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Pescan un siluro de 1,80 metros en la orilla del río Ebro

Se trata de una especie que se introdujo hacia 1970, procedente del Danubio y el Volga

Pescan un siluro de 1,80 metros en la orilla del río EbroFoto: cedido

tudela. Tres jóvenes tudelanos, Daniel García, Jorge León y Álvaro Pardo, de 23 años, pescaron el pasado domingo un espectacular ejemplar de siluro de 1,80 metros en el río Ebro cerca de Tudela. Es el segundo ejemplar de siluro, de un tamaño similar, que se pesca en los alrededores de la capital ribera Tudela en menos de un mes.

El siluro es una especie alóctona (no nacida en este entorno) que se introdujo en España hacia 1970 y su hábitat natural es el Danubio y el Volga, siendo muy habitual en los ríos de buena parte de centroeuropa. Desde hace años, su tamaño descomunal, se ha llegado a pescar animales de más de tres metros, ha llamado la atención a los científicos que estudian el por qué de su crecimiento desmesurado.

En Roma ha creado hace tiempo inquietud al ver cómo los siluros poblaban las orillas del Tíbet cazando palomas o ratas que pasaban cerca del agua. Sin embargo, no hay registros de ataques de siluros a humanos, pero el aspecto de estos peces gigantes despierta la imaginación.

En la Universidad de Toulousse lanzaron hace tiempo la teoría de que ese gigantismo alcanzado por los siluros se debería a una mutación provocada por una dieta inadecuada. Han proliferado en aguas que no son su entorno autóctono. Las benignas temperaturas de las aguas interiores del sur de Europa no tienen nada que ver con los del centroeuropa.

Al parecer unas aguas más cálidas facilitan su desarrollo, su envergadura y a más tamaño son más voraces. Además, cuando se dan cuenta que en el agua no encuentran la suficiente comida para saciarse buscan en las orillas animales que poder llevarse a la boca.

La expansión del siluro en zonas en las que no estaba presente ha sido provocada por el hombre de forma intencionada. En Europa fue introducido en más de seis países en los que jamás había habido siluros hasta entonces. En España, la primera introducción tuvo lugar en el río Segre (Cataluña), hace cuarenta años y en algunas autonomías ya están luchando contra su expansión.