma”.

presente y futuro Con el importante poso que le dan sus 40 años de historia, Remontival vive inmerso en un presente ilusionante y con la vista puesta en un futuro esperanzador. La directora, Encarni Valencia, destaca la implicación del profesorado y la educación de calidad en un centro que oferta en la actualidad modelos lingüísticos variados por los que apuestan muchas familias. La directora recuerda no obstante que hay que seguir trabajando. “Gestionar los servicios en este centro, por su volumen, ocupa mucho tiempo y la lucha siempre está ahí, seguimos negociando con el departamento y el Ayuntamiento. Las dificultades siguen siendo parecidas, pero en modernas”, recuerda Encarni Valencia, que añade que “lo afrontamos gracias a la implicación del profesorado y siempre con calidad. La educación es vocación y los docentes aquí lo demuestran”, asegura.